Naomy
- ¿Qué estupidez has hecho? – pregunto al teléfono, mientras cierro la puerta de algún salón de clases que aún no se ocupa.
- ¿Qué yo qué?
- Escúchame bien, Ángel, ya sé que ayer la cagaste con Stephanie ¿pero también con Lizzy?
- Yo...
- Tu nada, acaba de entrar a sus lecciones y antes de hacerlo me preguntó por qué los adultos peleaban.
- ¿Ella hizo eso?
Froto mis sienes y me siento en el piso empolvado, apoyándome en el espejo.
Desde hoy en la mañana, Liessel ha estado mucho más tranquila de lo que ya es, no ha sonreído ni ha estado animada, no ha sido ella misma. Ayer por la noche parecía muy feliz con uno mis cuentos improvisados, pero hoy por la mañana, despertó desganada y con los ojos hinchados.
Cuando pregunté la causa, evadió hábilmente el tema, y bueno... ahora estoy aquí.
- Sí, Ángel. Escucha debemos resolverlo, Lizzy es muy pequeña para...
- Joder, lo sé, debo hablar con ella... y contigo.
¿Conmigo?
Antes de poder decir algo más se escuchan unos pasos acercándose.
Oh, oh.
Como puedo me levanto rápidamente y me oculto tras un muro. Lo sé, muy inteligente y nada cliché, pero es el recurso más cercano.
Veo unas botas entrar al salón - ¿Hola?
Ay no.
- Naomy ¿estás ahí?
- Sí, luego hablamos – cuelgo y salgo de mi escondite - ¿Qué haces aquí?
El adonis de los helados, apodo nada ridículo, voltea y sonríe de manera petulante.
- Dejé a Hope dentro del salón, pasaba por aquí buscando un baño y escuché tu voz.
- ¿Y por esto estás aquí? Pensé que era algún conserje o profesor dispuesto a echarme.
Ríe, se dirige a la puerta y la cierra antes de cerrar la puerta - ¿Lo ves? Está cerrada, no pasó nada.
- Como sea, debemos irnos – guardo el teléfono en mi bolsillo y me acerco a él – Si te retiraras de la puerta sería más fácil salir de aquí.
Ignora mi comentario.
- Escucha, desconocido, por si no te das cuenta alguien podría entrar y verbos invadiendo espacio solo para personal autorizado.
- Cierto, no sabes mi nombre, soy Alex, preciosa.
- Bueno Alexpreciosa me quiero ir, así que muévete.
- Uh – hace una mueca – Eso fue un poco grosero ¿no crees?
La paciencia se me agota.
- Lo siento - suspiro - ¿Te importaría darme permiso? – trago en seco - ¿Por favor?
Sonríe nuevamente – No.
Suficiente.
Antes de poder hacer lago, empieza a reír de manera descontrolada.
Me rindo con este sujeto.
- De acuerdo, me moveré, pero con una condición. Un baile - levanto una ceja - Me escuchaste, un baile contigo.
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Nuestro Momento
Teen FictionHace unos cuantos años Naomy abandonó su hogar, ¿la razón? Un corazón roto y una propuesta irresistible que elevaría su carrera. Ahora, tiene una vida que nunca se imaginó, disfruta de ciertos lujos y comodidades. Pero... ¿qué sucede cuando es hora...