XXXIX: LA FIESTA

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-Recuérdame qué hago aquí- le pedí a Sergio mientras él tocaba el timbre de la casa. Me sentía muy incómoda así vestida.

-Clara, tranquila.- dijo dándose cuenta- Estás preciosa y les vas a caer genial. Son sólo unos pocos amigos del máster- dijo mientras se habría la puerta. Una veintena de jóvenes se encontraban en la primera sala, bailando y bebiendo con la música a todo volumen. Hice amago de marcharme al ver aquella escena pero Sergio me agarró del brazo. -Bueno, hay algo más de gente de la que me esperaba, pero no te preocupes. Vamos.- Me dijo.

Entramos y él se perdió en seguida entre la gente. Me daba la sensación de que todo el mundo me miraba de reojo. Entré en pánico. Apareció de nuevo con un vaso de plástico en cada mano.

-Yo no bebo - dije negando rotundamente. Sergio arqueó una ceja.

- No te va a hacer mal. Un día es un día ¿Porqué no intentas dejarte llevar?- Me dijo con una sonrisa. Cogí el vaso a regañadientes. Entonces la vi y el tiempo se detuvo. Ella estaba absorta, meciéndose al ritmo de la música, tan guapa como siempre. O incluso más. ¿Qué hacía allí? Verla después de tanto tiempo me provocó una punzada en el corazón. - ¿Estás bien?- Me preguntó Sergio. Asentí y comencé a beber aquella cerveza hasta terminar el vaso.

-¿Bailamos?- dije cogiéndole del brazo. Nos dirigimos hacia el medio de la sala y decidí intentar olvidarme de que ella estaba allí y pasar un buen rato.

-¿Esa no es tu amiga?- dijo él, echando un vistazo detrás de mi.

-No la mires- dije agarrándole la cara. Le solté lentamente -¿Está mirando?- Pregunté nerviosa. Él asintió, mirándome extrañado. No sabía el porqué de mi reacción pero me acerqué mucho más a Sergio, bailando con él. Puse mis brazos alrededor de su cuello-Tienes razón- le dije al oído- Intentaré dejarme llevar-. Sonreímos.

No quería que él pensase lo que no era, pero al mismo tiempo necesitaba aparentar estar bien sin ella. Se me estaba dando de pena, era bastante torpe bailando.

Sergio me hizo dar una vuelta mientras bailábamos y me choqué con alguien. Ya estaba algo mareada. Sonreía como una idiota.

-Perdona- dije mientras me colocaba el vestido.

-Nada- dijo una voz que me resultó familiar. De repente me encontré de frente con su azulada mirada. Me quedé sin respiración ante esos ojos azules - Clara, ¿Estás bien?- dijo, colocando una mano en mi codo.

-Perdona- dije de nuevo y me escabullí entre la gente. Abrí una puerta y me adentré. Respiré aliviada al ver que estaba vacía. Ni siquiera encendí la luz. Tenía miedo de encontrarme a alguien teniendo sexo o algo así. Me senté en el suelo e intenté calmarme. Era más que evidente que no la había superado. Odiaba que su sola presencia causase estragos en mí. Me sentí débil. ¿Porqué me estaba pasando aquello? Alguien llamó a la puerta.

-¿Clara?- oí la voz de Sergio. Me aparté de la puerta y le dejé entrar.- Eh, ¿Qué ha pasado?- se sentó a mi lado. Apoyé mi cabeza en su hombro.

-Me he mareado un poco-dije. En el fondo no era mentira. Nos quedamos unos minutos en silencio, a oscuras. No podía dejar que aquello me afectara tanto.

- ¿Estás mejor?- asentí- ¿Quieres que volvamos?- Me puse de pie y le tendí a mano. Se levantó y salimos de la habitación. Cuando entramos, el volumen de la música había descendido bastante. Todos estaban sentados en el suelo en círculo. Nos miraron entrar. Me percaté de que en medio del grupo había una botella vacía.

-¡Oh, no!- exclamé.

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