AXEL
Desperté al amanecer.
Miré con descaro a la muchacha de cabello ondulado castaño que dormía plácidamente a mi lado. La expresión tan relajada que mostraba su rostro me hacía sentir en paz.
Acaricié su mejilla con el dorso de mi mano, deleitándome con la suavidad de su piel, y sonreí. Había sido capaz de convertir mis tristes y nublados días en unos llenos de luz y alegría.
"Que cursi te has vuelto...", dijo mi subconsciente.
Aparté un mechón de pelo que caía por su cara, escondiéndolo tras su oreja, y continué observándola un poco más. Era demasiado satisfactorio verla descansar así, en mi lecho junto a mí.
-Despierta. -Susurré acariciando su sedoso cabello. Alessa se removió un poco, pero no abrió los ojos. -Nena, despierta. Hoy es tu primer día de clases.
-No quiero ir... -Balbuceó ensoñiscada, con los ojos cerrados y el ceño levemente fruncido. Sonreí y besé su frente.
-Vamos. -Sacudí uno de sus hombros con delicadeza. Abrió los ojos, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz. -Buenos días. -Dije sonriente y ella también sonrió.
-Buenos días. -Susurró. -¿Qué hora es? -Preguntó fijando su atención a la iluminación del dormitorio, pues el sol había salido hacía poco.
-Las siete menos veinte. -Besé su frente de nuevo y salí de la cama.
-¿Me llevarás tú a la universidad? -Preguntó incorporándose y rascándose un ojo.
-No, nena. -Entré al baño a ducharme, pero sin cerrar la puerta. -Lo hará Michael. -Abrí el grifo y me metí en la ducha.
-¿Quién es Michael? -Oí que preguntó.
-Es un viejo amigo. Se encargará de llevarte y recogerte en mi lugar. -Dije poniendo el agua más fría.
Unos minutos después, enrollé una toalla a mi cintura y salí de la ducha, encontrándome con Alessa apoyada en el marco de la puerta de brazos cruzados.
Era evidente que mi camisa le quedaba grande, pero no podría sentarle mejor. Había doblado las mangas para que le llegaran hasta el codo y dejaba a la vista sus hermosas y largas piernas, desde la mitad del muslo.
No supe porqué, pero esa imagen de ella me excitó. Su cabello despeinado, el hombro que quedaba expuesto debido al ancho del cuello de la camisa, esa mirada amarillenta...
"¡Joder! La tengo más dura que un rodillo de amasar pizzas!", pensé apartando la mirada, y me puse frente al espejo para cepillar mis dientes.
En el espejo pude ver el reflejo de Alessa. Estaba de espaldas a mí, recogiendo su pelo en un moño alto, y no pude evitar fijar mi mirada en su cuerpo. Empezó a desabotonar la camisa y la dejó caer al suelo, quedándose solo en bragas. Aferré mis manos al lavabo, intentando contenerme mientras repasaba con mi vista la piel desnuda de su espalda.
Sentí los latidos del corazón bombeando en mi erección cuando se quitó la prenda. Sin darse cuenta de que la observaba, se metió en la ducha y cerró la mampara translúcida para no mojar el suelo del baño, fue ahí cuando solté el aire de mis pulmones.
No podía dejar que mi polla pensara por mí, no en ese momento. Me moría por follarme a Alessa, pero no permitiría que llegara tarde el primer día de clases por mi culpa... Con el paso de los días ya se vería, pero el primer día ni de coña.
"Uno rapidito", pidió mi mente.
-¡Ni lo sueñes! -Me ordené a mí mismo frente al espejo cuando terminé de cepillar mis dientes.

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Nada más importa (Libro #1)
Подростковая литература¡Historia ganadora en los Ficti-loveawards2020! Alessa es una chica de veinte años que una noche se escapa del internado en el que está obligada a vivir. Pero sus planes no salen como espera porque ese mismo día es secuestrada por un hombre que tien...