Los días seguían pasando y la idea de que Ricardo no volvería era cada vez más certera. Las esperanzas de Gena estaban intactas, aunque por momentos sentía que las perdía todas.
Don Flavio, tal y como pensó don Eladio cuando le pidió a Gena que se quedara, para ayudarlo, mejoró mucho con las atenciones de su hija. Su voluntariado en el hospital le había enseñado mucho, y por lo mismo, tenía suficiente conocimiento, como para ser ella, quien ayudara a su padre con las terapias.
La sonrisa de Gena había desaparecido completamente, sus ojeras eran el mejor maquillaje que dejaba en claro su profunda tristeza. Cuidar a su papá era el único motivo que encontraba para hacer frente a la situación que estaba viviendo. Pero justamente era la noche su única compañía en el momento más difícil de todos. El cuál era dormir, y ver el otro lado de la cama vacío; era allí en donde el dolor se hacía más fuerte.
—¡¿A qué no adivinan quién acaba de volver?! —decía doña Ernestina a sus hijas.
Linda había estado quedándose en casa de sus padres, para ayudar con las terapias de su papá.
—No, ¿Quién? —preguntó Linda.
Gena guardó silencio, y continuó bebiendo su café. Sabía que no debía preguntar, pues su mamá no tardaría mucho para decirlo. Además, de que poco le interesaba el cotorreo del que era participe su madre.
—Rodolfo. Según me dijeron mis amigas, ha preguntado mucho por su padre. Ya saben que desde que Gena se casó, se fue a otro país, y por casualidad acaba de volver. Y no dudo que tenga intenciones de venir a verlo. Ya ven que su papá siempre fue buen amigo del señor Pittman.
—Sí, ya lo sabía. Justo William fue ayer a visitarlo.
—¿Y por qué no me habías dicho nada?
—No creí que fuera importante mamá.
—Pues lo es. Imagina venga el día de hoy. Encontrará la casa hecha una cochinada.
Gena seguía manteniendo el silencio. Su madre y hermana hablaban muy emocionadas mientras ella en su corazón sentía morir.
—¿Y tú no vas a decir nada?
—¿Qué quieres que digas mamá? Rodolfo dejó de interesarme hace mucho —suspiró.
—Me entristece verte así, pero, ojalá y en algún momento, comiences a ver las oportunidades que te da la vida. ¡Eres muy dichosa Gena!
—¿Dichosa? —preguntó con ironía—. Por si no te has dado cuenta el hombre que amo ya no está conmigo, ¿Enserio le llamas dicha a eso? Estoy muriendo mamá, me dices dichosa cuando la vida misma se ha llevado una parte de mi.
Las lágrimas de Gena no se pudieron contener más.
Doña Ernestina se quedó callada. Ella no había querido comentar nada, pero había sido ella, quien le había ya, enviado una invitación a Rodolfo para que visitara su casa. Según le habían comentado, estaba interesado en recuperar a su hija. Y ella, por supuesto, no iba a dejar pasar la oportunidad. Le motivaba el querer hacer algo bueno por su hija, y así se resignara, a que Ricardo ya no estaba.
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CERCA DE TI
RomanceHay promesas que aunque parecen simples jamás se rompen, e historias de amor que perduran toda la vida. A Gena jamás le explicaron sobre la posibilida de seguir amando más allá de la muerte, hasta que conoce a Ricardo. Un joven de distinta clase so...