Una hija desvergonzada, eso es lo que tenía doña Ernestina en la cabeza. No dudaba ni un poco de que todo lo que le habían dicho fuera cierto, especialmente porque ella ya sospechaba de que algo no estaba bien, y ese detalle de Linda, de querer esconder su embarazo de cierta forma le convencía por completo.
Conocía a su hija y bien sabía que de no tener de qué avergonzarse, su hija hubiera hecho una celebración muy grande para restregarle a las solteronas que sería madre. Justamente como lo hizo cuando se casó.
—Mamá, es mejor que te tranquilices —pedía Gena.
Más que preocupada ya estaba un poco cansada del drama de su madre.
—Tú porque no me comprendes, mírame. Siempre he sido la distinguida señora Peñalver. Y ahora, esa misma señora resulta tener dos hijas envueltas en el escándalo. Ya sé que tu no has tenido la culpa del todo, pero Linda, esa sí que se ya se pasó de la raya.
—Voy a ir a buscar a mi papá.
—¡Claro que no! Flavio se puede enfermar y eso es lo que no quiero.
—Bueno, entonces tranquilízate. Sabes como es papá y si no te ve te va a comenzar a buscar para que se vayan.
—Siempre usa de pretexto cualquier cosa.
—De igual modo madre, si no te tranquilizas todos van a enterarse de que algo no está bien.
Doña Ernestina inmediatamente se paró y acomodó su vestido.
—¿Lo quieres mucho? ¿Cierto? —cuestionó Gena, al ver lo rápido que se levantó.
—¿A quién? —limpió las escasas lágrimas que había derramado.
—A mi papá.
—Flavio es mi vida, ya te lo había dicho.
—¡Qué ironía! ¿No te parece?
—¿Qué cosa?
—Tus deseos se cumplieron, pero nada es como lo imaginaste.
—No comprendo, habla claro Gena por favor.
—Siempre quisiste que Linda se casara con William, y ahora estás estresada porque resulta que Linda tiene un matrimonio peor que el mío.
—Creo que ya tuvimos esta conversación antes, pero quiero que comprendas una cosa. Como madre uno siempre quiere lo mejor para sus hijos, yo creí que William y Rodolfo eran lo mejor para ustedes y ya me di cuenta que no es así. Por eso he tratado de cambiar, pero una cosa es tú caso en el que sé tengo mucha responsabilidad y otra muy distinta es que tu hermana sea una desvergonzada. En eso no Gena, en eso yo no tengo la culpa.
—No es mi intención culparte, solamente...
—Señora Gena perdone, pero el señor Pittman se puso mal —interrumpía una de las muchachas que trabajaban con ella.
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CERCA DE TI
Roman d'amourHay promesas que aunque parecen simples jamás se rompen, e historias de amor que perduran toda la vida. A Gena jamás le explicaron sobre la posibilida de seguir amando más allá de la muerte, hasta que conoce a Ricardo. Un joven de distinta clase so...