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AXEL

Desde niño he sabido que soy una persona impaciente. Me gustan las cosas bien hechas y me gustan ya. Cuanto antes termines algo mejor. Por eso el tema de mi venganza me tenía tan ensimismado... por eso, y porque era de mi madre de quien estábamos hablando.

Hace años que perseguía a esos hijos de puta malnacidos, pero se escondían bien. Solo faltaba uno por liquidar, y casi le tenía. Estaba a punto de encontrarle y hacerle pagar como a los demás.

Aunque ese italiano desconocido me dejó con intriga, a decir verdad. Por eso fui a ver a mi padre, necesitaba que me recordara con detalles cómo ocurrió todo, ya que yo no estaba presente.

-Logan... -dijo sorprendido, pero su asombro duró poco -¿qué haces aquí?

Me encogí de hombros y adopté una pose de indiferencia.

-Pasaba por la zona y he venido a saludar. -Finjí interés en los libros que había en una de las estanterías de su despacho.

-No te he educado para mentir. -Alegó con los ojos entrecerrados.

-Tienes razón, tú no me has educado. -Ataqué aproximándome a la mesa tras la que él estaba sentado.

-¿Qué quieres? -Preguntó de mala manera.

-Me gustaría volver a escuchar la historia de la desaparición de mi madre, si no es mucha molestia, majestad. -Me burlé.

-Acabas de llegar y ya me estás faltando al respeto.

-No te alejes del tema, momia. Cuéntame los hechos.

-Los hechos te los he contado varias veces, Logan ¿por qué vuelves con lo mismo? -Pareció alterarse un poco.

-¡Que me lo cuentes! -Exigí golpeando con mi puño la mesa.

-¡Maldito niño! -Gritó molesto. -Graziella desapareció una tarde, cuando salió de casa, y punto.

-Y punto... -Repetí sus palabras sin dar crédito al poco interés que mostraba al contar algo tan horrible que le sucedió a su esposa. -¿Cómo los encontraste? -Él sabía perfectamente que me refería a los que la asesinaron.

Se aflojó la corbata que llevaba alrededor de su cuello.

-Pues... ¡ya te lo dije! Mis muchachos investigaron durante mucho tiempo y al final dieron con ellos.

-Es gracioso -me senté frente a él con una sonrisa falsa, -siempre me dices que tus mafiosos los encontraron, pero no me cuestas cómo.

-No tengo por qué darte explicaciones sobre mis asuntos. -Su mirada se endureció, pero me dio igual. -Hace tiempo te ofrecí unirte a mi "negocio", pero lo rechazaste, ¿porqué debería darte información confidencial?

-¡Porque estamos hablando de mi madre, viejo insufrible! -Ataqué enfurecido.

-El único insufrible que hay aquí eres tú. -Hizo un gesto con la mano para restarle importancia. -Lo que los muchachos hagan o no, no es de tu incumbencia. El caso es que los encontraron, ¿no? ¿Qué más da cómo lo hicieran? -Se levantó de su asiento, anduvo unos pasos con mi vista fija en él y se paró para mirarme con dureza. -Deja de distraerte y acaba con el último. ¿Lo has encontrado ya?

Me levanté de la silla y me acerqué a él para que nuestras miradas llenas de odio quedaran a la misma altura.

-Eso, como bien has dicho antes, no es de tu incumbencia. -Sonreí retadoramente. -¿Por qué no me cuentas los detalles? A fin de cuentas, soy yo quien se encarga de asesinarlos.

-¡Porque no!¡No puedes exigirme nada, aquí el que da las órdenes soy yo! -Levantó la voz, sin embargo ni me inmuté.

-En este tema no eres mi jefe. -Murmuré con odio. -Y si alguna vez te hice caso, fue porque me diste pena. No eres más que un viejo amargado que basa su vida en arruinar la de los demás.

Nada más importa (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora