Llegué a clase y me senté en la última fila, intentando huir de la gente y las miradas.
Todo el mundo tenía su grupo de amigos, su gente, sus conversaciones estúpidas y yo prefería la soledad y la tranquilidad, aunque sólo en este aspecto.-Hola. ¿Me puedo sentar a tu lado? - dijo una voz, sacándome de mi ensimismamiento.
- ¿Qué? Pe-perdona, claro- conseguí balbucear, al ver quién era. Metí la mano en la manga disimuladamente. Sus amigas la llamaron, pero hizo un gesto indicando que preferiría sentarse ahí, a mi lado. Agaché la cabeza y la clase empezó.
Yo hacía como que atendía mientras que en realidad sólo dibujaba en mi cuaderno. Estaba centrada en su olor. Eso me ayudaba a no mirarla de reojo. De repente se acercó y me susurró al oído.
- ¿Estás preparada? - el corazón casi se me sale del pecho. Sentía su cuerpo muy cerca del mío. Su voz sonaba embriagadora.
- ¿Para qué? - le pregunté, intentando no mirarla y tragando saliva.
Se rio por lo bajito y comenzó a escribir en su cuaderno. Me pasó una nota en la que ponía: "para nuestra cita". Instantáneamente me puse roja. Al ver mi cara tachó la palabra cita y la cambió por "quedada", añadiendo una interrogación al final, y puso al lado entre paréntesis (perdón, no se me ocurría otra palabra).
Me pasó su cuaderno para que le respondiera. Cogí el bolígrafo con gran dificultad y escribí: "no puedo, lo siento" mientras pensaba en que era mucho mejor para ella no ser mi amiga. Le pasé el cuaderno de nuevo y se quedó pálida. Había manchado la hoja de sangre. Me agarré la mano con fuerza, intentando esconderla. La venda estaba roja por completo. Sonó la campana y me puse de pie, dispuesta a salir.
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Inmarcesibles
RomancePrimera parte. (Temática Lésbica) Explorar lo que se siente cuando las pasiones afloran hacia lo prohibido en una vida tortuosa puede llevarte al descubrimiento más hermoso. Dejarse amar y dar amor, sin importar el género, el sexo o la historia, ahí...