#2: Tropezón de suerte

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Stephanie

Veinte llamadas.

Veinte llamadas a las que Ángel parece ignorar completamente.

Maldito mundano, no merece ser llamado "hermano".

Aún no recuerdo el motivo por el que me dejé convencer de venir; este ambiente ya no es el mío, la música a tan alto volumen es molestosa; los muchachos ebrios haciendo el intento por coquetear son irritantes y el olor a tabaco me produce dolor de cabeza.

- ¡Fany! – escucho el apodo con el que solían llamarme, volteo para ver de quien se trata.

Rayos.

- Stephanie – corrijo a Ethan, es algo incómodo volver a verlo. Ser el mejor amigo de mi hermano no me obliga a considerarlo como uno.

- Como sea, hermosa ¿Vienes a divertirte? ¡Cuéntame! ¿qué ha sido de tu vida? – siento su brazo posarse sobre mis dos hombros.

Me libero de su "abrazo" – Escucha, no quiero sonar grosera, pero ya quiero irme ¿has visto a Ángel?

Una arruga se forma entre sus cejas - ¿Por qué la prisa? No me digas que no extrañas las fiestas, el alcohol, el baile. Tú me entiendes.

- Ya no es lo mío – me encojo de hombros.

Y es la verdad, prefiero los libros a que el alcohol y las horas de sueño son mucho mejor que las de desvelada. Aunque no puedo negarlo, algunas de las fiestas que realizaban eran geniales.

- Pero no respondiste a mi pregunta, ¿viste a mi hermano?

Ethan parece pensárselo dos veces, muerde su labio inferior y hace un gesto – Está en el baño, tiene... asuntos que atender. No te aconsejo molestarlo.

Ruedo los ojos, apostaría que sus "asuntos" tienen piernas largas y una bonita retaguardia.

Me despido de Ethan y me dirijo al baño de chicas. Es un martirio atravesar la multitud, todos se empujan al ritmo de la canción, el aire es escaso y los pisotones se reparten continuamente.

Todo parece ir genial, hasta que pierdo el equilibrio y caigo sobre una muchacha que se encuentra de espaldas.

Rayos, tu primera salida después de mucho tiempo y ya arruinaste la noche a alguien más.

Me levanto y la ayudo. Mira su vestido blanco, algo indignada y luego a mí.

Oh, oh.

- Oh, lo siento mucho, yo...soy muy torpe, déjame ayudarte. – me acerco a ella, pero da un paso atrás.

- No te atrevas a dar un paso más.

- En serio, lo siento mucho, si quieres yo...

- ¿Eres idiota o qué? Te dije que te alejaras

- Oye, tranquila, solo trato de ayudar, no seas exagerada, es un vestido y ya.

La chica abre los ojos exageradamente, de su mirada expulsa veneno.

- ¿Un simple vestido? Escúchame bien estúpida, no sabes lo mucho que costo conseguirlo, así que sugiero que te retractes de lo que acabas de decir, sino...

- ¿Sino que? – me cruzo de brazos - ¿Me acusaras con tu papi?

La chica aprieta la mandíbula y sin esperar se abalanza sobre mí.

En la que te has metido.

Intento defenderme como puedo, pero es imposible esquivar sus uñas sobre mi rostro, jalo sus cabellos en defensa, pero parece causarle poco dolor.

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