#54: Adiós orgullo.

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Ángel

Naomy se acomoda entre mis piernas, mientras trato de deshacer las trencitas que adornan su peinado. No hemos hablado desde lo que sucedió.

Simplemente la traje a casa, ahora espero que pueda descansar, lo necesita.

Mis dedos se enredan en su cabello, pero no parece que le moleste; es más, creo que ni siquiera lo nota.

- Listo - doy por finalizada mi acción, pero en lugar de un "gracias" recibo un silencio que no me agrada - ¿Estás mejor? - acaricio su hombro descubierto.

Se gira y parpadea continuamente, como si estuviera asimilando lo que dije.

- ¿Ah?

- ¿Estás mejor?

Abre la boca, como si fuera a decir algo, pero las palabras no salen.

Me preocupa, sé que acaba de suceder algo difícil para ella, pero no quiero que me tema. Su espalda se apoya completamente en mi pecho y la oigo suspirar.

Piensa en silencio durante unos largos minutos.

- Creo que necesito distraerme, es todo - dice girando la cabeza.

- De acuerdo ¿qué quieres hacer?

Entiendo su indirecta cuando mira mis labios. Me acerco a los suyos y los beso con delicadeza.

Pero no es lo que quiere, rápidamente su lengua se introduce en mi boca, moviéndose de manera deliciosa. Sus manos toman las mías y las dirigen a sus pechos cubiertos por la tela del vestido. No pierdo el tiempo y los estrujo suavemente, deleitándome de su tacto. Gime contra mis labios y levanta los brazos, enredándolos en mi cuello.

Mi miembro empieza a despertarse, elevándose y dando contra su trasero.

Mierda, estoy en el mismísimo cielo.

La tela que hay entre nosotros empieza a fastidiarme, me deshago del molesto nudo que estabiliza la parte superior del vestido y este en seguida cae.

Veo su espalda totalmente desnuda.

Tomo sus caderas y la atraigo mucho más. Mis manos se dirigen nuevamente a sus senos, esta vez sintiendo sus pezones erectos llamándome a tocarlos.

Desciendo por su cuello y empiezo a besar su hombro. Se levanta, haciendo que la tela que cuelga de su cintura se vaya deslizando poco a poco por sus piernas. Desabotono mi camisa con dificultad, su cuerpo, cubierto por unas bragas de encaje, tienen toda mi atención.

Se sienta a horcajadas sobre mí y me ayuda a desabrochar mis pantalones, una de sus manos toma con seguridad mi miembro y empieza a brindarme suaves caricias.

- Estás duro - susurra juguetona.

Trago en seco y echo la cabeza hacia atrás, disfrutando de sus atenciones.

- Será porque tengo a la chica más hermosa del mundo sobre mí y ... ah, tocando mi pene.

Me sonríe y vuelve a besarme con intensidad, la camisa termina volando hacia algún lugar de mi habitación, al igual que su ropa interior.

Busco un preservativo en el último cajón del mesón, mientras la veo tocarse los pechos. Mierda.

Rápidamente me saco los bóxers y el pantalón, antes de cubrirme con el preservativo. Me acuesto sobre ella, antes de verla sobre mí, balanceándose de manera sensual sobre mi pelvis. Tomo su cintura y en un rápido movimiento estoy dentro de ella.

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