Capítulo 9

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A buena mañana doña Ernestina irrumpió en el cuarto de Gena, necesitaba que la acompañara al almacén para poder ver los diseños de los vestidos para las damas, anteriormente habían pensado en comprar tela, pero sabían que poco tiempo quedaba y que...

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A buena mañana doña Ernestina irrumpió en el cuarto de Gena, necesitaba que la acompañara al almacén para poder ver los diseños de los vestidos para las damas, anteriormente habían pensado en comprar tela, pero sabían que poco tiempo quedaba y que era mejor si los compraban en el almacén o los mandaban a pedir ya hechos. Uno de los atrasos con los vestidos, era que ni siquiera el de Linda estaba listo aún. Y no por falta de tiempo, sino que, por su falta de decisión, y cambio de opinión que había tenido en los últimos meses.

—¿Va a acompañarnos Linda? ¿O aún sigue molesta conmigo?

—No digas tonterías, sabes perfectamente que tú hermana si mucho tarda un día molesta contigo.

—¿Va a ir?

—Sí, justo se está arreglando.

—De acuerdo. Dame un momento, me arreglo y enseguida bajo.

—Te esperamos entonces. No olvides ponerte guapa por sí nos encontramos con Rodolfo, recuerda que el almacén está muy cerca del banco.

—Lo tendré en cuenta —dijo Gena.

Al arreglarse lo hizo con mucho esmero, no precisamente pensando en si Rodolfo la vería, pero sí, en que seguramente la podría ver Ricardo. Dentro de ella sabía que eran pensamientos tontos, sin ningún fundamento más que sus ilusiones, pero, aun así, incluso esos —pensamientos tontos— sentía que le daban vida.

Las señoras desayunaron en uno de los restaurantes que estaban en la misma plaza que estaba el almacén y el banco. Doña Ernestina había organizado aquello perfectamente, la familia Pittman, eran ricos justamente porque eran banqueros, y aquél banco de la ciudad, el que estaba cerca del almacén era justo en el que trabajaba Rodolfo.

—Mira quién está allá —dijo doña Ernestina, señalando la puerta del Banco.

Ella señalaba a Rodolfo quién estaba afuera hablando con un señor, pero para su mala suerte, Gena únicamente tuvo ojos para otro, Ricardo. Quién iba saliendo.

Su atuendo era muy diferente al fino y elegante vestuario de Rodolfo, pero para Gena, eso era de poca importancia. Lo vio subir a uno de los autobuses que pasaban por allí, y lo perdió totalmente de vista. Por lo que no pudo notar que Ricardo la observó desde el autobús, cuando pasó a un lado del restaurante, pues estaban sentadas en las mesas al aire libre.

Rodolfo comenzó a caminar en dirección al restaurante en el que ellas estaban en compañía del señor que lo acompañaba. Doña Ernestina no cabía de la emoción porque sabía que eso representaba que sin duda alguna él las vería, y por lo mismo vería a Gena. Cosa que así fue.

Rodolfo estaba muy encantado de ver a las señoras Peñalver allí, y cuando las vio inmediatamente, y sin dudar, se acercó a saludarlas, presentando a cada una de ellas, con el caballero que lo acompañaba. Qen era según dijo él, un socio de su padre. Rodolfo fue muy caballeroso e hizo cierto halago especialmente con Gena al presentarla, indicando que la familia Peñalver era muy amiga de la suya, pero que esperaba y anhelaba que, en un tiempo futuro, pudieran tener un lazo mucho más fuerte, que una amistad.

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