#17: Más... fascinante

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Stephanie

- A Lizzy le encantará esto.

Asiente, mostrando su bonita sonrisa.

Desde que nos separamos de los chicos, el ambiente entre nosotros ha sido algo tenso, no intercambiamos más que simples monosílabos y metemos cosas en el carrito.

Me debato entre preguntarle sobre la muchacha sin camiseta en su apartamento o mantenerme callada, después de todo él no debe darme explicaciones.

- Eso espero. Su sonrisa es muy bonita, igual que la tuya – comenta antes de dirigirse al otro pasillo.

Muerdo mi lengua, tratando de reprimir un grito de felicidad. Agradezco que se fuera, lo último que necesito es que note el color en mis mejillas.

Saco de la repisa unas cuantas botanas más y me encuentro con su mirada, al otro lado. Me digo a mi misma que debo dejar la timidez. Las cosas no avanzaran si sigo así.

Bien, hasta tres.

Uno. Aprieto mis puños. Uno y medio. Muerdo mi labio inferior.

Dos. Sigo siendo cobarde. Dos y medio. Separo los labios.

Tres.

- ¿Acaso Ian Montgomery está coqueteando conmigo? – Listo, lo dije.

Nota mi mirada entre las repisas de productos, tras un corto momento de confusión, sus ojos se achinan un poco, indicando que sonríe.

- Quizá, Stephanie Hastings.

Sonrío y continúo con las compras. Siento su mirada, pero aún no obtengo la valentía suficiente para corresponderla.

Desde hace un tiempo me pregunto si el día del incidente, realmente iba a besarme, quizá ahora las cosas entre nosotros serían distintas.

Pero ¿realmente quiero que las cosas sean distintas? Suficiente, necesito conversarlo con mi almohada.

Al terminar de recorrer el pasillo, mi acompañante aparece nuevamente.

- Nop, no hay nada interesante al lado.

- Es porque acabas de entrar a la sección de jardinería.

- Sí, aquí la vista es más... fascinante.

Sonrío y esta vez volteo hacia él - Sí, estoy segura de que frituras y sodas son más interesantes que regaderas y gnomos.

- No me refería a eso, pero ahora que lo mencionas, solía tener pesadillas con esas cosas. Donde solía vivir, la señora Merry colocaba a esas extrañas criaturas por todas las habitaciones.

- ¿Había un señor Merry?

- Creo que esa era la causa principal de los gnomos.

Asiento reprimiendo una sonrisa.

- Escucha ¿puedo hacerte una pregunta?

- Claro, dime.

Se acerca un poco más – Sé que sonará extraño lo que diré... - desvía su mirada hasta encima de mis hombros. Su rostro empalidece y sus ojos de abren de manera exagerada – Carajo.

Frunzo el ceño y volteo hacia donde mira.

Dos veces carajo.

De acuerdo, esto no es algo que esperaba.

Ángel y Naomy juntos, demasiado juntos, a tal punto que sus labios se juntan una y otra vez. Ella apoya sus codos sobre sus hombros, mientras que él se aferra a sus caderas de una manera no muy discreta.

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