Capítulo 7

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A la mañana siguiente cuando Gena bajó, únicamente estaba su madre desayunando en el comedor

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A la mañana siguiente cuando Gena bajó, únicamente estaba su madre desayunando en el comedor.

—Buenos días. No pasaste muy bien la noche por lo que veo —agregó doña Ernestina, al ver a su hija un poco cansada.

—No —respondió ella—. ¿Y mi papá? ¿y Linda?

—Fueron al centro, tú papá necesitaba hacer algunas diligencias, y Linda quería ir a dejar el catálogo del almacén.

—Me hubiera dicho y pudiéramos haber ido a ver las telas para los vestidos de damas —agregó Gena.

—Sí, yo también lo pensé, pero está molesta contigo.

—¿Por qué? —dudó Gena.

—El comentario que hiciste ayer no le cayó nada en gracia, por poco logras que William cambie los planes que tienen para su boda.

―Pensé que ya se le había pasado.

―Fuiste demasiado insensata en tú comentario.

—Fuiste tú quien quiso que diera mi opinión por si no lo recuerdas —dijo Gena, sirviéndose un poco de café.

—Sí, pero deberías pensar más en los intereses de tú hermana que en los tuyos, cuando se trate un tema en el que la afectada pueda ser Linda.

—Anoche soñé con lo que me pasó —agregó Gena.

La cara de doña Ernestina cambió inmediatamente, olvidándose por completo del tema del que estaban hablando.

—Ya te dije que no le prestes importancia.

—Te he oído decir eso muchas veces mamá.

—Y los seguirás escuchando. Gena, por suerte no recuerdas nada y eso es un punto a favor para ti.

—Recuerdo perfectamente cuando me arrastró al campo y lo que sentí mientras lo hacía, también recuerdo que me desperté y mi ropa interior no estaba. Además, creo que le prestas poca importancia a esto, que se te olvida que si en algún momento me caso, saldré muy afectada cuando mi esposo se dé cuenta de que ya no soy virgen.

—No vuelvas a decir eso nunca más. Además, no hables de esposo, cuando ni siquiera a Rodolfo le has querido dar una oportunidad ―dijo con voz baja.

—¿Con qué cara mamá? Estoy segura que tanto él, como todo hombre desea tener a una mujer pura como esposa. Y se me acercan porque creen que lo soy, ¡Gran error! incluso Linda se apena cuando quiere hablar sobre su nervios por la noche de bodas conmigo. 

—Tú eres una mujer pura ¿Quién te ha dicho que no?

—¡Ay, mamá por favor!

—Deberías comenzar por aceptarlo, para luego preocuparnos por lo otro. Rodolfo está muy interesado en ti.

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