XIV. CONFESIONES

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          Fui a la habitación y me vestí lo más rápido que pude. Estaba muy nerviosa. Fui al baño y me lavé la cara. Me peiné y salí dirección a la puerta. Entonces me di cuenta de que se me olvidaba la mochila y volví, intentando no hacer ruido para que mi padre no cambiara de opinión y quisiera que me quedara.

          Bajé las escaleras y llegué al portal. Me detuve en seco al verla, de espaldas a mí. Tosí para hacerle ver que había llegado dado que sabía que no iba a salirme la voz. Ella se giró y mi corazón se detuvo. 

-Te invito a desayunar- me dijo y yo negué con la cabeza. - Clara por favor, así hablaremos más detenidamente. - no me apetecía nada estar ahí.

           Simplemente asentí. 
Fuimos a una cafetería cerca de la facultad. Me encontraba realmente mal. Era una mezcla de nervios y miedo. Ella pidió el desayuno para las dos sin preguntarme si yo quería eso o no.

          Estuvimos en silencio hasta que nos sirvieron y la camarera se fue. 

-Perdona que haya aparecido así en tu casa, pero necesito hablar contigo. - me miró y yo no respondí. No quería parecer fría pero solo intentaba no desmoronarme. Tenerla delante era muy difícil. 
- Clara, no entiendo nada, de verdad. Yo sólo quería conocerte. Yo... No sabía que todo esto iba a pasar. - recordé el sueño que acababa de tener y eso me cabreó.

- ¿Por qué querías conocerme? - dije algo enfadada. - ¿Querías reírte de mí con tus amigos? Dímelo, porque yo sí que no entiendo nada. Yo estaba muy bien sola. Lo estaba. No necesitaba a nadie. 

- No me estoy riendo de ti, Clara.  Ya te lo he dicho. Por favor no pienses eso. Me.... Me... 

- ¿Qué? Dilo. - dije aún más enfadada. 

-Me gustas, Clara. Joder, me gustas. Mucho más de lo que me ha podido gustar ningún tío. Y eso me da miedo ¿Vale? Me da muchísimo miedo. No me río de ti. Pero no puedo sacarte de mi cabeza. No puedo evitar pensar en ti a todas horas y me estaba matando no saber si estabas bien en no. - me quedé pálida. No me lo creía, no podía ser.

-Ni siquiera me conoces - le dije.

-Lo sé, pero no puedo evitar desesperadamente querer hacerlo - Ella siguió hablando. - Me preocupé al ver que no venías a clase. Sólo quería pedirte perdón. - Me cogió la mano- Por favor, Clara.  Sé que te he hecho sentir incómoda. Perdón por sentirte obligada a besarme el otro día... - la corte sin querer.
 
-¿Sentirme obligada? - dije bajito y ella se calló de golpe. 

- ¿Qué ? - preguntó confusa. 

-Te besé porque quise- dije sin alzar la vista. 

-No lo entiendo - alcanzó a decir. Me ruboricé. Busqué bien las palabras mientras ella intentaba descifrar mi cara. 

- Yo tampoco lo entiendo, pero no te convengo... - comencé a decir. 

-Oh, venga ya, Clara-dijo indignada. - ¿Porqué no dejas que eso lo decida yo? - 

-Porque tú no sabes los motivos por los que lo creo- dije soltándole la mano. - todo esto es mi culpa. No debí dejar que te acercaras a mí, ni que intentaras besarme, ni besarte yo, porque sólo lo he empeorado todo. Te besé porque me gustas, ¿cómo no me ibas a gustar? - dije, señalándola- pero ese debía haber sido nuestro último encuentro. No debes acercarte a mí. Si te mantienes a mi lado te voy a hacer daño y es lo último que quiero. - iba a comenzar a llorar. Odiaba parecer tan débil. Volvió a cogerme la mano para tranquilizarme. 

-Clara... - me miró a los ojos. 

-¡No!  - dije, quizá demasiado alto. Le solté la mano bruscamente. La gente nos miraba. Intenté tranquilizarme. - perdona. - Me temblaba todo el cuerpo. 

- ¿Cuéntame qué pasa? ¿Qué te da tanto miedo? - dijo levantando mi barbilla. 

-Él me da miedo. No quiero que él te haga daño. - me sequé las lágrimas y aparté la mirada.

- ¿Él? ¿Es el que te hizo las quemaduras? - preguntó. Negué lentamente. - ¿Quién es él? - rompí a llorar y tapé mis ojos con mis manos. - eh, eh. Tranquila. - me levanté. 

-De verdad que no puedo con esto, por favor, sólo aléjate de mí - dije y me dirigí a la puerta. Por un momento deseé que me siguiera, pero no lo hizo.

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