Capítulo 74 - "Rose Murakami."

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"En un mundo sin existencia, en un lugar sin vida misma; mis manos se tocan. Todo a mí alrededor está oscuro, todo está perdido, ya no hay nada. Todo por lo que luchamos, todo por lo que vivimos, todo ha dejado de ser. Lo que una vez llamamos vida ha desaparecido, ya no hay nada.

Mis manos se tocan buscando sentir calor, pero no hay nada, sólo vacío. ¿En qué me he convertido? En nada."



En un lugar envuelto en la oscuridad, el cuerpo frágil y pequeño de Rose, flotaba en el vacío. Abrazando sus piernas y aguantando las lágrimas; la chica buscaba alguna respuesta, algo que le dijera lo que pasó exactamente. Pero todo razonamiento, toda posibilidad, todo recuerdo; había desaparecido.

¿Quién era ella? ¿Por qué estaba ahí? ¿Cuál era su historia? ¿Dónde había quedado su pasado, su presente y su posible futuro? Con un sólo toque, con un sólo roce, había perdido todo en un instante.

-¿Quiénes son ustedes?- dijo en voz alta al ver la silueta de siete personas en su mente, pero ninguna tenía un rostro que le resultara familiar-. ¿Dónde estoy?- sus brazos se aferraron más a sus piernas, intentando conseguir calor, pero era en vano.


En silencio, lentamente, sentía como la vida se le iba. Su cuerpo se debilitaba, su respiración se cortaba y los latidos de su corazón disminuían. Todo rastro de luz se esfumó; lo que alguna vez fue su vida, se había borrado de sus pensamientos y de su existencia.

-Abuelita... Tengo miedo...- escondiendo su rostro entre sus piernas, dejó que las lágrimas por fin salieran, con la última fuerza que le quedaba.


Frente a ella, una pequeña luz blanca surgió y lentamente fue creciendo, hasta tocar su cuerpo y llamar su atención. Confundida, vio aquella misteriosa luz, que cada vez se hacía más grande y la envolvía más en su brillo.

-Rose... Ven...-.

-Esa voz...- Rose apenas pudo articular aquellas palabras, las cuales le quemaron la garganta.


Soltándose, extendió su mano hacia la luz, buscando poder tocarla o ir hacia ella. En segundos, la luz la envolvió por completo y sus ojos se cerraron por el intenso brillo que tenía. Sus manos cubrieron sus ojos y nuevamente se encogió; un calor inmenso la atrapó y sentía que en cualquier momento acabaría calcinada.

-Rose, puedes abrir los ojos, ya estás a salvo- esa dulce voz. Reconocía a la perfección ese color, el cual le traía los mejores recuerdos a la mente; ¿podía ser posible?

-¿Abuelita?- quitando sus manos de sus ojos, vio frente a ella, a esa mujer de avanzada edad; con su cabello blanco, sus lentes cuadrados y grandes, y ese bastón que solía usar para cantar cuando era una niña-. ¡Abuelita!- sin poder contener sus lágrimas de felicidad, Rose se lanzó hacia la mujer, envolviéndola entre sus brazos, inhalando ese aroma a flor marchita y crema corporal de vainilla-. ¡Abuelita!- chilló la chica aferrándose más a la mujer que estaba entre sus brazos; lo sabía, era ella, su mejor amiga, su querida abuelita.

-Tranquila mi niña, ya estoy aquí- su robusta mano acarició el cabello negro de la chica, regalándole una sensación de paz y haciendo que su corazón descansara.

-Pero... ¿Cómo?- Rose se enderezó y tomó ambas manos de la mujer, viéndola a la cara y confirmando que era ella; grabando en su mente esa imagen, para llevarla hasta su fin existencial.

-Yo nunca te dejé, mi querida niña- su abuelita acarició su mejilla y Rose cerró sus ojos, disfrutando del calor que le regalaba su tacto-. Siéntate mi niña, hay mucho de qué hablar- parpadeando un par de veces, Rose vio a su alrededor y se percató de que estaban en la vieja habitación de su abuelita. Las paredes blancas con imágenes de la religión católica, las fotos que tenía de cada uno de sus nietos de niños en una pequeña cabecera encima de la mesita de noche, ese peinador viejo y lleno de muchos collares, la enorme cama dónde su abuelita descansaba y la cama individual dónde Rose solía dormir cuando niña.

K.A.R.M.A. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora