-Shio, ellos eran los siete pecados capitales- Rose sintió como las manos de Shio comenzaban a temblar-. ¿Shio?- su cuerpo cayó de rodillas.
-¿A qué te refieres?- le vio con espanto, era la primera vez que veía a Shio de esa forma, algo andaba mal.
-Shio, cada uno de ellos eran la representación mortal de los pecados capitales. Su existencia era esencial para la vida de los mortales. Gracias a ellos, el Reino de Argath existe. ¿No era extraño el hecho de que cada que matabas a uno de ellos, te volvías más fuerte e incluso tu temor a la violencia iba desapareciendo?- varias cosas pasaron por la mente de Shio, pero cada una de ellas le daban un fuerte golpe contra su razonamiento-. Al verte como te transformabas cada que los asesinabas y el que no aparecieran sus nombres registrados en mis archivos, me hizo dudar de si estábamos haciendo lo correcto. Entonces, me di cuenta que cada una de esas almas oscuras se quedó impregnada en tu ser haciéndote un ser oscuro y sediento de sangre-.
-No... No es cierto- Rose tomó de las mejillas a su hermano e hizo que le viera directo a los ojos.
-No sé por qué, pero de alguna forma has consumido sus almas y eso te hizo cambiar, te hizo convertirte en un ser de oscuridad-.
-¿Pero ya no lo era por el simple hecho de estar contigo?-.
-Es distinto Shio, tú eres el hermano que razona, el espíritu que piensa con su cabeza y no con el corazón, es por eso que te elegí. A pesar de que no fueras apto para las peleas, eres la única persona capaz de mantenernos cuerdos, aparte de mí. Pero ahora...-.
-No lo entiendo- Shio sintió como algo punzante recorría su pecho y llevó su mano hacia esa parte, su cuerpo empezó a temblar y un sudor frío salió de su frente.
-¿Shio?- el cuerpo de Rose sintió algo helado recorrer su espalda y se puso de pie sin dificultad alguna.
Se giró sobre sus talones y, no muy lejos de ellos, vio lo que parecía ser un humo rojo con morado. Varios rayos caían desde ese punto y los árboles a su alrededor empezaron a hacerse polvo.
-Shio- volvió su vista a su hermano.
-Me siento...- la chica lo sujetó de los hombros.
-Hermano, tú misión no ha terminado- el chico le vio confundido-. Es momento de que derrotes al jefe final- la chica agarró su mano y Shio sintió que algo lo succionaba.
Al abrir sus ojos se percató de que habían aparecido cerca del castillo de Elisandro, el hombre que le había dado la misión. Aquel castillo se cayó en pedazos y una enorme figura negra con cuernos apareció.
-Pero miren lo que tenemos aquí- un par de ojos blancos vieron a Rose y Shio.
-¿Elisandro?- la criatura mostró una sonrisa dejando ver sus dientes puntiagudos.
-Mi querido Shio, quiero agradecerte por lo que has hecho por mí- inclinó su enorme cuerpo hacia los dos-. Ahora podré convertirme en el nuevo Dios del inframundo- Shio vio a su hermana con horror, pero ella estaba atenta con su mirada roja sobre él.
-Shio-.
-La misión no era para deshacerte de personas que estuvieran amenazando con destruir la armonía del Reino de Argath, tú misión consistió en destruir los siete pecados capitales para así poder obtener su poder- una carcajada salió desde el pecho de la enorme criatura-. Ellos no merecían tener esos poderes, ellos eran unos malditos egoístas que decían ayudar al mundo, pero no hacían nada. La gente los admiraba, les temía y a veces llegaban a tomar cosas de ellos. Estaba cansado, harto de que yo fuera el único excluido. Mi hermano, Harrison, el obtuvo la gracia de convertirse en el siguiente guardián de su poder. Yo debía ser quien se convirtiera en el amo de la lujuria, no él. Yo soy el mayor, mi derecho era convertirme en el siguiente sucesor. Pero mi hermano, ese mocoso demostró ser más digno y me arrebató aquella oportunidad. Intenté convertirme en otro posible portador de uno de los pecados, en cambio, me convertí en alguien ajeno a todos ellos. Entonces, me di cuenta de algo. Yo no podía convertirme en alguien como mi padre o uno de los otros pecados, ya que yo estaba hecho de cada uno de ellos-.
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K.A.R.M.A. II
FanfictionEn un mundo sin existencia, en un lugar sin vida misma, mis manos se tocan. Todo a mí alrededor está oscuro, todo está perdido, ya no hay nada. Todo por lo que luchamos, todo por lo que vivimos, todo ha dejado de ser. Lo que una vez llamamos vida ha...