Anastasia.
Tenía un ligero dolor de cabeza mientras intentaba terminar de escribir un correo.
No tenía muy buen cuerpo, sin duda los temidos efectos secundarios del alcohol que ingerí anoche estaban pasándome factura.
El teléfono de mi mesa suena con una llamada de Hanna.—Señorita Steele, el señor Rodríguez está aquí.—suspiro.
—Que pase.—ordeno.
José entra por la puerta con una expresión molesta.—¿Qué tal, Anastasia?—me da un beso en la mejilla y me siento a su lado en el sofá. Hanna nos trae café y lo deja en la mesa.
—Prefiero algo más fuerte.—espeta José levantándose y yendo hacia el minibar.
—Retírate.—dice con firmeza y casi desprecio. Frunzo el ceño mirándole y Hanna cruza una fugaz mirada conmigo.—No pagues tu mal humor con mi personal, José.—le reprendo cuando Hanna cierra la puerta.
José hace un movimiento despectivo con la mano.
Prepara dos copas y las deja en la mesita baja frente nosotros.
—Yo no quiero, Gracias.—levanta un ceja irónica.—Anastasia, ¿que está pasando contigo?—dice tomando asiento frente a mí.
—Últimamente no sé en qué piensas, estás siempre encerrada en tu casa. Pareces desquiciada.—es verdad que he estado echa una mierda, ¿pero que podía hacer? Mi vida se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos.—¿A esto es a lo que aspiras?—me quedo mirándole. Sus ojos oscuros me escudriñan sin perder detalle.—Me he enamorado, José. Es así de simple.—se echa a reír.
—Por favor. ¿De él? ¿Acaso no ves la clase de mujeriego que es? ¿Crees que no te volverá a traicionar?—alza la voz exasperado.—Madre mía, pensaba que eras más inteligente, Anastasia. Pensaba que de verdad habías aprendido algo de la vida. Tú padre debe estar revolcándose en su tumba.—me quedo sin aliento. Me encojo de dolor como si me hubiese dado una bofetada.—Yo quiero que seas feliz. Te has enamorado, vale. Pero joder, se nota a leguas que ese tío no te quiere. Solo está encaprichado, Anastasia. Abre los ojos de una vez.—bajo la mirada ocultando mi angustia y cojo la copa para bebérmela.
"No bebas, reina."
La voz preocupada de mi amor se cuela en mi cabeza haciéndose más y más distante en el fondo de mi cerebro y de inmediato dejo el vaso en la mesa.
—Eso es asunto mío, José. Si me equivoco mala suerte. Christian no me ha dado motivos para...—se vuelve a reír.
—Te vendió. Vendió tu vida y ahora tu imagen ha caído públicamente. Ya no eres una mujer fuerte, una mujer luchadora, ahora eres una mujer débil que se dejó manipular y golpear.—dice con desprecio.
El estómago se me revuelve.
—Conmigo estarás segura. Jamás te traicionaré. ¿Lo he echo alguna vez?—dice con voz suave y persuasiva.
Niego.—No, pero José, ya no puedo conformarme. Quiero a Christian y le quiero por encima de todo.—sus ojos se llenan de rabia y tira su copa contra la pared.—Lo siento.
—Cállate.—grita.—Eres una estúpida desagradecida. Con lo que hice por ti.—me pongo de pie de golpe mareándome.
Mierda.—Solo me dejaste dinero y te lo devolví. Tú eres el desagradecido, la mitad de tus negocios han sido gracias a mi influencia, tu imagen se levantó cuando la prensa empezó a creer que estabas conmigo, no me vengas ahora con gilipolleces. Yo no le debo nada a nadie.—siseo cabreada y antes de reaccionar siento como si el ojo me explotara.
Caigo desplomada al sillón con la cara ladeada.
Me ha abofeteado.—Eres un...—los ojos coléricos y terroríficos de Christian se cruzan con los míos.
—¡Ese tío es un hijo de puta!—miro a José y me echo a reír.
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Negocios de amor
FanfictionAcostumbrado a hacer lo que él quiera, nunca había oído un "no" por respuesta. El empresario más joven y exitoso de los Estados Unidos encuentra el amor entre negocios, secretos, y ambición convirtiéndose en una peligrosa obsesión. Los personajes pe...