#28: Visita familiar.

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Naomy

Levanto la pesada mochila antes de salir de la habitación. Las cosas que decidí llevar, más las que Abby empacó hacen parecer que me mudaré nuevamente.

Ian ya está en la sala, revisando su teléfono y con una mochila en la espalda, mientras Abby duerme plácidamente en el sofá.

- Ya era hora.

- El despertador no sonó – me justifico antes de bostezar.

Realmente no dormí muy bien, Abby terminó de empacar muy tarde, apenas descansé unas horas. Se supone que tendríamos que estar listos a las 4: 30, aun cuando ya son las 5: 10.

- Entonces salgamos ¿mamá se despidió?

- Sí, niñito de mami, te manda un beso en la frente el cual no te daré. Ahora, si eres un buen hermano, ayúdame con la mochila.

Rueda los ojos – Mandona.

Ignoro su comentario y golpeo a Abby con una almohada – Hora de irnos, bella durmiente.

- Lo siento, te sigo.

Tras cerrar los ojos, empezamos a caminar hacia el aparcamiento, Ian frente a nosotros.

- Será extraño quedarnos en casa de alguien que no conocemos.

Levanto los hombros – Ellos fueron quienes nos invitaron.

- De hecho, fue tu amiguito quien lo hizo.

- Su nombre es Ángel, Ian.

Y no es solo mi amiguito.

Su mirada no dice mucho sobre lo que piensa – Además, el también te invitó, quizá es su manera extraña de disculparse, y en su defensa estará Stephanie, no soy boba, sé que ustedes...

- Somos amigos, Naomy.

- Si acostumbras a ver a tus amigos con ojos de cachorrito, entonces te creo.

No dice más y continúa el camino.

Cuando logramos identificar el auto de Ian, los Hastings ya están ahí, apoyados en el capó.

- ¡Naomy! – es Lizzy quien nos reconoce y viene corriendo. Tras ella viene Stephanie y posteriormente Ángel.

Admitiré que es este un momento extraño, generalmente nuestros saludos se limitan a cortos besos en los labios, los cuales suelen convertirse en otras cosas.

Pero cuando toma mi barbilla y une nuestras bocas brevemente, todos los pensamientos se van al tacho.

Me quita la mochila antes de dejarla junto al demás equipaje.

- ¿Qué mierda...?

- Cállate, Ian.

Sin poder evitarlo, sonrío, no sé si el motivo es el beso o la expresión confundida del público que tenemos, especialmente la de Ian. Su gesto me sorprendió, reconozco que, a pesar de haber compartido sesiones de besos, unos ciertamente calientes y otros muy dulces, seguía sintiéndome insegura respecto a nosotros.

- ¿Y cómo entraremos al auto? – pregunta Lizzy, rompiendo el hielo.

Ian parece salir de su trance y saca su manojo de llaves, antes de presionar un botón, inmediatamente el auto emite un sonido.

- Gracias – Ángel se acerca, con la mano tendida, pero Ian se aleja.

- ¿Qué?

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