Me había sentido extraña los dos últimos días. Me sentía triste y al mismo tiempo enfadada, y no sabía a ciencia cierta el porqué.
No hablé con Axel del tema de Evelyn, pues me hacía sentir mal solo el pensar en lo que ella dijo. En el fondo conocía que ese era el motivo de mi tan extraño humor. Axel y Rose charlaban conmigo, pero yo solo contestaba con respuestas cortas y evasivas. No tenía ánimos para mantener una conversación con nadie, al menos, en esos momentos.
-¿No vas a comer?
-No me apetece mucho, Rose. -Alegué picoteando con el tenedor la comida, jugando con ella.
-Muchacha... ¿qué ocurre?
-No es nada, tranquila. -Finjí una sonrisa.
-No creas que me has convencido con esa sonrisa. -Habló con un dedo en alto. -Lo pasaré por alto esta vez porque me tengo que ir. Espero que mañana estés de mejor humor, muchacha. Si no, me lo tendrás que contar.
-Espero estarlo. -Contesté removiendo la comida de mi plato y mirándolo fijamente. -Nada me gustaría más.
-Niña, sea lo que sea que te pasa, irá a mejor. Ya lo verás.
-¿Cómo lo sabes? -Hizo que levantara mi vista del plato.
-Solo recuerda: no hay mal que dure cien años. -Sonrió y me sobó la espalda con una mano. Se despidió de mí y salió de la casa para no volver hasta el día siguiente.
Me levanté y tiré el resto de la comida a la basura pensando en lo que Rose me había dicho.
-Ojalá tengas razón. -Susurré apoyada con las manos en la isla de la cocina, mirando al suelo.
-¿Razón en qué? -Salté del susto. Robert estaba parado a un lado de la puerta mirándome.
-Es una tontería, olvídalo. -Sonreí falsamente. -¿Quieres algo?
-He venido a despedirme.
Bajé mi mirada hacia el suelo, donde Rob tenía dos maletas negras a sus pies. Lo había olvidado por completo, Robert debía marcharse si no quería que Penny, su esposa, viniera y le cortara el miembro.
Me acerqué a él y le abracé.
-Buena suerte con Penny.
-Gracias, la necesito. -Sonrió nervioso. -Ha sido un placer conocerte, Alessa.
-Lo mismo digo, Rob. -Esa vez sonreí sin muchas ganas, pero era una sonrisa real. -Visítanos de vez en cuando, ¿vale?
-¿Cuánto tiempo piensas quedarte? -Me miró con una ceja en alto.
-Todo el que tú primo quiera.
Rió creyendo que le había contado algo gracioso, sin embargo no entendió el doble sentido de la frase. Yo estaría en la casa hasta que su primo se hartase de mí.
-Sí, mi primo a veces es muy convincente.
-Demasiado. -Se escuchó una tercera voz. -¿Te marchas ya? -Axel hizo acto de presencia en la cocina.
-Sí, quería despedirme de vosotros antes de tomar rumbo a casa.
Axel y Robert se abrazaron e intercambiaron palmaditas en la espalda.
-Cuídate, Rob. -Dijo separándose de él.
-Claro. -Asintió el mayor de ellos. -Si ves que no contesto las llamadas es porque Penny se ha enterado y ha colgado mi cabeza en una pica.
-Vuelve cuando quieras, pero, si vuelves, hazlo con tu familia. Tengo ganas de ver a tus críos. -Sonrió mostrando sus perfectos y blancos dientes.
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Nada más importa (Libro #1)
Teen Fiction¡Historia ganadora en los Ficti-loveawards2020! Alessa es una chica de veinte años que una noche se escapa del internado en el que está obligada a vivir. Pero sus planes no salen como espera porque ese mismo día es secuestrada por un hombre que tien...