t r e c e

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Estaba en mi habitación y había un mal clima afuera como para salir y leer un libro debajo del árbol. Desde que despertamos había estado así y reí al ver a los chicos correr desde la sala de grabación hasta la casa, llegarían mojados y reí al escuchar como se quejaban e iban a sus habitaciones.

Me levante y fuí rumbo a la habitación de Roger, todos los demás tenían sus puertas cerradas. Entre y cerre la puerta, él apenas se estaba quitando la playera.

—Hay un huracán allá fuera —me dijo con cierto enojo. Sonreí y me acerque a él, tomando una toalla y la lleve a su cabello, secandolo—. No soy un niño pequeño para que hagas eso —dijo con broma.

—Bueno, secate tú solo —dije divertida, di media vuelta e iba rumbo a la puerta, pero me detuvo abrazándome de la cintura, pegando su cuerpo al mío—. Me estas mojando.

—No importa —mumuro sexy en mi odió—. Podemos quitarnosla y asunto arreglado.

Hizo que girará y ataco mis labios y yo los de él. Empezamos a tocarnos, le ayude a quitarse sus pantalones y él mi ropa, dejándome solo con la ropa interior.

Me pego a la pared, haciendo que saltara y pusiera mis piernas en su cintura, quedando aún más cerca.

Cargándome me llevo a la cama y me dejo caer en ella, ambos reímos mientras empezaba a llover aún más fuerte, tanto que la luz se había ido.

—Que suerte —murmure en sus labios.

Cambiamos de posición y yo estaba arriba de él, besándonos mientras me restregaba en su erección y pude sentir como gimió en mis labios, lo cual me encanto. Bese su cuello, mientras el baja sus manos a mi trasero y de ahí no las quito, jugando a querer quitarme las bragas o no.

—Estoy tentado a hacer mía ya —murmuro cuando volví a su rostro—. No sabes cuándo te deseo.

—Y yo a ti, Roger.

Esa fue la bandera verde para seguir adelante y gracias a la lluvia, sabíamos que no nos escucharían.

Roger volvió a dejarme abajo de él y lo vi sonreír cuando un rayo ilumino la habitación. Empezó a darme beso en el cuello, que empezaron a bajar o poco a poco. Alce un poco la espalda para dejar que él quitara mi brasier y así lo hizo. Sin más ataco uno de mis senos con su boca, mientras masajeba el otro con su mano y así cambiaba. Yo no podía evitar gemir.

Mi mano fue rumbo a la erección de él. Empecé a mover mi mano sobre ella, arriba de su ropa interior y también gemía. No me aguante más y se las quite, mientras el quitaba la mí también.

Hizo un camino de besos desde mi senos hasta mi vientre y volvio a subir besando mis labios y por primera vez lo sentí adentro de mí.

Se movía tan ágilmente que pensé que no estaría a esa altura. Cada embestida era una oleada de placer, de ambos. Nos besamos como nunca antes, tocandonos y conociendonos aún más a fondo.

Cuando iba a llegar al orgasmo, Roger fue malo y empezó a embestirme despacio, haciéndome gruñir, él rió en mi cuello, pero me hacia disfrutar más, mucho más. Tanto que los dos nos venimos al mismos tiempo y nunca en mi vida había gritado el nombre de Roger tan fuerte, como él el mío.

***

Era de noche cuando desperté. La luz había regresado y ya no llovia. A mi lado estaba Roger, quie me abrazaba de la cintura. Sonreí y lo mire: ¿Quién diría que yo, ______________ Holland estaría en la cama, desnuda junto a mi mejor amigo?

Le di un pequeño beso en los labios, no despertó, pero sonrió. Moví su brazo con cuidado, aunque me costo un poco. Me levante, me puse mi ropa interior, y opte por usar una playera de él.

These Are The Days Our Live - Roger Taylor & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora