Bajé del coche y rápidamente lo reporteros empezaron a hacerme fotografías.
Estaba acostumbrado a ir a este tipo de eventos y siempre me hacían las mismas preguntas incómodas, personales y maleducadas.
Sonreí al séquito periodístico con una sonrisa amable y entro en la sala de eventos del Atenea donde toda la alta sociedad de Seattle estaba congregada y vestida con sus mejores galas para la ocasión.
Rápidamente vi como muchas miradas se posaron en mí. Saludo a algunos hombres que conocía y me acomodo con una copa de Bourbon al final de la sala.
Tomo un largo trago intentado apaciguar mi estado ansioso.
Casi resulto hasta cómico.—Ella es propietaria principal de una de las empresas de belleza y cosmética más grandes del mundo. Con una poderosa influencia en los negocios y en el ámbito de la energética. Es un honor poder otorgarle el premio a mejor empresaria del año a la señorita Anastasia Steele.—los aplausos se hace. ensordecedores mientras miro hacia el final de la corta escalera que lleva al escenario y entonces la veo.
Empieza a subir las escaleras en unos altísimos tacones sin sujetarse a la barandilla. Sus kilométricas piernas tonificadas quedan expuestas gracias a la falda de tubo negra que estiliza sus caderas y realzan su culo.
Trago saliva.
¡Joder, vaya culo!
Anda con elegancia y soberbia por el escenario. Destila poder.
La camisa de seda blanca abotonada hasta el cuello se ajusta a la altura de su pecho marcando sus pechos.
Apoya las manos en el atril y fija su mirada hacia el montón de gente. Una mirada clara, en concordancia con su piel pálida y su larga melena castaña que cae sobre sus pechos en suaves ondas.
Empieza a hablar y todo el mundo se calla. Yo tengo la mirada perdida en ella, y en su boca. Su voz tranquila pero firme llena cada rincón de este salón.Parpadeo cuando escucho el atronador ruido de los aplausos cuando termina su discurso y me uno a ellos brevemente.
Ando hacia ella que baja del escenario y dos personas la rodean. La gente la felicitan y ella responde a todo con una cordial sonrisa.
Cuánto más la miro más guapa me parece.
El pelo le brilla perfectamente peinado bajo lo focos del techo y cuando me acerco a ella una mujer me intercepta atravesándose en mi camino.—¿Qué es lo que desea, señor?—sostiene con firmeza un i-Pad. Será alguien del equipo de la señorita Steele.
Clavo mi mirada en ella fijamente dejándole bien claro que no me intimida. Ella se mantiene firme durante unos segundos mientras su rubor se expande y su mirada tiembla. Baja la cabeza y se hace a un lado.
Bien.
Clavo la mirada en la mujer que tengo frente a mí igual que ella me clava la suya.
Azules.
Sus ojos son azules. Increíble azul.
Mantenemos el contacto, puedo sentir la intensidad de mi mirada sobre ella, quiero intimidarla, pero ella no es una mujer que se deje dominar. Se mantiene erguida, con los hombros alineados y una expresión impasible mientras me acerco.
Me planto frente a ella y me quedo mirándola, ambos analizándonos. Poniéndonos a prueba.
Puedo sentir el poder que esta mujer destila.
Pero esos labios...
Extiendo la mano hacia ella.—Christian Grey.—le digo y ella asiente y me estrecha la suya con fuerza. Increíblemente fuerte.
—Anastasia Steele.—sin poder evitarlo miro sus labios al pronunciar su nombre con suavidad.
—Enhorabuena por el premio, señorita Steele.—sus labios se suavizan dibujando una sonrisa.
—Gracias, señor Grey.
—Ha sido un gran discurso.—miento descaradamente. Estaba mirándola a ella y no he prestado atención.
—Dudo que un hombre con tanta experiencia como usted haya aprendido algo nuevo.—dice a la defensiva y yo me pierdo una vez más en sus labios.
¿Serán tan suaves como se aprecian?—Es un cumplido viniendo de usted. Aunque no debe tenerme en tan alta estima si no consigo tenerla al teléfono ni dos minutos.
Ella estrecha sus enormes ojos azules analizándome. No le sorprende mi comentario puesto que ya lo esperaba.—Ahora tengo dos minutos, señor Grey.—dice con firmeza.
Contra más la miro más sexy me parece.
Miro la piel de su cuello expuesta y pienso en cómo olerá y si será tan suave como parece al pasar la lengua.
Clavo mi mirada en ella.
Me encantaría tenerla en mi cama. Follármela hasta que grite.—Soy un hombre que no termina en dos minutos, señorita Steele.
Tanto si pilla mi comentario o no, ella ni se inmuta. Otra en su lugar se habría tirado a mi cuello con tan solo una sonrisa, pero ella era diferente.
—Vayamos a cenar. Debe tener hambre después de todo este follón.—no morderá el anzuelo, lo sé.—Tengo planes para cenar.—es dura de pelar.
—Entonces quedemos en mi oficina.—casi se echa a reír.
Su soberbia no tiene límites y ha topado con mi alter ego.
Como me gustaría llenarle la boca con algo para que esté calladita.—Señor Grey, no me interesa ningún tipo de acuerdo empresarial con usted. Pero me siento halagada, debo decir.
Su insistencia en rechazarme solo eleva mi empeño en conseguirla.
¿O acaso no es la buena empresaria que todos creen?—No es muy inteligente rechazar una oferta que aún no se ha escuchado. Regla número uno de la escuela de negocios.
—No tenía idea. No fui a la
universidad.—su firmeza ante mí es algo que me está volviendo loco.
Su pelo, sus labios, sus pechos. Es un bocado tentador. Y empiezo a preguntarme en qué estoy más interesado, si en su empresa o en ella.
Es una luchadora que ha superado cualquier expectativa con creces y ni siquiera a necesitado ir a la universidad.
Esta preciosa mujer que se no deja amedrentar y que es fuerte y poderosa.—Me interesa su editorial. No está en un buen momento y tengo muy buenas ideas par...
—Conozco perfectamente mis finanzas, señor Grey.—entrecierra los ojos con molestia.—Y como ya le he dicho, no estoy interesada en vender.—mira su reloj.—Ya han pasado los dos minutos. Que le vaya bien.—pasa por mi lado dejando una suave estela de su caro perfume.
Me ha dejado aquí plantado, rechazado y empalmado.
Meto las manos en mis bolsillos para evitar que mi erección sea visible para los demás y me encamino hacia la puerta mientras su voz se hace eco una y otra vez en mi cabeza.
No le ha temblado el pulso para darme la patada. Esta mujer sí que sabe hacerse valer. Elliot tenía razón. Esta buenísima.
Dios, me pone mucho.
Su rechazo no hace más que incentivar mi ansia de caza.
Anastasia...
Bonito nombre.
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Negocios de amor
FanfictionAcostumbrado a hacer lo que él quiera, nunca había oído un "no" por respuesta. El empresario más joven y exitoso de los Estados Unidos encuentra el amor entre negocios, secretos, y ambición convirtiéndose en una peligrosa obsesión. Los personajes pe...