Sabía el código del ascensor. El portero me conocía y no me ha detenido. Por eso ahora mismo estoy subiendo a su ático.
Las puertas se abren y todo está oscuro. Tan solo la débil luz de una pequeña lámpara de lectura alumbra su cuerpo encogido en el sofá.
Tenía las rodillas encogidas y con las manos se las abrazaba contra su pecho.
Rápidamente voy hacia ella y la abrazo.
Ella se tensa y forcejea suavemente.—Estaba preocupado.—confieso.
—Estoy bien.—susurra con la voz adormilada. Le beso la cabeza y hundo la nariz en su pelo.
Cómo la he echado de menos.
La piel de su brazo se eriza de frío y tiro de una manta de pelo que tiene en él respaldar del sofá y la cubro con ella.—Estas borracha.—sonríe y asiente.
Me mira un segundo antes de cerrar los ojos.—Es hora de que te vayas, Grey.—su voz apenas se oye mientras lucha por mantener los ojos abiertos.
—No voy a irme a ningún sitio, Anastasia.—ella suspira y vuelve a cerrar los ojos.
—Espera, no te duermas aún.—abre un poco los ojos y la levanto del sofá en brazos. Sin decir nada más la llevo a la cocina y le sirvo un vaso de agua. Ella se lo bebe y la vuelvo a coger para llevarla a su baño. La siento en el lavabo y busco entre sus cajones bajo su atenta mirada cansada pero sorprendida.
Ella no me da ninguna indicación, ni siquiera parece molesta, así que yo rebusco sin vergüenza entre sus cosas personales atento y curioso a todo lo que veo como si fuese un niño en una tienda de juguetes.
Encuentro lo que busco. Algodón y desmaquillante.
La desmaquillo con meticulosidad mientras ella recibe mis atenciones paciente y callada.
Cuando la desmaquillo cojo su cepillo de dientes y lo meto debajo del dosificador de pasta. Yo tengo uno en casa y es muy útil y limpio.
Pongo el cepillo delante de su boca y ella me mira un segundo ante de abrirla para dejarme hacer mi trabajo.
Le paso un vaso que he visto en el cajón para que se enjuague y ella lo hace obedientemente. Veo como está más espabilada, sus ojos ya no están tan en las nubes, pero si cansada.
La vuelvo a coger, esta vez ella me está rodeando la caderas con sus piernas y apoya la cabeza en mi hombro. La dejo a los pies de la cama y le quito el vestido acariciándole la espalda. Su omóplatos se mueven lentamente bajo mis manos.
Le quito el sujetador y despliego el edredón de la cama evitando todo contacto con sus pechos por que me volverán completamente loco.
Ella se tumba obediente y la arropo. Me quito rápidamente la ropa y me tumbo a su lado. Le cojo la mano, con la otra le acaricio el pelo mientras nos miramos.
El corazón me late con fuerza alterando mi sistema nervioso. No poder tocarla estos días ha sido un calvario.
La necesito conmigo. Todos los días.—Te he echado mucho de menos.—sus ojos descienden hasta mis labios mientras se lo digo y los cierra con pesar.—Dormir sin ti ha sido un infierno.—le acaricio la mejilla hasta la barbilla y subo un poco su rostro para que me mire.
—Yo te he visto la mar de feliz. Has salido, has estado con otras mujeres. ¿Sabes que he echo yo?—su voz destila desdén y su mirada coraje.—Estar aquí, encerrada. Dándote el tiempo que tú me pediste.—la ira enciende sus ojos y ya no queda rastro de los efectos del alcohol.
—Yo no me he acostado con ninguna mujer.—la callo antes que la bomba nuclear estalle y reduzca la ciudad a cenizas. Ella aprieta los labios.
—Solo salía con mis amigos porque no hacía más que quemarme la cabeza cada puto segundo contigo y todo lo que conllevas.—parpadea y respira hondo. Francamente, yo también.
Tenemos que calmarnos.
—No quiero echarte nada en cara. Aunque podría. Tú eres la que públicamente tiene una pareja y yo el gilipollas con el estás escondiéndote. ¿Sabes lo que eso es para mí?—Dijiste que no tenia porque salir en la prensa si no quería.—me recuerda.
—Y así es. Cuándo solamente eras un puñetero polvo más, una muesca más en el cabecero de mi cama. Y no te pido que salgamos a la calle como una feliz pareja gritando al mundo que nos acostamos. Te pido poder ir a cenar y poder cogerte la mano. Ir a algún acto contigo y poder estar a tu lado.—frunce el ceño.
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Negocios de amor
Fiksi PenggemarAcostumbrado a hacer lo que él quiera, nunca había oído un "no" por respuesta. El empresario más joven y exitoso de los Estados Unidos encuentra el amor entre negocios, secretos, y ambición convirtiéndose en una peligrosa obsesión. Los personajes pe...