2. Aleesha

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Johann se ha ido. Por mí culpa y quien sabe cuando regresará. ¿Por qué ese maldito Diamante se encuentra tan lejos? ¡En España! Es demasiado. Se ha ido y no tengo nada que hacer en su casa. Me la he pasado aquí unas horas y no sé todavía porqué.

Salgo de su casa y entro a la mía. Subo a ver a papá, pero lo encuentro igual: En la cama, viendo al vacío.

- Hola, papi.- Me recuesto en el umbral de la puerta.

- Hola.- Constesta pero no me ve a la cara.

- No puedes seguir así. Debes seguir adelante, papá.

- Mañana lo haré.

- Eso me dijiste ayer.- Entro a la habitación y me acuesto a su lado.

- Es muy difícil. Todo esto... es una mierda.

- Lo sé. Pero tenemos que aprender a salir adelante, a pesar de toda la mierda que hay.

- Mañana iré al trabajo.

- ¿En cerio? - Chillo, de la alegría.

- Sí. Tengo que levantarme. Por ti.

- Te amo y aquí estoy, para ti.- Me levantó de la cama.

Salgo de su habitación y camino a la mía. Entro y me paro en seco. Una paloma de papel vuela en círculos en mi habitación. Al verme, cae al suelo, extendida. Corro y la tomo.

No importa donde esté, yo siempre pienso en ti. J.

Mi corazón da brincos de felicidad. ¿Johann me mando está nota? ¡No lo puedo creer! Doblo la nota y la acuno entre mis manos y mis manos me las llevo al pecho. Miro al techo y sonrió. ¿Qué me pasa? Yo no me puedo poner así por una nota y más sí es de él estúpido de Johann. Él es un patán, cabrón, imbécil y eso no se lo quita nadie.

Meto la nota en un cajón de mi mesita de noche y me recuesto en mi cama. Mi mente da vueltas y vueltas. ¿Por qué me mando esa nota? Porqué te ama, estúpida, dice mi subconsciente. Ignoro la idea. Quizás me tenga aprecio, pero, ¿Amarme? ¿Tanto así? Me cuesta creerlo.

Un calor insoportable me invade el cuerpo y decidió darme una ducha. Me quito la ropa y dejo que el agua baile por mi cuerpo. Y escucho unos cristales romperse. Me quedó pensativa y detengo la ducha. Me envuelvo en una toalla y cuando salgo de la ducha, me encuentro con un Murciélago del Infierno. Ahogo un grito y salgo corriendo, pero antes de que llegue a la puerta, su mano babosa me toma por el hombro y me manda a volar y choco contra una pared. Hago una mueca de dolor. El Murciélago se acerca y me levanta por el cuello, y mis pies desnudos ya no tocan el suelo.

- ¿Donde está? - Su voz distorsionada hace que me dé un dolor de cabeza.

- No... Sé...- Su agarre en mi cuello empieza a asfixiarme.

- Mi Ama quiere saber. Su rastro ha sido evaporado. ¡Habla!

- No... sé... - Y su mirada se clava en mi brazalete. El mismo brazalete que me dio Johann y me hace inmortal.

Y de la nada, me suelta, y me desplomo en el suelo. Cuando levanto la vista, ya no hay nada que no sea inmortal. Se fue ¿Por qué? ¿Por el brazalete? No lo sé.

Poco a poco, me levanto y me acuesto en la cama, toda mojada. Mi pecho sube y baja. Con mi mano, toco mi cuello, y encuentro baba. La piel de los Murciélagos es húmeda con baba. Poco a poco, me levantó y me vuelvo a bañar.

Mañana cumplo un año de vivir aquí, y vaya, tantas cosas que he pasado aquí y estoy segura que pasaré muchas más. El año escolar acabara mañana y las vacaciones se acercan y las pasaré completamente sola. No importa. Yo puedo. Salgo de la ducha y me pongo unos vaqueros y una camiseta. Tomo mi móvil y le mando un mensaje de texto a Diamond, que no lo he visto desde unos días.

- Hey, Diamond, ¿Te has perdido o qué? Después de unos minutos, contesta.

- No, claro que no. Tú estás muy entretenida con Johann que ni vela me haces.

- Vamos, Diamond, no empieces. ¿Vamos al cine?

- ¿Y Johann? ¿No está para acompañarte?

- Ah, vale, no me acompañes, de todos modos, ni quería.

- Está bien, vamos. Paso por ti en quince.

Y así como dijo, en quince llega a mi casa. Bajo los escalones y me reúno con el en su auto.

- Gracias, Diamond.

- Estoy aquí, para servirte.- Sonríe.

Y nos vamos al cine. Ir al cine solo me recuerda cuando Johann estaba con Perla y ella le tocaba su... paquete. ¡Asco! Y ese día, me sentí mal, lo odie más. Está vez, yo compro las palomitas y los boletos.

En toda la película, no puse atención, hasta una escena muy... erótica. Papá me mataría si se enterase que vi esta escena. Diamond me toma de la mano y antes de que me dé cuenta, me esta besando.

Sin pensar en lo que hago, respondo al beso. Mi mente no piensa en definitivamente nada. Solo Diamond y yo. Diamond y yo. Johann y yo. Me aparto de golpe.

- Lo lamento, Ale, perdón, lo siento, no sabia lo que hacia...- Parece muy arrepentido.

- Claro, mi error. Sigamos viendo la película.

Y el resto de la película menos pase muy, muy incomoda. Y también Diamond. Espero que Johann no se enoje... ¿Por qué pienso eso? ¡Johann y yo no somos nada! ¡Soy libre de besarme con quien yo quiera! Pero... no dejo de pensar en Johann. Él mataría a Diamond si se entera... Pero no somos nada y me preocupa que se enoje... ¡Ah!

Después, fuimos a comer e hicimos que nada de eso pasó. Reímos, hablamos, bromeamos. Jamás nos besamos. Jamás paso y jamás pasará. Estuvo mal. Muy mal. Pero somos libres y muy dentro de mí piensa que Johann se enojará conmigo, y eso hará que me sienta fatal. No sé qué hacer. Pero por ahora, hacemos que nada paso.

Blood DiamondsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora