La música del Acord sonaba llenando cada rincón del nuevo local de moda en Seattle. Mi hermano y mi mejor amigo estaban sentados frente a mí, ambos con una mujer bajo el brazo.
El sofá se hunde a mi lado y una rubia me sonríe poniendo la mano encima de mi pecho. Ni siquiera me muevo, pero tampoco la retiro.
Mi intención al estar aquí esta noche es otra. Mi mirada vuelve a caer en la entrada. Más gente entra pero nada de ella. Nada de la castaña que me ha robado el pensamiento.
Sé que vendrá por qué mi amigo es el dueño y me ha dicho que vendría mucha gente importante, entre otras, ella.—Ey, tío. ¿Qué te pasa esta noche?—pregunta Ethan sentándose a mi lado.
Le doy un sorbo a mi cerveza.—Nada.—vuelvo a mirar de reojo la puerta y ahí está ella.
Me tenso de golpe.
Anda en tacones como si fuesen su segunda piel. Lleva un vestido de color burdeos, corto y sin mangas que le queda entallado realzando sus atributos.
Cierro el puño sobre mi muslo.
Viene con dos amigas; una de ellas es periodista y la otra empresaria.
Jóvenes y atractivas.
Uno de los guardas las conducen a uno de los reservados y yo aparto rápidamente la mirada cuando noto que llevo mucho tiempo mirándola.
Mi mejor amigo me mira con la incredulidad pintada en la cara.
Mierda.—¿La conoces?—me pregunta mirando hacia el reservado.
—Solo a una. Anastasia Steele. Iba a comprarle su editorial.
—¿Pero?—me encojo de hombros ante la mirada verde expectante de mi amigo.
—No quiere vender.—se ríe.
—Eso debió dolerte, ¿no?—se burla. Doy otro sorbo a mi cerveza ignorando la punzada de desesperación que me produce el no haberla conseguido. No haberla conseguido a ella.
Prácticamente le rogué por tenerla, pero ella se deshizo de mí sin miramientos.
Mi amigo decide dejar el tema y pasamos a una conversación de fútbol.
Paso de la cerveza al Bourbon mientras sigo hablando con mis amigos.
Cuando fijo la mirada en la pista la veo bailar. Aprieto los dientes al ver cómo se la comen con los ojos.
Me reclino en mi sillón sin dejar de mirarla. Baila con sus amigas y ríe despreocupada. Pero algo se enciende dentro de mí cuando veo que un gilipollas se acerca a ella y la coge de la mano dándole una vuelta. Y ella se deja llevar.
Salto de mi sillón y voy hacia ella sin saber bien que es lo que hago.
Le rodeo la cintura y la pego a mi pecho.
Fulmino con la mirada al desgraciado advirtiéndole que o se va, o le arranco la cabeza.
Se larga.
Eso es capullo.
Bajo la mirada a la mujer que tengo entre los brazos que me mira con una mezcla de enfado y sorpresa.
Gangsta de Kehlani suena en la pista mientras seguimos pegados el uno con el otro. Nuestras miradas se desafían mientras nuestros cuerpo se niegan a separarse del otro.
La sensual música rompe y la pego más a mí moviéndome contra ella.
Su cuerpo caliente contra el mío me la pone dura, muy dura.
¿Qué tiene esta mujer?
Se mueve frotándose sensualmente subiendo las manos por mis brazos hasta mi cuello y me canta un poco de la canción al oído.—Tengo secretos, secretos que nadie sabe.—su voz sensual me llega de pleno y cierro los ojos.
¿Podría ser más sexy?
—Soy buena es esta mierda coño.—gimo al oír esas palabras de su boca.
Mis manos se aferran a su vestido de seda muriéndome por arrancárselo.
—Quiero a alguien con secretos, secretos que nadie sabe.—hundo la cara en su pelo y le acaricio la oreja con mis labios.—Anastasia.—le digo al oído.—Voy a hacerte mía. Voy a llevarte a mi casa y voy a besarte y follarte hasta consumirte.—se remueve contra mí con un leve contoneo.
—Nadie va a impedir eso, ni siquiera tú.—su mano acaricia mi nuca removiéndome el pelo. Tengo el cuerpo en completa tensión. Se separa de mí y me analiza.—Ya sabes lo que pienso de eso.—me dice.—No quiero estar en las páginas de cotilleos mañana. Mi vida privada es mía, Grey.
—Sí no quieres estarlo no lo estarás.—ella me mira escéptica.
—Todas las mujeres que te rodean acaban ahí.—dice sin titubeos.
Me inclino y le acaricio la nariz con la mía.—Están ahí por que ellas quieren estar. Sí tú no quieres que nadie lo sepa, nadie lo sabrá.—una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. Y, antes siquiera de darle tiempo a pesar tiro de ella hacia fuera de la pista y fuera del club.
Mi chofer ya espera por mí. Abro la puerta para ella y me subo a su lado subiéndola en mi regazo.
Enredo la mano en su pelo echándole la cabeza hacia atrás y la beso.
En la vida he estado tan excitado.
Sus labios se mueven contra los míos; me chupan, me muerden.
Es el cielo en la tierra.
Acaricio su muslo suave como el terciopelo subiendo su vestido pero no llego a su sexo. Sus manos me aprietan el cuello en desacuerdo.
La quiero necesitada. La quiero suplicando por mí. Esta mujer no ha echo más que darme largas durante toda la semana y quiero que me implore.Entramos en mi apartamento entre besos y caricias.
A regañadientes me separo de sus dulces labios y la miro extasiado.
Dios, como la deseo.—¿Quieres algo de beber?—le ofrezco como un caballero. Ella sonríe y se gira entrando en la estancia.
Se lleva las manos a la espalda y desliza la cremallera de su vestido y lo deja caer al suelo.
Tiene un cuerpazo. La visión de su tanga negro me deja boquiabierto.
Tengo una importante erección que empieza a dolerme.
Anda únicamente en tacones y en ese diminuto tanga hacia mi habitación y yo simplemente la sigo como un perrito faldero con la mirada clavada en ese culo firme que se contonea con un vaivén hipnótico.
Se sienta en mi cama hecha la dueña y señora de mi casa y se quita los tacones.
Dios, que tetas tiene.
Me quedo mirándola frente a ella con las manos metidas en los bolsillos muriéndome por tocarla.
El espectáculo es increíblemente erótico.
Se pone de pie sin dejar de mírame y lentamente se baja el tanga.
Me está provocando la muy descarada.
Su lengua pasa por sus labios mientras anda hacia mí.
Bordea con su dedo índice la cinturilla de mi pantalón y me quieta en cinturón con maestría. Su mano se pasea por mí erección e inconscientemente elevo la pelvis buscando su mano.
En sus labios una sonrisa triunfadora se dibuja con descaro.
Me muerdo el labio.
Se alza sobre mis labios rozándolos con los suyos mientras baja la cremallera de mi pantalón.
Sus dientes se clavan en mi labios cuando libera mi polla y la envuelve con su húmeda prenda íntima.
Gimo.
Está empapada.
Estoy cachondo y deseando follármela.
Empuño su pelo en mi mano y la beso.
Ella gime dentro de mi boca mientras me masturba con su prenda.
Levanto las caderas contra su mano pidiendo más.—Joder...—susurro.
La empujo con suavidad en la cama mirando su cuerpo vibrante y su mirada excitada. Abre la boca y se lame los labios.
Que mujer más sensual.
Me cierno sobre ella lentamente besando su vientre plano, paso la lengua por sus pechos y sus pezones.
Joder, son tan provocadores.
Cojo uno con mis dientes y tiro con suavidad haciendo que ella se arquee en la cama.
Subo por su cuello hasta sus labios.
La miro un segundo absorbiendo todo de ella.
Está absolutamente arrebatadora.—Quieres que te folle lento y profundo o...
—Duro.—jadea.—Quiero que me folles duro, Christian.—mi nombre en sus labios pidiéndome que la folle duro es una oración.
Las palabras más enloquecedoras que haya oído en mi vida.
Saco un condón de la mesita de noche y me enfundo con el.
Me inclino sobre ella y la miro a los ojos azules como el cielo. Brillantes y excitados.
Es una belleza despampanante.
Ya lo creo.
La beso mientras me hundo en ella dándole un poco de tiempo para que asimile la intrusión.
Joder, incluso con el látex puedo notar lo húmeda que está. Y tan estrecha. La calidez de su interior me da una espléndida bienvenida y me quedo ahí unos momentos.
Que bien se siente.
Sus manos acunan mi cara mientras nos besamos y mueve las caderas deseosa.
Sí, preciosa, yo tampoco aguanto más.
Salgo de ella y entro de un empujón haciéndola gritar.
Aprieto los dientes concentrándome en no correrme. Aunque es difícil, ella me pone mucho.
La envisto una y otra vez."Quiero que me folles duro, Christian."
Lo hago más fuerte. Enredo la mano en su pelo y busco su boca.
Su lengua roza la mía con fervor, su pasión es desbordante. Bajo la mano a su clítoris resbaladizo e hinchado y lo acaricio suavemente. Sabiendo que tan solo con eso ella explotará.
Y lo hace, su grito retumba en mi habitación y entra por mis oídos hasta mi cabeza haciéndome eclosionar casi por primera vez en un orgasmo tan arrollador que me deja sin aliento, sin consciencia y totalmente descolocado.
Flipante.
En la vida había tenido un orgasmo tan placentero.
Me dejo caer en la cama sobrepasado y arrastro a esta preciosa mujer conmigo rodeándola con mis brazos.
No tengo palabras.
No sé que decir.
Le beso suavemente en hombro y cierro los ojos.
ESTÁS LEYENDO
Negocios de amor
FanfictionAcostumbrado a hacer lo que él quiera, nunca había oído un "no" por respuesta. El empresario más joven y exitoso de los Estados Unidos encuentra el amor entre negocios, secretos, y ambición convirtiéndose en una peligrosa obsesión. Los personajes pe...