9

2.7K 220 37
                                    

-¡Oh, Dios mío! -Grité cuando me percaté de que todo era real. -¡Axel!

Corrí velozmente hasta su lado, tirándome al suelo junto a él. Sus ojos se abrían y cerraban cada cinco segundos. Estaba a punto de caer inconsciente. Tapé con mis manos la herida de su muslo, intentando parar el flujo de sangre que salía de ahí.
Haciendo presión en la herida, recordé algunas cosas de mis estudios de enfermería.

"Primer paso: mantener la calma.
Segundo: presionar fuertemente la herida con vendas o trapos limpios".

Corrí a la cocina en busca de algo que me sirviera de ayuda. Rápidamente encontré un botiquín de primeros auxilios en un armario cerca de la nevera. Volví a su lado y presioné la herida con varias capas de vendas.

"Tercer paso: elevar la herida hasta quedar más alta que el corazón".

Tome la pesada pierna de Axel y la Levante hasta dejarla apoyada en el sofá, interrumpiendo así el bombeo excesivo de la sangre.

"Cuarto: seguir haciendo presión en la herida hasta que la sangre deje de fluir fuera del cuerpo".

Me asombré de mí misma por el poco tiempo que había tardado en hacerlo todo.

Entonces entendí a que se refería Axel antes de marcharse. Iba a hacer algo ilegal y si salía mal no quería que nadie se enterase.

"¿En qué demonios andas metido?".

Deseché esos pensamientos, aún me quedaba algo importante por hacer si quería que este incidente no llegara a los oídos de la policía. Debía mantenerlo consciente.

-Axel, mírame. -Ordené, él giró la cara y lo hizo. -¿Qué ha pasado?

Guardó silencio unos segundos, mientras su mirada viajaba por toda mi cara sin expresión, como si estuviera apunto de desmayarse.

-¡Contéstame! -Exigí notando las lágrimas recorrer mis mejillas.

-No... me... pre-preguntes... eso. -Respondió pesadamente. Le costaba mucho hablar y decidí hacerle preguntas de respuestas cortas.

-Vale. -Dije taponando más fuerte la herida. -¿Cuantos años tienes? -Fue lo primero que se me ocurrió.

-Vein-veinticinco.

-¿Mar o campo? -Pregunté sabiendo que la respuesta sería escueta.

-Mar... -Respiró profundamente al decir eso.

Sus párpados comenzaron a parpadear varias veces rápidamente y sus iris querían esconderse tras ellos. Había perdido tanta sangre que se iba a desmayar de un momento a otro.

-Axel, mírame. -No me hizo caso y lo volví a intentar tratando de parar mi llanto. -Por favor, Axel. Mírame.

Sus ojos se abrieron y se clavaron en mí, esforzándose mucho para no cerrarlos.

-Dime... dime tu nombre completo.

-¿Para... para qué? -Respondió débilmente. Su respiración cada vez era más pesada.

-Quiero saberlo. -Sonreí cansada.

Necesitaba ser amable con él. Estaba haciendo todo lo que podía por ayudarle y el remordimiento de haberle tratado mal caería sobre mi conciencia el resto de mi vida.

-A-axel... Lo-logan... Evans.

La herida dejó de sangrar poco después de conocer su nombre completo, pero no bajé su pierna del sofá, pues corría el riesgo de volver a salir sangre de ella.

Estaba asustada y mucho. Mis extremidades temblaban, pero me negué a dejarme llevar por el miedo y entrar en pánico. No quería que le pasara nada malo y si yo era la única que podía ayudarle lo haría lo mejor que sabía.

Nada más importa (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora