Capítulo 20

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Cuando Gena llegó a su casa no era muy tarde

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Cuando Gena llegó a su casa no era muy tarde. Ricardo la había llevado de vuelta al hospital y de allí ella manejó hacía su casa. Cuando llegó un hermoso arreglo de flores la esperaba.

—¿Qué es esto? —preguntó a su madre al ver las rosas en su habitación.

—Vinieron hoy, al parecer son de Rodolfo.

—¿Y por qué las subieron? Sabes perfectamente que no quiero saber nada de Rodolfo.

—Gena... he estado pensando y creo que Rodolfo está muy arrepentido por lo que hizo. Hoy vino a casa y...

—¿Lo dejaste pasar?

—No quería hacerlo, pero estaba demasiado afectado por la situación.

—¡Mamá me engañó!

—¡Hay Gena por favor! No te hagas la santa que sé perfectamente que saliste con un hombre hoy.

—¿Cómo sabes eso?

—Me dijo una amiga que te vio salir del hospital con un tipo. Muy galán según me lo describió ¿quién es?

—No es algo que debas saber mamá. Y por lo que al tema de Rodolfo se refiere, sea como sea, me engañó y si lo hizo ahora, seguramente lo va a seguir haciendo. Y no lo quiero lo suficiente como para poder estarle disculpando sus faltas.

—Gena, Rodolfo me explicó que fue la señorita Curier quién se le acercó. Cosa que no dudo porque por si no lo recuerdas siempre fue ella quien andaba detrás de él.

—Te escucho y enserio que no puedo creerlo. Mamá, fueron dos meses, no una noche.

—De la forma que sea, piensa Gena. Rodolfo está muy apenado y arrepentido por su falta. Sí lo perdonas, no habría forma que te reproche lo tuyo si se da cuenta, no tendría la moral para hacerlo pues fue él quien te falló primero.

—¡Enserio que eres asombrosa mamá! Por un momento realmente creí que te preocupaban mis sentimientos, y no te contesto, únicamente porque sé que eres mi madre.

—Gena...

—¡No más mamá! Lo que a mí me pasó es muy diferente a lo que Rodolfo hizo. Me violaron mamá, me violaron —dijo Gena, con mucha furia, pero manteniendo el timbre de voz bajo—. No fue mi decisión, pero la relación que él tuvo con Rosa Curier, fue más que su decisión, fue su elección y por su puro gusto. Y lo lamento, pero yo no voy a perdonar eso. Además, que no lo quiero como tendría que quererlo para casarme con él.

—¡¿Qué dices Gena?! Sí el mismo día que vino el señor Curier le dijiste a tú padre que lo amabas.

—No sabía lo que decía mamá. Y por favor no digas nada más.

Doña Ernestina salió de la habitación de su hija, sintiéndose muy ofendida por la reacción de Gena, pues ella creía que lo único que hacía era tratarla de ayudar. Sabía que lo que había hecho Rodolfo era algo difícil de aceptar, pues no se trataba únicamente de la falta, si no que los señores Curier le estaban exigiendo que se casara con su hija para que le cumpliera por la falta que le había ocasionado. Pero pensaba en que al final nada lograrían los Curier, y por esa misma razón su hija podría continuar con los planes que tenía con el joven Pittman.

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