#5: La vista al frente, niño bonito

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Naomy

Toco la puerta de los Hastings. Stephanie abre rápidamente y me da una sonrisa.

- Lizzy está en su habitación viendo tele – dice poniéndose el morral – Me tengo que ir, se me hace tarde.

- Está bien. ¡Oye! Ian te está esperando abajo.

Se queda en silencio, sus mejillas enrojecen y sus ojos se abren de manera exagerada.

- ¿Qué?

Sonrío, es indudable que entre Ian y ella existe algo de química.

- Que Ian...

- Sí, eso lo escuche, a lo que me refiero es... ¿por qué?

- Supongo que quiere ahorrar pasaje – me encojo de hombros – O quizá esta agradecido, ayer estuvo jodidamente insoportable, no paraba de preguntarse si lo elegirían a él. Y la cosa se puso peor cuando recibió un mensaje de la directora de la revista.

Una sonrisa se forma en su rostro.

- Ahora vete que el tiempo corre.

Sin esperar repuesta suya, me dirijo a la habitación de la pequeña Lizzy. Toco un par de veces la puerta hasta recibir un "entra" por parte de la niña.

Me recuesto sobre la cama y veo la televisión de gran tamaño adherida en la pared.

- ¿Qué es lo que ves?

- El capítulo final de mi telenovela favorita.

- ¿Tú telenovela favorita? Vaya, cuando tenía tu edad mi delirio era "Cliffor, el gran perro rojo"

Liessel ríe y se acurruca entre sus sábanas.

Se escuchan unos golpecitos en la puerta – Lizzy ¿puedo entrar? – pregunta Ángel.

Ante la respuesta de la pequeña, su hermano entra a la habitación y le tiende una bolsa de palomitas – Oh, no me digas que me perdí el final.

- ¿Tú también?

Que familia extraña.

Se encoge de brazos - ¿Qué quieres que diga? Es interesante. Lizzy, hazme un favor, princesa. El televisor de la sala está prendido ¿te importaría apagarlo?

La pequeña da una última mirada a la pantalla y sale corriendo de la habitación.

¡No me dejes con él!

Trato de ignorar la mirada de Ángel y continúo observando la novela.

- ¿Ahora me dirás por qué estas enfadada?

Trago en seco, sigo sin mirarlo. Este momento tenía que llegar.

- No estoy enfadada, simplemente son quisiste que volviera a hablarte y eso es lo que hago – comento con indiferencia.

- ¿Qué yo qué?

Dejo de observar la pantalla y me atrevo a mirarlo - ¿No lo recuerdas?

Me respondo yo sola: No, no lo hace.

Pero yo sí, recuerdo todas sus palabras, recuerdo todos los insultos y burlas. Las ilusiones de una niña siendo pisoteadas y despreciadas.

Soy rencorosa.

Sus labios se entreabren, pero justo cuando va a decir algo la voz de la pequeña vuelve a escucharse - ¡Naomy! ¡Estás en la tele!

Liessel corre con el control en las manos y cambia de canal.

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