Capítulo 19

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Rosario corría presurosa hacia la casa de Ricardo, se acababa de enterar por unas amigas que había vuelto

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Rosario corría presurosa hacia la casa de Ricardo, se acababa de enterar por unas amigas que había vuelto. Esa semana había pasado interna en la casa de los Albellán y por lo mismo no se había dado cuenta que había regresado.

—¡Ricardo! —gritó al verlo.

—Rosario —respondió el saludo.

—¡Qué sorpresa verte!

Rosario no podía ocultar su emoción estaba muy feliz de verlo allí.

—Lo sé, perdón por no avisarte, pero fue un viaje de imprevisto.

—Sí, ya me contaron. ¿Cómo sigue tú papá?

—Al parecer mejor, pero aún tiene que estar unos cuantos días más en el hospital.

—Qué bueno. ¡Enserio que alegría verte Ricardo! —volvió a decir Rosario, y sin contenerse la emoción lo besó.

—¿Qué haces? —preguntó Ricardo, después de retirarla con mucho respeto.

—Perdón.

—No te preocupes, discúlpame. Sé que lo nuestro quedó...

—No importa, ya ha pasado mucho tiempo, debí saber que ya no podía ser igual después del tiempo que estuviste lejos.

—Hay mucho que hablar Rosario, pero no creo que este sea el momento.

—No te preocupes —dijo ella, bajando la cabeza.

—¿Descansas mañana?

—No, pero salgo temprano. Pasé toda la semana interna.

—¿A qué horas?

—A las dos —respondió, con una mirada de agrado.

—Paso por ti a esa hora.

Rosario solamente sonrió, y sin esperar una palabra más de Ricardo, se fue a su casa. Ricardo por su parte sintió cierta ternura al ver la actitud de aquella mujer, quería a Rosario, le tenía un bonito aprecio. Pero después de tanto tiempo, nunca había pensado en ella, sus pensamientos estuvieron ocupados todo el tiempo por el rostro de Gena, la hija menor de los Peñalver.

«Gena, Gena. ¿A qué horas te fuiste enamorando de esa mujer?» se preguntaba una y otra vez, mientras veía como la figura de Rosario se perdía entre la oscuridad.

Al siguiente día fue desde buena mañana al hospital para ver a su papá, lo conocía perfectamente y sabía que después de tantos días internado, seguramente ya estaba cansado y de mal humor como para ser amable con las enfermeras. Para su sorpresa cuando llegó Gena estaba con él.

—Su papá tubo una crisis, y la señorita Peñalver al parecer le pareció agradable —agregó una de las enfermeras, al ver a Ricardo viendo desde la puerta de la habitación.

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