Demostraciones y revelaciones.

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La fiesta de aniversario del Seattle Times estaba bastante bien. Nadie de la gente importante de Seattle había querido perderse asistir al evento. Tenía una sonrisa maliciosa mientras esperaba pacientemente que la gente viniera a saludarme.
Anoche, cuando Anastasia se fue le di muchas vueltas a todo. Muchas...
Llegue a pocas conclusiones, pero la única que tuvo resolución en mi cabeza pensaba ponerla en práctica esta misma noche. Y sabía que daría sus frutos.
Bebía champán mientras hablaba o hacía negocios. Nosotros, los empresarios, no perdemos una oportunidad para hacer buenos tratos. No tenemos descanso.
Taylor me manda un mensaje confirmándome que Anastasia había llegado, y tal y como ella había dicho con Rodríguez.
Oculté mis celos, ya que según ella, no entraban en nuestra "relación".
Ambos sabíamos que solo era sexo, y habíamos afirmado que no nos acostábamos con nadie más. Según ella no debía tener celos. Pero claro, qué fácil se ven las cosas desde sus ojos cuándo yo no le había dado motivos para que ella sintiera la amenaza.
¿Me seguís?
Bueno, pues esta noche comprobaremos que tan indiferentemente es la señorita Steele cuando alguien más ocupa un lugar que debería ser tuyo.
A lo lejos la veo.
Preciosa como siempre. Su majestuosidad es indiscutible y no pasa desapercibida para nadie.
Me giro para quedar de espaldas y rodeo la cintura de mi acompañante.
Ella me sonríe coqueta y levanta las manos para arreglarme la pajarita.
Diana es una ingeniera de una de las Navieras más grande del mundo. Es una mujer tremendamente atractiva, morena, con una mirada oscura muy sensual y un cuerpo de escándalo.

—Estas muy guapo, Grey.—sonrío y le guiño un ojo.

—¿Te apetece bailar?—ella asiente y la conduzco a la pista donde bailo con ella. Me río de sus comentarios, es una mujer divertida y muy bromista.

—Mi abuela decía que no había que fiarse de un hombre que sepa bailar.—dice burlona y yo sonrío ampliamente.

—Una gran verdad.—termino haciéndola girar.—¿Te apetece una copa?—ella asiente y la conduzco a la barra.

—Señor Grey.—me paro cuándo escucho que una voz me llama.—Me alegro de conocerle al fin. José Rodríguez.—el tío es alto, casi de mi estatura, va bien vestido con un traje a medida oscuro, es atractivo, la verdad. Su imperio está lejos del mío pero es bastante grande. Es un verdadero contrincante. Estrecho su mano con fuerza y una cortés sonrisa.
No me gustas, tío.
A su lado está Ana. Sonrío burlón al verla. Su expresión lo dice todo. Podría matarme ahora mismo con la mirada.

—Es un placer.—le digo al granjero.—Señorita Steele.—asiento cortés y devuelvo mi atención a Rodríguez.

—Estuve en una charla que usted dio en Nueva York. Su visón para las inversiones en bolsa fue muy inspiradora.—dice amable.—Verdad, Ana. Te lo comenté.—ella asiente sin hacer ningún comentario.

—Me alegro que le resultará esclarecedora.—comento simplemente. Siento la tensión de Ana a mi lado.
José mira a mi acompañante con una sonrisa.
—Déjame que te presente, Diana. Ellos son José Rodríguez.—ella le estrecha la mano educada.—Y Anastasia Steele.—Ana sonríe cortés y educada a Diana.
—Ella es Diana Cutler.

—Sé quien eres.—le dice a Ana.—Leí un artículo de prensa sobre tu empresa de energía. Y además, utilizo tu marca de maquillaje.—Ana traga saliva con dificultad.

—Me alegro que te gusten. He leído sobre unos de tus trabajos con...—carraspea.
—Un nuevo motor de arranque para los buques y es impresionante.—apenas pueden pasar las palabras por su garganta.
Rodríguez le pasa una copa y ella sonríe agradecida al cogerla rozando sus dedos.
Me tenso.
Él le rodea los hombros y le besa el pelo.
Me cago en la puta.

—Si nos disculpan, tenemos que saludar a más gente.—les digo lleno de celos y me doy la vuelta con Diana hacia la multitud.
Cojo una copa y casi la vacío.

Negocios de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora