Ángel
- ¿Vendrás pronto? – fue lo primero que le pregunté a Stephanie apenas contestó mi llamada.
No recuerdo exactamente cual fue su respuesta, pero de seguro fue algo relacionado con Dylan y ella en una cita.
Le recordé que no debía tardar, Adolfo y mamá llegarían en cualquier momento y ellos no aprobaban su noviazgo.
Tras colgar la llamada, entré en el ascensor y presioné el botón de mi piso, no recuerdo el porqué, pero mi objetivo era llegar lo más rápido posible a casa.
Me quité las gafas y las limpié con el borde de mi camiseta, debía deshacerme de ellas, ya estaban algo desgastadas y estaba seguro que podía ver sin ellas. Claro que el que a Jessica no le gusten los chicos con anteojos también habría influido un poco.
Cuando las puertas estaban por cerrarse, un pie se interpuso entre ellas.
Hice una mueca, reflejo de mi molestia, pero también interpuse mi mano, ayudando a la persona quien estaría por entrar.
Y fue cuando la vi por primera vez, apenas levantó la cabeza su mirada chocó con la mía y me dedicó su bonita sonrisa por primera vez. Claro que en ese entonces andaba loco por quien no valía la pena y fui lo suficientemente estúpido por no caer por ella desde ese primer momento.
No mentiré, Naomy me pareció bonita desde siempre, pero era solo eso. Una linda chica.
- Gracias – dijo acomodando una enorme caja entre sus manos.
Me pregunté si podía cargar esa caja por mucho tiempo, sus bracitos eran muy delgados y lo que sea que traía en ella parecía muy pesado.
- No es nada – dije dando un paso al costado, dejándole un espacio libre.
Y llegó la duda: ayudarla o no.
Antes de ayudar a alguien solía dudar, no sabía si la persona resultaría molesta o, por el contrario.
En fin, recuerdo que en ese momento quise mirarla, solo que no me atreví a hacerlo directamente. Por el rabilo del ojo pude notar su nerviosismo, eso me llamó la atención. Mucho.
Me atreví a darle una rápida mirada con disimulo, su cabello estaba igual de despeinado, como lo trae siempre y era mucho más pequeña. Nunca la había visto, hasta ese momento. Me pareció extraño, conocía a casi todos los vecinos y era muy raro ver a quienes no eran adultos en el lugar.
- Sí, soy nueva – dijo adivinando mis pensamientos.
No supe que decir, me sentí un auténtico estúpido por no saber siquiera disimular.
Gire a verla y me sonrío nuevamente.
- Ah... ¿qui-quieres que te ayude?
- No, puedo sola. Pero gracias – el silencio nuevamente apareció, hasta que se encargó de esfumarlo fácilmente – Soy Naomy, por cierto.
Asentí – Ángel.
- ¿Puedes poner el número 10?
- ¿Ah?
- Bajo en el piso 10.
- Ah, claro.
- Creí que estas cosas eran más rápidas.
- Al menos son más eficientes que el tipo de seguridad – dije sin pensarlo.
Y soltó una carcajada, dejó la caja en el piso y se recostó en la pared.
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Nuestro Momento
Teen FictionHace unos cuantos años Naomy abandonó su hogar, ¿la razón? Un corazón roto y una propuesta irresistible que elevaría su carrera. Ahora, tiene una vida que nunca se imaginó, disfruta de ciertos lujos y comodidades. Pero... ¿qué sucede cuando es hora...