La semana se me pasó volando. Axel había estado raro durante unos días, parecía descentrado y alicaído, pero seguía siendo muy dulce conmigo. Los últimos dos días pareció que había mejorado con respecto a su humor y me alegré bastante, no me gustaba verle tan triste, por llamarlo de alguna manera.
Me acababa de despertar. Tenía la cabeza apoyada en el pecho de Axel, que subía y bajaba con pequeñas respiraciones. Me restregué los ojos en un intento de espabilarme y acostumbrarme a luz que entraba por el ventanal de nuestra espaciosa habitación. Levanté la cabeza para mirarle y estaba despierto. Sus majestuosos ojos me dieron los buenos días y yo me sonrojé.
-¿Has dormido bien? -Murmuró, y en su rostro se dibujó una mueca cariñosa.
-Plácidamente, como siempre. -Respondí sonriente apoyando la barbilla en su duro pecho.
Su boca formó una pequeña sonrisa mientras acariciaba mi pelo.
-Me alegro. -Dijo, y depositó un beso en mi frente.
Sonreí, le besé fugazmente en los labios y me levanté. Necesitaba una ducha después de todo lo que habíamos hecho la noche anterior, solo de pensarlo me ardía la piel de deseo.
Abrí el grifo y me quité la camisa de Axel, botón por botón, esperando a que el agua saliera caliente. Me daba una pereza descomunal ducharme cuando hacía frío, pero odiaba aún más sentir mi piel sucia. Metí una mano bajo el chorro para comprobar que la temperatura era de mi agrado y, sin pensarlo dos veces, me adentré en la ducha. El agua caliente caía sobre mi cabeza, resbalando por mi cuerpo, cuando sentí las manos de Axel aferrarse a mis caderas.
-¿Ibas a ducharte sin mí? -Dijo con voz sensual.
Sus dedos dibujaban círculos en mi piel masajeándola.
-Ahora no, cielo. Tengo un trabajo muy importante que hacer con Masie y no puedo llegar tarde a la universidad. -Me negué aun sabiendo que me moría por la idea que él tenía en mente.
Guardó silencio unos segundos antes de decir:
-Deja que te enjabone. -Susurró cogiendo el gel de ducha que había en una pequeña estantería de diseño a nuestro lado.
Empezó a esparcir el gel por mi cuerpo desde la espalda hasta las piernas. Yo aún seguía de espaldas a él cuando sus jabonosas manos llegaron a mis pechos. Los masajeó con lentitud y sensualidad, disfrutando de la situación. Quise apartarme porque sabía lo que estaba haciendo, me estaba engatusando con sus hábiles manos para conseguir su propósito. Pero no pude apartarme de él porque lo había logrado, había hecho que deseara que me hiciera suya mientras acariciaba con sus dedos mis pezones y les daba algún que otro excitante pellizco.
El calor me inundó, y no por el agua caliente, sino por lo excitada que estaba bajo sus lentos y suaves movimientos en mi piel.
Su boca se acercó a mi oreja y atrapó entre sus labios el lóbulo; chupándolo y mordiéndolo, lo que provocó que mi entrepierna ardiera expectante.
-Voy a hacer que te corras. -Susurró en mi oreja.
Su mano se deslizó por mi cuerpo hasta encontrar ese punto tan sensible que tenía entre las piernas mientras su otra mano jugaba con mi pezón. Inició movimientos circulares sobre mi hinchado clítoris mientras yo pegaba la espalda a su torso mojado y levantaba mi brazo para agarrar entre mis dedos su pelo. Cerré los ojos dejándome llevar por ese océano de sensaciones que él me provocaba.
-Axel... -Gemí mientras que la mano que él tenía en mis pechos descendía hasta llegar a mi entrada.
Sus dedos entraron en mi interior llenos de energía. Notaba cómo las piernas comenzaban a temblarme a la par que sus dos manos exigían que llegara al clímax. Sus dedos se adentraban en mí cada vez con más fuerza y mi clítoris me alertaba de que iba a estallar.
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Nada más importa (Libro #1)
Novela Juvenil¡Historia ganadora en los Ficti-loveawards2020! Alessa es una chica de veinte años que una noche se escapa del internado en el que está obligada a vivir. Pero sus planes no salen como espera porque ese mismo día es secuestrada por un hombre que tien...