XXXVI: LO SIENTO

514 31 0
                                    

          -Lo siento- dije, bajando la cabeza y apartando la mirada. Él se apartó.

          -No, discúlpame a mi, Clara. Me he dejado llevar por el momento. No quería incomodarte- Dijo, nervioso. Me sentí muy estúpida al instante.

          -Yo...es que...-intenté explicarme. No sabía ni qué decir. Aquello me pilló totalmente desprevenida. Aquella situación se convirtió en algo incómodo. Ambos nos quedamos callados. Podía notar la tensión que aumentaba gradualmente.

          -Permíteme acompañarte a casa- Dijo, tirando la colilla al suelo. Asentí sin mediar palabra. Comenzamos a caminar en silencio.

          ¿Qué me pasaba? ¿Porqué me había apartado? Realmente me apetecía mucho besarle. Era guapo, y no sólo eso, con él me sentía muy a gusto. ¿Entonces? ¿Había algo mal dentro de mí ? ¿Era propensa a no dejarme ser feliz nunca? Había vuelto a cagarla. Las relaciones humanas no se me daban bien. Seguramente él estaría enfadado o  decepcionado conmigo y lo entendía.

          Estaba triste y con la certeza de que había perdido a otra persona. Otra más. Como a ella. Otra vez ella ¿Porqué era incapaz de sacarla de mi cabeza? Sergio podía ser la oportunidad perfecta para olvidarme de ella. Lo necesitaba ¿Porqué no lo hacía? Los pensamientos en mi cabeza se agolpaban mientras recorríamos las calles sin mediar palabra. 

          Llegamos a mi portal y nos quedamos a la puerta. Ambos buscábamos qué decir, con la mirada clavada en el suelo.

          - Clara, perdóname, yo no quer...-comenzó a disculparse pero fui más rápida y me acerqué a él. Necesitaba olvidarla ¿Estaría siendo muy egoísta? Al inicio, cuando nuestros labios se juntaron, todo mi cuerpo estaba en tensión. Luego fui relajándome ante la suavidad de su tacto. El beso fue tierno y eso me gustó pero había algo que no estaba bien. No sé sintió como se suponía que debía sentirse. No como ya lo había sentido. Me separé lentamente de él. Sergio se quedó sin palabras. 

          -Lo siento- dije, abriendo la puerta y adentrándome en el edificio. Le dejé allí con la boca abierta.

Inmarcesibles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora