Cuatro

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-Si sabe que este individuo odia a los humanos y yo soy humana
¿verdad?-le dije al Gran Sacerdote, ignorando la presencia de Zamasu.

-No se preocupe- me sonrió el Gran Sacerdote- Él no o hará ningún  tipo de daño, porque si lo hace se lo estaría haciendo así mismo.

-No entiendo-le dije y mire, disimuladamente, a Zamasu parado un paso atrás del Gran Sacerdote. Me veía casi con resentimiento.

-Se lo explicaré de esta forma: en este momento ustedes dos son como un shin-jin y un hakaishin ¿me hago entender?

-¡¿Eso quiere decir que si yo muero, él muere?!-pregunte o grite poniéndome de pie.

-Correcto.

-Pero...¡¿por que?!-exclame al borde de un colapso-Y con él ¿No había sido destruido por Zen Oh Sama del futuro con todo y ese futuro?

-En efecto, así fue, pero tomando de ejemplo todos esos fanfics,
como los que usted escribe, me tome la libertad de traerlo de vuelta y ponerlo a su servicio- me dijo cortez y relajado- Él está aquí para atenderla exclusivamente a usted. Una vez que usted, vuelva a su mundo o bien sea borrada, Zamasu será borrado también.

Cuando dijo eso el ceño de Zamasu se frunció un poco y apartó la mirada de mi como de algo ofensivo. Volví a ignorarlo. Su presencia me incomodaba.

-Creo que debería dejar de leer esas historias, le están llenando la cabeza de...-no dije mas su mirada "silenciadora" se hizo presente.

Pero la mirada que me dedicaba,
Zamasu, era aún peor. Que el piso se abriera a mis pies, eso era algo que me hubiera gustado que pasará.

-Tome esto por favor- me dijo el Gran Sacerdote, dándome una tablet o algo semejante- A través de esto contara está historia y por ende las historias que relatara a Zen Oh Sama podrán ser evaluadas por sus lectores y así obtener las siete estrellas, que son un comodín, un punto extra. Además seguramente  quiere continuar sus otras historias ¿no es así?

Tome el artefacto mientras procesaba aquellas palabras.

-¿Cómo es posible que tenga esta app aquí?- pregunte como a mi misma.

-No olvide que en el fondo todo este multiverso es sólo parte del suyo-me dijo con una sonrisa, por primera vez, automáticamente gentil o eso me pareció- Zamasu llévala a su habitación, por favor.

Se fue después de eso dejándome sola con ese sujeto que parecía estarme diciendo:"si pudiera te mataría". Después de un rato me hizo una señal con la mano, como si quisiera que caminara delante de él, pero no me moví.

-Soy tu asistente, yo debo ir un paso detrás de ti,huma... Salieri- me dijo como entredientes.

-Pero tu eres quien guía así que yo debo seguirte-le dije. La idea de que ese sujeto caminara a mis espaldas no se me hacía muy buena.

No pareció muy contento con mis palabras, pero se contuvo. Caminó por el pasillo conmigo detrás. Zamasu iba a paso lento, como si no quisiera llegar a destino y a ratos me miraba con el rabillo del ojo, lo que no me agradaba, pues sentía lo mucho que la situación le disgustaba.

Por fin llegamos a mi cuarto. Tampoco esa vez memorice el camino, cosa que por cierto nunca me es fácil. La puerta se abrió e ingrese esperando librarme de la presencia de Zamasu, pero para sorpresa mía este entró conmigo.

-¿Qué haces?-le pregunte algo molesta.

-Mí  habitación está allá- me dijo señalando una puerta más pequeña y del otro lado de la habitación.

-¡¿Es una broma?!

-Una pesadilla diría yo- murmuró, pero lo escuche- Vamos a dejar esto claro. El único hecho por el que tengo que soportar tu desagradable presencia es porque no tengo alternativa. Estoy atado a tí por mandato del Gran Sacerdote y no tengo pensado desafiarlo -señalo con auténtico repudio en su mirada, aunque eso cambio a burla poco después- Cuando era el Kaio del Norte de mi universo,
tuve por mascota a un cerdo alado y voy a hacer de cuenta que tu eres ese animal. Tal vez así tu persona me sea menos intolerable.

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