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Ya casi estaba anocheciendo.

West y yo jugábamos en el jardín trasero, cerca del estanque, a que yo le tiraba una pelota y él iba a por ella. Intentaba enseñarle a que me la trajera, pero no era una tarea fácil. Corría tras el juguetito y cuando lo alcanzaba, lo olisqueaba y mordía. Yo se la quitaba de la boca y se la volvía a lanzar, esperando con ansias a que de una vez me la trajera. Sin embargo, tras muchos intentos, me desesperé y desistí.

Me senté en una fría roca que estaba cerca de la orilla del estanque, mirando al horizonte. Por el rabillo del ojo pude ver a West correteando de allí para acá intentando cazar una mariposa; cosa que me resultó extraña porque ya empezaba a hacer frío.

Ya no había vuelto a hablar con James desde aquel día. Le pregunté a Axel si ya había descubierto quien era, pero no me dio una explicación clara. Tampoco quise indagar mucho en el tema; James me caía bien, pero no le conocía tanto. Axel, sin embargo, era mi novio y no iba a posicionarme en el bando de un hombre prácticamente desconocido. Así que, si mi novio no quería contarme el motivo por el cual James le odiaba, no iba meterme de por medio.

De repente vi que West corría deprisa hacia el lado opuesto de donde se encontraba anteriormente. Le seguí con la mirada y entendí el motivo de su carrera. Axel, vestido con su característico traje negro y su corbata oscura, se aproximaba a nosotros. El perrito, que cada vez era más grande, quiso saludarle levantándose y poniendo sus patas delanteras en la cintura del pantalón de Axel. Lo apartó rápidamente, pero fue tarde porque ya le había manchado la impoluta prenda con el barro que había pisado.

-¡Puto bicho! -Exclamó con un toque de enfado en su voz. -Sabía que era mejor regalarte un loro. -Me reí ante su comentario y él me fulminó con la mirada.

-¿Qué? -Dije sonriente.

-¿Te hace gracia que el perro me ensucie? -Preguntó un poco molesto.

-Me ha hecho gracia tu comentario, nada más. -Respondí poniéndome en pie.

Se acercó a mí, enrolló un brazo en mi cadera juntándonos, y me besó con ansias.

-Un día largo, ¿verdad? -Susurré cuando nuestros labios se separaron.

-Muy largo. -Apoyó su frente en la mía.

Normalmente trabajaba hasta el medio día, pero de vez en cuando pasaba toda la tarde en la oficina de su empresa.

-Vayamos dentro, hoy tenemos visita.

-¿Visita? -Pregunté extrañada. -¿Quién viene esta noche?

Sonrió de lado, haciendo pequeñas caricias en mis riñones.

-Has pasado toda la tarde sola, lo menos que podía hacer era hacerte pasar una noche agradable. -Me apretó aún más contra su cuerpo.

-Me hubiera bastado con estar contigo. -Sonreí posicionando mis manos en su nuca.

-Deberías habérmelo dicho antes, nena -sonrió, -están a punto de llegar.

☆☆☆

-¿Sabes, Alessa?, deberías venir al gimnasio conmigo. -Dijo Selena. Tomó un trago de su copa de vino y volvió a mirarme. -Así no sentiría vergüenza por ir sola.

Mark y Selena vinieron a cenar. La verdad es que Axel tuvo una buena idea al invitarles; me lo estaba pasando genial entre sus anécdotas de universidad o instituto y los chistes malos de Mark.

Miré a Axel, sentado a mi izquierda, un par de segundos y supuse que la oferta de su amiga no le haría ni pizca de gracia.

-No estoy segura de... -Axel me interrumpió.

Nada más importa (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora