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-¿Enserio, Axel? ¡¿Un puñetero guardaespaldas?! -Grité corriendo hacia él enfadada.

-¿Ya te has dado cuenta? -Respondió sin apenas inmutarse. Caminó a la cocina conmigo pisándole los talones.

-¿Cómo que si ya me he dado cuenta? ¿Desde cuándo Michael me vigila?

Rose estaba de pie limpiando los armarios escuchando nuestra disputa.

-Desde que Drew nos encontró en el restaurante aquella vez. -Se sinceró desinteresado, rebuscando algo en la nevera sin mirarme. -Desde entonces Michael vigila esta casa cuando no estoy.

West corrió hacia mí y se inclinó con sus patitas traseras para que le acariciara. Lo tomé en los brazos.

-¡No puedo ir por ahí con un gorila de ciento veinte kilos detrás de mí todo el tiempo!

-Y yo no puedo dejar que vayas por ahí sin saber que estás segura. -Se sentó en una de las sillas. Miró a Rose, que estaba pendiente de la conversación, pero enseguida apartó la mirada y tornó su atención a los armarios. Los cuales ya estaban relucientes.

-Pero es horrible. -Repliqué desplomándome sobre una de las sillas con West en mis brazos.

-La vida es horrible. -Se encogió de hombros, como si mi queja no le importara. Sacó su smartphone del bolsillo y revisó algo en él.

-¿Qué pensarán de mí Masie y James cuando le vean siguiéndome en todo momento?

-¿James? -Alzó la vista de su smartphone para mirarme con curiosidad. -¿El mismo James de...?

-Sí, el mismo. -Asentí, rasqué la mandíbula del cachorrito y lamió mi mano. -Está en algunas de mis clases.

-Ya empiezo a arrepentirme de costear tu carrera... -Dijo en voz baja, haciendo presión con sus manos en las sienes.

-No digas tonterías. -Me quejé. -Deberías estar agradecido con él. -Sabía que le molestaba mucho que tuviera una amigo hombre, pero James me salvó cuando él no estaba para hacerlo. -Él me ayudó desinteresadamente.

-Eso es lo que tú crees. -Observó mis ojos con rostro serio. -Por lo general, los hombres siempre quieren algo a cambio.

-Pues, hasta ahora, James no me ha pedido nada a cambio. -Refuté con mirada retadora.

-En algún momento lo hará, créeme. -Se levantó del asiento. -Ahora me doy cuenta de que hice realmente bien dejándote al cargo de Michael. -Acarició mi rostro con el dorso de su mano, haciendo que me erizara. -Le daré la orden de partirle las piernas a ese tal James si se te acerca a menos de dos metros. -Sonrió falsamente y besó mis labios con rapidez para después marcharse de la cocina.

Resoplé frustrada. Era consciente de que nada de lo que yo dijera o hiciera iba a hacerle cambiar de opinión con respecto a tener un guardaespaldas personal.

-No te ofusques, muchacha. -Dijo Rose posando una mano en mi hombro cariñosamente. -Es lógico que el señor Evans se preocupe por ti.

-Es que es demasiado protector. -Suspiré. -La gente a mi alrededor se preguntará porqué me sigue un mastodonte vestido de negro.

-Estoy segura de que Michael será precavido e intentará pasar desapercibido entre la gente.

-Tú no le has visto. -Me quejé levantándome y dejando a West en el suelo. -Es tan grande que apenas entraría por esa puerta. -Exageré señalando la puerta que daba al jardín trasero.

-Al menos te sentirás protegida. -Aseguró Rose con dulzura en su mirada. Asentí con la cabeza.

En eso tenía razón. Tras la amenaza de Drew y el incidente de esos desgraciados entendía en parte a Axel. Él no podía pretender ser mi sombra para protegerme siempre, pero que Michael estuviera pegado a mí como una lapa al casco de un barco me ponía de los nervios.

Nada más importa (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora