Temporada 2 Capítulo 8

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Capítulo 8: "No dejaré de quererte"

Narra Linz

— ¡Pero ya calmados!—Grité al ver a los rehenes que seguían llorando y algunos gritando por el show que hizo Palermo al golpear con su bastón a Gandía, aunque fue por defender a su manera a Nairobi.

— ¡Que caso te harán hija de puta si eres igual que ellos!—Dijo Gandía, por lo que volteé y fingí sorpresa.— ¡Si a ti te hablo, zorra!

— Auch, cuantos insultos.—Dije forzando una sonrisa, vi a Tokio que negaba con la cabeza, que no me dejará provocar.— Yo no le pego a tíos que están indefensos.

— ¡Indefenso qué!—Gritó retorciéndose, pero por las esposas que llevaba no podía ni levantarse.— ¡Ven acá y te demostraré lo que puedo hacer!

— Voy a ver que pasó con los otros, haber si no se han pegado de a tiros.—Dije a Tokio que solo asintió y tome rumbo a la habitación, pero ya no había nadie.

Por lo que iba a irme, pero escuché unos pequeños sollozos, así que me dirigí y provenían del baño de mujeres.

Abrí la puerta e ingresé, mi sorpresa fue como Nairobi se sorbía los mocos y se lavaba el rostro.

— ¿Chica, qué ha pasado?—Pregunté preocupada y me acerqué a ella. 

— No, nada...que aquí hay polvo y pues soy alérgica.—dijo secándose el rostro con papel higiénico, fruncí el ceño.

— Nairobi.— Dije solo eso, y ella me abrazó con fuerza.— ¿Qué tienes, Nairobi?...Cuéntame, por favor.

— Palermo solo dijo la verdad, lo sé.—Contó entrecortada, me separé y le mire confundida.— Helsinki nunca me verá como mujer...y-y, lo sé, lo acepto...pero eso no significa que no duela.

No supe que decir, solo la abracé y esperé a que se calmará.

— ¿Y tú como vas con el Denver?— Preguntó luego de unos minutos.

— Pues más o menos, tuvo sus...razones y lo hablaremos, lo haría ahora mismo, pero Palermo lo tiene amarrado a su costado.—Dije sonriendo y acaricié el cabello de Nairobi.

— Te veo luego, mujer, que tengo que volver.—Dijo y asentí.— Pero, gracias Linz.

— Cuando quieras, aquí estoy yo...para que están las amigas.— Nos sonreímos mutuamente.

***

— Lo decía enserio, Linz.—Dijo Denver a mi lado, por lo que desvíe mi mirada de los rehenes.— Absolutamente todo, por ti haría lo que fuera y lo sabes.

— ¿Te digo la verdad?—Dije viéndole de reojo.— Con todo lo que has dicho, pues...ya no estoy molesta, pero, por favor...si tienes alguna duda, miedo...lo hablemos.

— Prometido.— Dijo sonriéndome y luego vio hacia el frente, su ceño se frunció y me confundí por ello.— Ahora vengo, amor.

Observe como Denver se llevaba a Miguel hacia los baños, y me parecía raro...el chico no hizo nada que yo sepa.

Suspiré y empecé a caminar entre los rehenes, ellos me miraban con miedo y hasta temblaban. Escuché pasos tras mío, volteé y era Matías junto a otro compañero.

— Guapa, que les llama Palermo.—Dijo al estar un lado mío y me sonreía.— Es urgente, nosotros vigilamos.

— Vale, solo que Denver está en el baño con un rehén.—Expliqué y el de perforaciones solo me observaba detenidamente, lo que hizo que me incomodará.— Creo que iré yendo.

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