Las campanas de la iglesia se escucharon, era el primer aviso para indicar que la ceremonia estaba a punto de comenzar. Linda estaba muy nerviosa, pero su nerviosismo se ocultaba detrás de un hermoso vestido blanco, con talle perfecto y muchos diseños con pequeños brillantes.
—Eres la novia más hermosa que mis ojos han visto —dijo Gena, al ver a su hermana.
—Soñé toda mi vida con esto que hoy, ¡siento que muero de los nervios! —se quejó Linda.
—¿Cómo crees? Ni se te ocurra hacer eso. Pero en verdad, te ves muy hermosa.
—Creo que lo mucho que tardé en elegir el vestido ha valido la pena.
—Totalmente, nunca había visto un diseño tan hermoso.
—Me gusta mucho como quedaron los vestidos —dijo Linda, haciendo referencia al vestido de dama que usaba Gena.
—Sí, siempre he dicho que tienes un gustó muy exquisito y hoy más que nunca se puede comprobar que eso es cierto.
—Ojalá en poco tiempo seas tú la que esté usando un vestido de novia.
—No es momento de hablar de eso Linda, primero disfruta esta nueva etapa y según como te vaya ya me contarás y veremos si yo me ánimo.
—Lamento hayas mencionado eso.
—¿A qué te refieres?
—A la luna de miel, lo había olvidado por completo —la cara de Linda, dejó clara su preocupación.
—No te preocupes hija, te gustará —agregó doña Ernestina, acercándose con el ramo de flores.
Linda fingió una sonrisa, pues no estaba muy segura de las palabras de su madre. En su corazón sabía que no se estaba casando como seguramente lo soñó desde pequeña; enamorada.
Sí estaba ilusionada, y la boda le hacía sentir feliz, pero no lo que significaba el después de esa actividad tan hermosa. Quizás le ilusionaba más la actividad y el evento, que el mismo novio; pero al fin y al cabo sabía que al final de todo, el resultado de lo que vendría era lo que siempre había anhelado; una buena posición, vestidos más lujosos, un esposo envidiable, y un apellido que le daría más importancia que la que ya poseía con el apellido de su padre.
—Es hora —agregó don Flavio entrando al cuarto en dónde habían estado esperando que el momento llegara.
Fue una ceremonia muy amena, cada paso y detalle quedaron a la perfección. Tal parecía una escena de película: con una novia preciosa; damas de buena forma con sus respectivos acompañantes; un novio bien vestido y de traje fino; familiares entusiasmados y melancólicos por aquella unión. Pero faltaba algo, y era la felicidad en el rostro de la novia. Quizás Linda si se veía feliz, pero no era una felicidad completa, que la llenará y la hiciera sentir plena; porque únicamente, se resumía en la expresión de alegría por el pensar en la mucha envidia que estaría ocasionando en las pocas afortunadas que estarían deseando estar en su lugar.
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CERCA DE TI
RomanceHay promesas que aunque parecen simples jamás se rompen, e historias de amor que perduran toda la vida. A Gena jamás le explicaron sobre la posibilida de seguir amando más allá de la muerte, hasta que conoce a Ricardo. Un joven de distinta clase so...