LVIII: VALIENTE

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          Estaba nerviosa. Iba a conocer a su madre y no en las mejores circunstancias.

           Entramos en el hospital dadas de la mano. Fuimos directas al ascensor, se notaba que se sabía el camino de memoria. Durante el trayecto no paró de morderse el labio, nerviosa.

-¿Estás bien? - dije, apretando su mano.

-No me gustan los hospitales. - tragó saliva. Al llegar a la séptima planta, el ascensor se detuvo. Un letrero grande avisaba del ala en la que estábamos :ONCOLOGÍA.

          Debajo del mismo esperaba su abuela. Al verla, apretó aún más fuerte nuestras manos.

-Hola Nana- dijo, dándole un fuerte abrazo. - Pareces cansada ¿Cómo ha pasado la noche? ¿Han pasado ya los médicos? - preguntó, nerviosa.

-Bueno, cielo... Ya sabes cómo va esto - dijo la anciana con tristeza- Ella ha estado bastante intranquila.

-¿Señora Valverde? - se escuchó una voz, de repente.

-Sí - contestaron ambas al mismo tiempo. Me sorprendió escuchar por primera vez su apellido.

- Oh, señorita Valverde, no la había visto - contestó el médico.

-¿Cómo está mi madre? - preguntó ella sin rodeos.

-Te seré franco. El tumor ha aumentado de tamaño. Aún no sabemos si la causa es la inflamación o un aumento de células cancerígenas. Por la zona en la que está ubicado se nos hace difícil plantear una intervención. La quimioterapia parece no estar dando resultado y radioterapia... No está recomendada en estos casos. - Volvió a coger mi mano mientras escuchaba atentamente - El equipo médico que lleva el caso de tu madre ve prudente intentarlo con otro tipo de quimio, una más agresiva, y una vez reduzca el tumor, operarla, pero aún le están realizando una serie de pruebas necesarias para determinar si podría funcionar. -

          Vi como su cara se llenaba de lágrimas con cada palabra del doctor. Este miró a su abuela, la cual asintió.

- Tengo que advertirle de una última cosa - dijo este colocándose las gafas - La masa tumoral está oprimiendo ciertas zonas del cerebro. No se extrañe si al verla la encuentra ida, no la reconoce o cree que es otra persona. Es totalmente normal.  - Añadió, dando por finalizada su explicación - Mañana me pasaré a verla de nuevo- dijo, agarrando su hombro con intención de darle ánimos. Ella asintió y le miró marcharse.

-Cielo, no tienes por qué entrar - le dijo su abuela, preocupada.

-Quiero hacerlo- espetó ella, secándose las lágrimas. - ¿Puedes esperar aquí? - me preguntó. Asentí, sin sentir las fuerzas necesarias para hablar en aquella situación. Ella tomó aire y se introdujo en la habitación. Era la persona más valiente que conocía.

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