Capítulo 34

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Por suerte el infarto quedó únicamente en un susto de muy mal gusto

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Por suerte el infarto quedó únicamente en un susto de muy mal gusto. Una lista de medicamentos y muchas indicaciones por parte del médico en la que incluía alejarlo de todas aquellas emociones que lo estresaran o lo hiciera enojar.

—De seguir con todas las indicaciones, tendremos a don Flavio para rato —puntualizó el médico.

—Lo acompaño a la salida doctor —agregó Gena, mientras su madre cerraba la puerta de la habitación en la que estaba don Flavio durmiendo.

El doctor tenía un aprecio especial por don Flavio, así que antes de irse volvió a recordar las instrucciones ya dadas.   

—Me asusté mucho —suspiraba Gena—, no podría con otra pérdida.

—Ojalá sea cierto —respondió doña Ernestina con pesadez—, ya escuchaste las indicaciones del médico. Debemos alejarlo de todas aquellas emociones que le causen estrés, ansiedad u enojo. Comprendo que lo que estás viviendo no es fácil, pero con el dolor de mi corazón voy a pedirte que seas más discreta con tu duelo, ahora creo que podemos entender que no solamente para ti esta situación está siendo difícil, si no que también para tu padre. Él se siente culpable y al parecer ver el dolor que hay en ti, lo hace sentirse aún más culpable. Gena, hija, en realidad no tengo idea de qué es lo que se sufre cuando pierdes a un ser amado, pero no estoy lista aún para comprenderlo —terminó, con la voz entre cortada.

—Mamá, recién me enteré. ¿Papá está bien? —preguntaba Linda.

—Por suerte sí, pero que bueno que llegas contigo también tengo que hablar.

Su tono era molesto.

—¿Sobre qué?

Linda parecía confundida.

—A tu papá le llegaron lo chismes de los problemas maritales que estás teniendo, cosa que le molestó mucho. Así que Linda si en verdad quieres a tu padre, te pediré está única vez que seas más prudente con los pleitos que tienes con William, por nada del mundo voy a permitir que esto vuelva a suceder. El doctor fue específico en decir que Flavio debe estar tranquilo y si ustedes como hijas no pueden con ello, es mejor que se vayan olvidando que tienen un padre, no voy a permitir que le pase algo.

Doña Ernestina estaba molesta pero al mismo tiempo preocupada; una sola debilidad tenía y justo era su esposo, más que nadie sabía que se había casado con un buen hombre y al ser su compañero de vida sentía la obligación de velar por él. Era la primera vez que le hablaba a Linda con tanta rudeza ya que le gustara o no, era una mujer casada, y por ende, sus preocupaciones como madre en ese momento ya no eran las mismas de cuando estuvo soltera.

Linda solamente tragó saliva.

—Está nerviosa, debe ser eso —la disculpó.

—Ella siempre está nerviosa Linda, pero creo que esta vez tiene razón y debemos ser más discreta con nuestras preocupaciones. Mi papá aunque siempre se ha mostrado fuerte es mucho más sensible de lo que creemos y aunque no lo diga si le afectan mucho nuestros problemas. Además, después del accidente no se ha logrado recuperar del todo y eso imagino le ha afectado.

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