X. NO ESTOY RIÉNDOME DE TI

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          Abrió la puerta y me dijo: - Tranquila, no hay nadie. - Me llevó hasta el baño al que fuimos la primera vez. Sacó todo lo que creyó que necesitaría y en silencio comenzó a curarme la ceja con una gasa empapada en un líquido rojo. Le temblaba muchísimo la mano. Tenía los ojos llorosos. 
Le cogí la mano. 

-Lo siento - dijo rompiendo a llorar. 

- Eh, no, por favor. Ni se te ocurra - dije acercándome a ella- No es tu culpa. Escúchame, por favor, no es tu culpa - le intenté secar las lágrimas con la mano. - Por favor... - le supliqué. Apartó la vista. - Estoy bien - le aseguré y ella asintió. Se secó las lágrimas y volvió a coger la gasa. No dijo nada mientras me curaba la cara. Yo la observaba. Ella parecía concentrada. De vez en cuando volvía a secarse los ojos y parpadeaba. Comenzó a curarme el labio.
 
-Déjame pedirte perdón por lo del otro día. - dijo de repente. Era extraño, pero ya no estaba enfadada con ella. Parecía realmente afectada y arrepentida.

-No pasa nada - dije, avergonzada de pronto. 

-Sí, sí que pasa. Sé que te hice sentir incómoda y no quiero eso, Clara. No estoy riéndome de ti ni esto es una broma. Creo que... me gustas, mucho he de añadir, pero no debí hacerlo. No debí... 

- ¿Intentar besarme? - le pregunté. No sabía si era eso lo que había intentado. Agaché la cabeza. 

- No volverá a pasar. - me aseguró - quiero sólo ser tu amiga, si tú también quieres. 

-Yo... - volví a mirarla, me costaba confiar en la gente pero algo hacía que quisiera confiar en ella. 

-No hace falta que respondas ahora.  Quítate la camiseta. 

- ¿Qué?! - pregunté, sorprendida. Me pilló con la guardia baja. Sentí un leve cosquilleo en la nuca.  Me aparté un poco de ella y me empezaron a arder las mejillas. 

-Tengo que curarte - dijo sin entender mi reacción. 

-Estoy bien... - dije, retrocediendo todo lo que pude. Me miró fijamente. 

-Te he visto en el ascensor. Venga, quítatela. - dijo acercándose un poco. 

-No - dije con firmeza y aparté mi mirada de la suya. 

-Venga... - volvió a suplicarme. - Es lo mínimo que puedo hacer. ¿A qué le tienes tanto miedo? - me preguntó. 

- Hay cosas que no quiero que veas-  dije, pegándome aún más a la pared. Arqueó una ceja.

-Clara...confía en mí. - dijo agarrándome una mano con delicadeza. 

-Tú no lo entiendes- dije sin soltarle la mano. 

-Pues déjame intentarlo- dijo, cogiendo el borde de mi camiseta. Le paré la mano. Nos miramos fijamente a los ojos. - Clara... - volvió a suplicarme.

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