Rechazado.

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El sol empezaba a ponerse sobre los edificios altos de Seattle.
Mi mano se movía con rapidez sobre los documentos que tenía sobre la mesa rompiendo el silencio que reinaba en mi oficina con la punta del bolígrafo rasgaba la celulosa con brusquedad. A veces me gustaba el absoluto silencio para trabajar, y otra veces una suave música.
Franja Sinatra solía ser mi relajarte para arduos días de estrés y trabajo.
Andrea entra en mi despacho con un café y lo deja sobre la madera oscura de mi mesa y sale por la puerta vestida de riguroso negro.
No tengo un código de vestimenta para mis ayudantes, solo les pido que vistan de negro porque hace juego con las paredes grises de la planta presidencial de mi edificio.
Mi teléfono suena y lo cojo.

—Señor, la ayudante de la señorita Steele ha dicho que no está interesada.
¿Que no está interesada?
¿Que mierda es esta?
Rápidamente mi cuerpo entra en una cortante tensión y rechino los dientes entre sí.
No está interesada.
No me había molestado por su rechazo, no por que tuviera el ego por las nubes; era simplemente sorpresa.
A mí nadie me dice que no.

—Comunícame con ella inmediatamente.
Colgué el teléfono y me quedé mirando la pequeña pantalla esperando que se iluminara con la llamada de mi ayudante. La pantalla de mi ordenador estaba iluminada con un correo inacabado y encima de mi mesa tenía un par de documentos que requerían mi atención. La bandeja de entrada parpadeó con varios correos entrantes.
Había detenido mi vida para esperar aquella llamada y no me gustaba nada.
Cogí el auricular y escuché la voz de mi ayudante.

—Tengo a Christian Grey en espera para hablar con la señorita Steele.
Su ayudante vaciló.

—Disculpe, ¿tiene cita...?

— A mí no me hacen falta citas.—gruño al teléfono haciendo el silencio en la línea lo que aumentaba más mi enojo.

—Eh...Un momento, señor Grey.
Mi ayudante se desconectó de la llamada y yo me quedé esperando por dos minutos.
Dos putos minutos enteros.
No sabía quién era Anastasia Steele, no sabía cómo era ni de donde, pero en estos momentos estaba jugando con fuego.
A mis oídos había llegado que poseía una editorial y que están en números rojos.
Quiero proponerle comprársela, lo que jamás se me ocurrió es que esta mujer me daría largas de esta manera.
La ayudante de la señorita Steele retoma la llamada.

—¿De que se trata, señor Grey?
Aprieto los puños y casi me dan ganas de reírme.
¿Se están riendo de mí?
Suelto el aire.

—Me gustaría hablar con ella sobre la oportunidad de negocios que le he mencionado antes.—digo entre dientes y clavando el bolígrafo en el papel.

—Necesita que sea usted más específico.
Me cago en la puta.

—Cuándo hable con ella seré todo lo específico que quiera.

—Un segundo, señor.
Y espero.
Y espero.
—Señor Grey, lo siento pero la señorita Steele no está interesada. Agradece su oferta y le transmite sus mejores deseos.

—Pásame co...

—Que tenga un buen día, señor Grey.
Y cuelga.
A mí.
¿A mí?
¿Quién coño es esta mujer?
Cuándo estoy dispuesto a buscarla en Google mi hermano entra por la puerta dedicándole enormes sonrisas a mi ayudantes.
Pongo los ojos en blanco.

—Ey, bro. ¿Y esa cara?—gruño.—Te pareces al pitufo gruñón.—bromea y toma siento en unos de los sillones que hay frente a mi mesa.

—He intentado hablar con Anastasia Steele y no he conseguido que atienda a mi llamada. Ni dos minutos.

—¿Anastasia Steele?—dice con sorpresa.—¿En serio?—asiento.

—Ha rechazado reunirse conmigo dos veces.

—¿Pero es estúpida o que?

—La he llamado yo mismo y ni aún así he conseguido que me prestara atención.

—Hostias...

—No la entiendo. Tiene un negocio en banca rota y le ofrezco comprárselo. ¿Por qué no escucha mi oferta?

—No querrá una.
Me reclino en mi silla molesto mientras mi hermano despreocupado se pone de pie y nos sirve un par de copas.
Debería aceptar cualquier oferta que le ofrezca.
—No te ofusques. Vamos al club. Allí encontrarás una buena distracción.
Suspiro y le doy un largo trago a mi copa.
Otra noche rodeado de mujeres despampanantes con altísimos tacones y cortísimos vestidos que no dejan nada a la imaginación. No me impresionaban las mujeres que dejaban todo a la vista. Yo era más de sensuales sutilezas.
—¿Qué piensas hacer?—miro a mi hermano fijamente.

—¿Con qué?—una sonrisa burlona se dibuja en su cara.

—Vamos, Christian, te conozco. Sé que vas a hacer algo. No paras hasta que consigues lo que quieres. Y el echo de que esta mujer se niegue aumenta tu sed de sangre.
Lo único que sentía por ella era coraje. Era un negocio provechoso para ambos. Ella se desataría de un empresa que no le genera más que pérdidas y yo ganaría mucho dinero al venderla por partes. Pero ella había cortado mis alas de la manera más fría e indiferente sin siquiera oír lo que tenía que ofrecer. Nadie en su sano juicio me haría algo así. Esto se había convertido en una lucha de ego. Mi interés por su empresa se había multiplicado por mil.
—Le van a entregar un premio en la gala de Comercio.—de pronto, mi hermano tenía toda mi atención.

—¿En serio?—en ese momento ya sabía que asistiría.

—Sí, y espero que lleve falda porque está buenísima.
No podría importarme menos.
—Tiene unas piernas, y un culo...—contonea sus manos haciendo énfasis en su cuerpo.
Solo me interesaba su editorial.

—¿La conoces?—pregunto.

—Estuve en una reunión de bolsa con ella. Es una mujer muy inteligente y dejó a todos con la boca abierta. Es la mujer más rica del mundo...Es bastante intimidante. No me extraña que haya pasado de ti. Debe tener mucho ego.—
Me sorprendería que no fuera así.
Rápidamente cambiamos de tema y hablamos de lo que los tíos suelen hablar. Coches y deportes.
Pero su nombre aún resuena en mi cabeza.
Anastasia...

Próximamente....

¿Que os parece? ¿Vamos calentando para una nueva historia?👂👂
Oigo muchos ¡SIIIIIII!
😬😬
Estad pendientes, chicas. La publicaré muy pronto.

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