Perdón.

6.9K 484 11
                                    

   Christian.

La vida no podía sonreírme más.
Había conseguido a una mujer de ensueño. Una mujer preciosa, sexy, enloquecedora, exitosa e inteligente mujer.
Anastasia Steele lo tenía todo. Y era mía.
Para añadirle aún más incentivos estaba embarazada. De mi bebé.
El teléfono de mi mesa suena.

—Señor Grey, los señores Grey están aquí.—dice un tanto tensa.

—¿Los señores Grey?—digo confuso.

—El señor Carrik y el señor Elliot, señor.—dice.

—¿Qué?—digo sin aliento.—¿Juntos?

—Han llegado a la vez, eso es lo único que sé.—dice en voz baja.

—Que pasen.
Me pongo de pie inmediatamente.
Mi hermano entra y detrás de él mi padre.
Miro incrédulo a mi hermano y este se encoge de hombros igual de perplejo que yo.

—Hola, Christian.—dice mi padre nervioso. Está impecablemente vestido con un traje hecho a medida de color gris perla. Me dedica una amable sonrisa de dientes perfectos que ilumina sus ojos permitiendo deslumbrar el cúmulo de sentimientos. Siempre ha sido un hombre fuerte, frío, intimidante, un hombre al que temer. Pero hoy, hoy es alguien completamente distinto, hoy es el hombre que yo he admirado durante mi feliz infancia. Un padre que adora a su hijo. Los recuerdos que tengo de él se proyectan en mi mente como una diapositiva.

—Hola.—me limito a decir volviendo en sí intentado mantenerme indiferente.

—Ahora que os tengo a los dos aquí juntos, quiero pediros perdón.—dice con firmeza y el ceño fruncido. Sé que está intentado ocultar sus verdaderos sentimientos. Yo he hecho eso infinidad de veces.
Elliot le mira incrédulo y mi padre deja caer los hombros.—.Elliot, siento lo que te hice. No tendré vida suficiente para perdirte perdón.—dice mirándole con pesar.

—Va...Vamos a sentarnos.—les ofrezco, no por nosotros, si no por mi hermano que creo que se va caer de culo.

—Cuando vuestra madre murió todo se vino abajo. No es una excusa, lo sé.—niega con la cabeza.—.Debí estar para vosotros, sobre todo para ti, Elliot. Te di mi apellido, te reconocí como un hijo y te defraudé.—suspira.—A los dos. Me alegro mucho que estos años hayáis estado juntos como una verdadera familia y me siento muy orgulloso de los hombres en los que os habéis convertido. Y no me cabe la menos duda que vuestra madre estará igual de orgullosa.—me tiemblan las manos al oírle.
En mi despacho se hace el silencio.
Sé las palabras que quiero decir. Sé que es lo que siento al ver a mi padre ahí sentado diciendo las palabras que llevo tanto tiempo esperando oírle decir. Pero hay algo que no me deja. Algo que me impide hablar, algo que me impide moverme.
—Tan solo quiero que sepáis que de verdad me arrepiento de todo lo que os hice. Entiendo que el tiempo ha pasado y que no me merezco siquiera que me miréis.—dice mirándose los dedos en su regazo.—.Bueno.—se pone de pie y por acto reflejo doy un paso al frente. Sus ojos grises iguales a los míos me miran llenos de esperanza pero mis palabras siguen sin encontrar la salida.—.Me gustaría que pudiéramos quedar algún día para comer y...hablar.—dice dudoso.
Asiento lentamente agradecido de poder demostrarle algo para por lo menos poder continuar con lo que quiera que sea este acercamiento.
Su mirada se ilumina al verme y después mira a Elliot.
Le miro y este cruza una mirada conmigo.
Está igual de sorprendido que yo.
Vuelve a mirarle.

—Yo...—carraspea.—Yo tengo un hueco ahora.—le dice tenso pero con una mirada amable.
Siento como algo dentro de mí se dispersa, me siento más ligero y mi corazón se permite sentir un poco de alegría por este nuevo acercamiento a mi padre.
Carrik lo mira sin poder ocultar la emoción en su expresión, emoción con la que me alumbra a mí un segundo después.
Simplemente asiento.

Negocios de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora