Capítulo 51

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Todo aquello era un completo asombro, no solamente para Gena y Ricardo, si no que también para toda persona que se percataba de lo sucedido, no pasó mucho tiempo en que llegarán a auxiliar pero la verdad era sólo una: doña Aidé había fallecido

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Todo aquello era un completo asombro, no solamente para Gena y Ricardo, si no que también para toda persona que se percataba de lo sucedido, no pasó mucho tiempo en que llegarán a auxiliar pero la verdad era sólo una: doña Aidé había fallecido. 

Gena tuvo que quedarse en la casa en la que había vivido con Rodolfo aprovechando lo cerca que era, y fue Ricardo quien acompañó al cuerpo en todo los procedimientos que tocaran. Gena se encargó por su parte de pedir que le avisaran a su madre y antes de que Rodolfo se enterara por otras personas, se dispuso a ir ella misma a darle la noticia. 

—Necesito que me entregue los reportes de inversiones —pedía Rodolfo. 

Su carácter era un poco fuerte últimamente, por lo que su voz era la única que se escuchaba a la perfección en medio de aquellas oficinas. 

—Claro que sí señora —respondió su secretaria. 

—Voy a pedir que no me moleste a menos que sea para darme los reportes, y si viene alguien, quien sea, niéguele el paso —pidió con firmeza. 

Sé encerró en su oficina, y se dedicó a ver uno por uno los balances de aquél gran imperio que había heredado. 

«¡Qué ironía! Con este dinero podría comprar la ciudad entera en efectivo, pero eso no te importa» pensaba con cierta melancolía. 

«Quizás mi madre tiene razón y lo mejor es que Ricardito vuelva con Gena» suspiraba. 

—¡Señora no puede pasar! —gritó la secretaria. 

Para ese momento Gena ya había entrado a la oficina. 

—¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Vienes a suplicar?! Ya te dije que la respuesta es no y el niño se queda conmigo. 

—No Rodolfo, no vengo a eso —respondió con lágrimas en los ojos. 

—¿Entonces a qué? —preguntó un poco confundido. 

—Tú... tú mamá... —tartamudeaba—, doña Aidé... 

—¡¿Qué pasa con mi madre?! —preguntó con furia. 

—Murió Rodolfo, doña Aidé acaba de morir. 

—¡¿Qué dices?! —la sujetó con fuerza—, ¡¿Cómo se te ocurre decir eso?! 

Sus ojos ya se habían llenado de lágrimas para ese momento. 

—Lo lamento mucho Rodolfo, en verdad lo lamento mucho. 

Rodolfo se quedó atónito por la noticia, pero se quebró como un niño. Gena no sabía que hacer, a ella también le dolía, y hubiera deseado apoyarlo pero la reacción de Rodolfo, también fue de furia, por lo que evitó cualquier cercanía. 

—¡No, eso no es cierto! —gritó, luego de limpiar su escritorio, tirando. E inmediatamente cayó al suelo. 

—En este momento deben estar revisando su cuerpo, sería conveniente que vengas conmigo, si tú quieres. Mi papá dijo que se iba a encargar de todo. 

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