Epílogo

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Masie me abrazó con fuerza mientras yo me hundía en la miseria en la que me había sumergido desde que hablé con Axel por última vez. Sus brazos se pegaban a mí con cariño, pero yo no era capaz de sentir nada. No era capaz de notar nada que no fueran las lágrimas resbalando por mi rostro o la dolorosa opresión en mi pecho.

Axel me había dejado...

Después de todo por lo que luchamos, después de todas las adversidades que juntos superamos, después de al fin poder estar juntos sin preocupaciones... me dejó.

Sentía que estaba rota por dentro, que no era capaz siquiera de pensar con claridad. Mis ojos estaban llenos de lágrimas que se desbordaban rodando por mis mejillas cada pocos segundos y me dolía a rabiar el alma, esa parte de mí que Axel se había encargado de romper en miles de pedazos.

Masie acarició mi cabeza con suaves roces intentando levantar mi humor, pero sabía que eso no ocurriría, al menos por ahora. Ella se había ofrecido a dejar que me quedara en su casa hasta que estuviera mejor. No me pareció buena idea, pero su madre insistió en que me quedara y yo estaba tan destrozada que simplemente acepté.

Mi amiga se encargó de recoger mis cosas al día siguiente de llegar a su casa. Yo no quería nada de lo que dejé en la casa de Axel, pero Masie me dijo que lo mejor era traerlo porque no tenía dinero para comprar nada. Así que, sin darle muchas vueltas más al tema, dejé que ella se encargara de traer mis pertenencias.

Ambas estábamos sentadas sobre la cama de invitados en la que llevaba durmiendo las tres últimas noches. No había dejado de llorar en ningún momento, sólo cuando me dormía a altas horas de la madrugada. Incluso todavía tenía mis cosas en las cajas que Masie trajo porque era incapaz de hacer nada más que no fuera hundirme en un pozo de tristeza y amargura.

-Entiendo que estés así, créeme -la dulce voz de Masie sonó serena-, pero pronto se te pasará.

-Es que duele, Masie -confesé entre lágrimas con la voz rota-. Cuando le recuerdo el alma se me cae a los pies.

-Sé que duele al principio, pero estoy segura de que en menos de lo que piensas estarás mejor -alegó en un intento de subirme la moral-. Axel es un imbécil por dejarte marchar.

Al escuchar su nombre mi llanto incrementó y no pude hacer otra cosa que lanzarme a los brazos de mi amiga para llorar escandalosamente.

A mi mente vino su rostro y la última conversación que tuve con él y me fue imposible no sentir que mi corazón se rompía un poco más de lo que ya estaba.

Flashback

Los dos estábamos sentados en el sofá viendo una película de acción que ya tenía vista, pero la miré de todos modos. Axel, en cambio, parecía ausente y distraído, como si su cuerpo estuviera aquí pero su mente estuviera divagando en un mundo muy lejano. Aún así no quise meterme en lo que fuera que estaba pensando porque supuse que sería algo relacionado con Drew.

Si me ponía a pensar detenidamente, Axel había estado así desde que me rescató de las manos de William. Se pasaba todo el día pegado a mí, pero su mente se distraía con facilidad en cualquier momento, lo que me pareció muy raro porque él siempre fue una persona muy perspicaz y siempre estaba atento a todo.

Rodeé su cuello con mis brazos y dibujé una pequeña sonrisa en mis labios. Si él no iba a ver la película podríamos hacer otras cosas puesto que yo ya la había visto. Acerqué mi cara a la suya para darle un beso, sin embargo él se apartó ligeramente y miró hacia el frente con el ceño levemente fruncido.

Me quedé estática en mi lugar, sorprendida por su inesperada reacción, y aparté mis brazos de su cuello lentamente mientras le observaba confundida.

Nada más importa (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora