Capítulo 57

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Nervios de preocupación recorrían todo el cuerpo de Gena

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Nervios de preocupación recorrían todo el cuerpo de Gena. Estaba atónita. Justo Rodolfo había sufrido un infarto en su oficina del banco, la tarde del día anterior cuando hablaba con William.

Las noticias habían llegado a la casa de los Peñalver en la noche y por la distancia que había de la ciudad para la hacienda Pittman hasta esa hora había logrado llegar doña Ernestina para dar la noticia. Habían intentado llamar, pero había llovido esa noche y la señal fue muy mala, por lo que no lograron comunicarse. 

—Ayúdame a arreglar a los niños por favor —pidió Gena a la señora que la ayudaba en la casa.

Sabía que tenía que ir a la ciudad inmediatamente, pero lo mejor era que los niños fueran con ella dado a que no sabía cuál era la salud de Rodolfo.

Todo el camino fue de mucha angustia, doña Ernestina no era la mejor en tranquilizar los nervios y al contrario, los alborotaba más.

—Está muy mal hija, eso fue lo que le dijeron a tu papá —decía.

Comentario que exaltaba más a Gena. 

Habían pensado en llevar a los niños primero a casa de Linda, pero cuando llegaron les dijeron que William había dicho que por lo delicado que estaba Rodolfo había pedido ver a sus hijos, así que los llevaron al hospital.

Cuando llegaron nadie daba esperanzas, todo indicaba que el corazón de Rodolfo había llegado a su límite y necesitaba un trasplante.

—Rodolfo dijo que quiere ver a sus hijos —dijo William a la llegada de Gena.

—Sí, dime en qué habitación está.

—El doctor dijo que necesita un trasplante porque el corazón de él ya no funciona —comentaba mientras la llevaba a la habitación de su amigo.

—Rodolfo tiene mucho dinero, no habrá problema con eso.

—El doctor dijo que el tiempo es fundamental en este momento y aún no hay un corazón disponible.

—William, confiemos en que sí lo habrá por favor —pidió antes de entrar a la habitación.

Rodolfo estaba estable, aunque el oxígeno le impedía el habla como él hubiese querido. Los pequeños lo abrazaron de inmediato, tenían poco más de un mes de no verlo. Fue un momento muy difícil para él, quizás el más difícil de todos. Tanto que Gena no pudo quedarse allí, ya que le impresionaba mucho ver a Rodolfo en ese estado, y a sus pequeños sin conciencia de lo que sucedía, preguntando como locos qué era lo que pasaba y por qué su papá estaba allí. Por lo que ella salió y fue William quien se quedó con ellos.

No fue mucho tiempo el que los niños estuvieron en la habitación, pero fue un tiempo muy especial, quizás el más especial en toda la vida de sus pequeños ya que Rodolfo siempre había sido un padre distante.

—Necesito hablar con usted doctor —pidió ella—, necesito que me diga cómo está Rodolfo.

—Gena, perdón pero no tengo mucho que decirle, más que lo mismo que ya le dije a su papá y a Albellán. El corazón de Rodolfo ya no funciona bien, y necesitamos un corazón nuevo.

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