XXXI. CULPABLE

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Nunca había hecho este trayecto a pie. No había dormido nada aquella noche intentando darle un sentido a todo lo que ella me había dicho. Realmente no sabía cómo me sentía, ni cómo debería sentirme. Seguíamos sin hablar. Yo lo prefería así. Su cara mostraba que su noche no había sido mucho mejor que la mía.

Llegamos por fin. Pasear junto a ella, distanciadas, se me había hecho eterno. Abrió la puerta metálica y yo la seguí. Fue directa, se sabía el camino de memoria, como yo el mío. De repente paró en seco. Me quedé muy quieta. Ella se arrodilló, besó su mano y acarició con ternura la fría lápida.

- Jorge- susurró - te presento a Clara. - una lágrima rodó por su mejilla. Volvió a ponerse de pie e intentó recomponerse. - Clara, aquí empezó todo hace 8 años. Desde aquí, colina arriba, se ve la tumba de tu madre. - calló un momento. Mire la fecha grabada en la tumba. Era el mismo día, de diferente año. - desde... Desde aquí te vi por primera vez. Ambas teníamos 11. Tú ni te percataste de mi presencia. Siempre estabas de espaldas. Cuando... Cuando él murió y tuve que venir aquí la primera vez... Se me hizo insoportable. Luego, año tras año, se convirtió en un ritual. Una vez por año te veía y... Sólo podía pensar... "ella sabe cómo me siento". Quería conocerte, pero jamás me atreví a hablarte. No sabía ni tu nombre y tu padre y tu... Bueno, siempre era un momento demasiado íntimo como para interrumpiros.

Llevas en mi cabeza 8 años, Clara. Sé que suena a locura y que parezco una acosadora, pero cuando entré el primer día de clase en la universidad y te vi, allí, callada, sola, apartada... Te juro que el corazón se me encogió. No sabía si debía hablarte. Tenía tanto miedo a que llegase este día... - Dijo, comenzando a llorar- y cuando vi tus cicatrices y tu miedo a tu padre... -

- ¡Calla! - la interrumpí. La rabia me hervía en las venas. - ¿Cómo fue? - le pregunté, seca, señalando la tumba.

- Mi padre conducía borracho. Accidente de tráfico. Él sólo tenía 17 años...Clara, sólo pensaba que tú me entenderías, que precisamente tú entenderías el vacío y el sufrimiento que...

- ¡Calla! - le dije aún con más rabia, apretando los puños. - para ser una persona que lleva espiándome tanto tiempo no sabes absolutamente nada de mi. - dije, parpadeando para evitar romper a llorar. - yo no te entiendo. No lo hago. No hemos perdido lo mismo. Tú perdiste a alguien. ¡YO SOY UNA PUTA ASESINA! Tú sientes vacío, ¿sabes qué siento yo? - dije, remangándome el el jersey y quitándome la venda, dejando al descubierto el estropicio de varias noches atrás. Me miró horrorizada - ¿sabes qué siento yo? - repetí - CULPA. ME SIENTO CULPABLE DESDE EL DÍA EN QUE NACÍ Y ASÍ ME SENTIRÉ HASTA EL DÍA EN QUE ME MUERA- le grité - no sabes nada, ¡Nada de mí! No le tengo miedo a mi padre, él me necesita, ¡joder! - comencé a llorar de pura rabia.

- pero... ¿Y tus cicatrices? ¿Y tu espalda?... - dijo intentando entender. Eso terminó de cabrearme.

- mi padre jamás me ha puesto la mano encima. ¿Quieres dejar de juzgar a mi familia? ¿Lo que somos? ¿Lo que sentimos? No tienes ningún derecho. Me he pasado gran parte de mi infancia en casas de acogida, porque mi madre murió el día en que nací y mi padre no supo sobrellevarlo. Nunca he tenido madre, y hasta los 11 que volví a casa con mi padre tampoco había tenido uno. ¿Sabes lo que es que te apoden la "mata madres" desde los 3 años? Ni siquiera tenía nombre, sólo era la "mata madres". ¿Sabes lo que pesa eso? ¿Sabes lo que es ver el dolor en los ojos de tu padre cada vez que iba a por ti para llevarte al cementerio, año tras año? En una de las casas de acogida me raparon el pelo, con 5 años. En otra, con 6, mi "madre de acogida" se divertía apagando sus cigarrillos en mi cuerpo, ya que no tenía ni una puta camiseta con la que vestirme. Han intentado abusar de mi. He recibido más palizas de las que recuerdo y de todo eso me libró mi padre. Él me salvó y al principio era genial, un padre cariñoso y atento. Pero empezó a beber a medida que yo comencé a crecer, porque le recuerdo a ella. ¡Yo le hago infeliz! Todo es mi culpa y que vengas tú, haciendo como que me conoces... ¡Te abrí mi corazón! Soy una puta estúpida. - dije cayendo de rodillas al suelo y sin poder parar de temblar- puta estúpida- musité, limpiándome las lágrimas en la manga del jersey.

- Clara, yo.... - no dejé que dijera nada. Me levanté y me fui, sin mirar atrás.

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