-Si sabe que este individuo odia a los humanos y yo soy humana
¿verdad?-le dije al Gran Sacerdote, ignorando la presencia de Zamasu.-No se preocupe- me sonrió el Gran Sacerdote- Él no o hará ningún tipo de daño, porque si lo hace se lo estaría haciendo así mismo.
-No entiendo-le dije y mire, disimuladamente, a Zamasu parado un paso atrás del Gran Sacerdote. Me veía casi con resentimiento.
-Se lo explicaré de esta forma: en este momento ustedes dos son como un shin-jin y un hakaishin ¿me hago entender?
-¡¿Eso quiere decir que si yo muero, él muere?!-pregunte o grite poniéndome de pie.
-Correcto.
-Pero...¡¿por que?!-exclame al borde de un colapso-Y con él ¿No había sido destruido por Zen Oh Sama del futuro con todo y ese futuro?
-En efecto, así fue, pero tomando de ejemplo todos esos fanfics,
como los que usted escribe, me tome la libertad de traerlo de vuelta y ponerlo a su servicio- me dijo cortez y relajado- Él está aquí para atenderla exclusivamente a usted. Una vez que usted, vuelva a su mundo o bien sea borrada, Zamasu será borrado también.Cuando dijo eso el ceño de Zamasu se frunció un poco y apartó la mirada de mi como de algo ofensivo. Volví a ignorarlo. Su presencia me incomodaba.
-Creo que debería dejar de leer esas historias, le están llenando la cabeza de...-no dije mas su mirada "silenciadora" se hizo presente.
Pero la mirada que me dedicaba,
Zamasu, era aún peor. Que el piso se abriera a mis pies, eso era algo que me hubiera gustado que pasará.-Tome esto por favor- me dijo el Gran Sacerdote, dándome una tablet o algo semejante- A través de esto contara está historia y por ende las historias que relatara a Zen Oh Sama podrán ser evaluadas por sus lectores y así obtener las siete estrellas, que son un comodín, un punto extra. Además seguramente quiere continuar sus otras historias ¿no es así?
Tome el artefacto mientras procesaba aquellas palabras.
-¿Cómo es posible que tenga esta app aquí?- pregunte como a mi misma.
-No olvide que en el fondo todo este multiverso es sólo parte del suyo-me dijo con una sonrisa, por primera vez, automáticamente gentil o eso me pareció- Zamasu llévala a su habitación, por favor.
Se fue después de eso dejándome sola con ese sujeto que parecía estarme diciendo:"si pudiera te mataría". Después de un rato me hizo una señal con la mano, como si quisiera que caminara delante de él, pero no me moví.
-Soy tu asistente, yo debo ir un paso detrás de ti,huma... Salieri- me dijo como entredientes.
-Pero tu eres quien guía así que yo debo seguirte-le dije. La idea de que ese sujeto caminara a mis espaldas no se me hacía muy buena.
No pareció muy contento con mis palabras, pero se contuvo. Caminó por el pasillo conmigo detrás. Zamasu iba a paso lento, como si no quisiera llegar a destino y a ratos me miraba con el rabillo del ojo, lo que no me agradaba, pues sentía lo mucho que la situación le disgustaba.
Por fin llegamos a mi cuarto. Tampoco esa vez memorice el camino, cosa que por cierto nunca me es fácil. La puerta se abrió e ingrese esperando librarme de la presencia de Zamasu, pero para sorpresa mía este entró conmigo.
-¿Qué haces?-le pregunte algo molesta.
-Mí habitación está allá- me dijo señalando una puerta más pequeña y del otro lado de la habitación.
-¡¿Es una broma?!
-Una pesadilla diría yo- murmuró, pero lo escuche- Vamos a dejar esto claro. El único hecho por el que tengo que soportar tu desagradable presencia es porque no tengo alternativa. Estoy atado a tí por mandato del Gran Sacerdote y no tengo pensado desafiarlo -señalo con auténtico repudio en su mirada, aunque eso cambio a burla poco después- Cuando era el Kaio del Norte de mi universo,
tuve por mascota a un cerdo alado y voy a hacer de cuenta que tu eres ese animal. Tal vez así tu persona me sea menos intolerable.
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Cuentos al Rey De Todo
Hayran KurguYo escribía de él sin saber que desde su mundo podía leer aquellas historias. Un día, ofendido por mi prosa, me lleva ante él para proponerme un inusual juego.