25. Aleesha

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Abro mis ojos, abruptadamente, y los vuevlo a cerrar, ya que la luz es muy fuerte y hay un débil humo negro que me quema los ojos. Los vuelvo a abrir, pero está vez lentamente y cuando mi visión se ha acostumbrado a la luz y el humo, dislumbro a Alex y a Diamond, arrodillados a la par de mí cuerpo, ellos tienen una horrible cara llena de preocupasión. ¿Por qué? ¿Qué ocurre?

Y lo recuerdo.

Me siento y hago una mueca de dolor, y busco desesperadamente a Johann. Alex trata de hacer que vuelva a recostarme, pero le palmeo la mano cada vez que lo intenta. Diamond me mira, con miedo y sé porque. Yo también tengo miedo. No quiero perder a mí padre a tan temprana edad. El fuego ha sido apagado y solo quedan cenizas.

- ¿Dónde está Johann? ¿Y mí padre? - Sigo buscandolos con la mirada.

- Johann no ha regresado.- Susurra Alex.

La miro fijamente, en estado de shock. ¿Cómo llegaron aquí? ¿Johann les llamo? ¿Cuánto tiempo he pasado incosciente?

- Has dormido casi una hora.- Dice, como si leyera mi mente.- ¿Te encuentras bien?

- Sí, claro, sumamente bien.- Sarcasmo y más sarcasmo. Alex me mira con dolor.- Ay, lo siento, Alex, estoy preocupada. Diamond, ayuda a levantarme.

Diamond me toma de la cintura y me levanta. Tambaleo y Diamond me sujeta más fuerte. Nos encontramos en el mismo lugar donde Johann me dejo. Los tres miramos la entrada de la butik, donde entran polícias y bomberos. Unos bomberos sacan a una muer, que grita de dolor por sus quemaduras y al verla, mi estómago se hunde: la mitad de su cara se encuentra enrojecida, llena de yagas. Mí corazón se para y todo mi ser se estremese. Pasan ¿que? ¿cinco minutos? ¿diez minutos? No lo sé, pero el tiempo suficiente y todos los polícias yacen afuera, junto con todos los bomberos y los heridos que son llevados a una ambulancia. Un bombero pasa frente a nosotros y Diamon le toma del brazo suavemente.

- Disculpa, ¿Ya no hay heridos dentro?

- No, hemos revisado cada esquina del lugar y ya no queda nadie.- Se va.

Mi corazón deja de latir por un minuto, pero cuando vuelve a latir, estos son rápidos y los siento hasta en la punta de mis débiles y temblorosos dedos. Miro la puerta del local, esperanzada a que Johann y papá salgan. Pero no pasa eso.

- No... no... no... - Y murmuro la palabra no como por tres minutos.

Esta parte del centro comercial empieza a ser despejado. Dentro de la butik, todavía inunda un humo gris que hace que con solo verlo me arden los ojos. Y de pronto, una silueta aparece entre el humo, una silueta alta y esbelta. No he visto su rostro, pero, maldición, sé quien es, ya que -odio pensar esto en estos momentos- tiene una figura sexy y sexy y muy sexy. Johann camina entre el humo y se acerca a nosotros, con sus manos vacias. Su rostro se encuentra algo sucio, al igual que sus ropas.Corro a encontrarlo.

- ¿Y mí papá? - Estoy preocupada.

- Se lo llevaron.- Su rostro no muestra signos de como se encuentra, está en blanco, serio y sus ojos negros se ven dilatados.- Alena y Samara se lo llevaron.

Y hoy si creo que moriré. Hoy si creo que mí corazón ha dejado de latir. No sé dónde o cómo o porqué, pero estoy en los brazos de Johann, y todo da vueltas. Ah, sí, creo que casi caigo de bruces en el suelo. Trato de reponerme y me alejo de él. Tengo que ser fuerte.

- Hay que encontrarlo.- Mí voz no se quiebra; (y agradezco por eso) estoy dispuesta a buscarlo y encontrarlo. Con vida - eso espero- y luego, volver a ser felices.

- Ale...

- No.- Le corto a Johann.- Voy a buscarlo. Tengo que encontrarlo.- Y hoy sí, mi voz tiembla.

- Déjame a mí ése trabajo.

- ¿Quién es Alena? ¡¿Hablan de la Samara de la escuela?!

- Cállate, Alex.- Gruñe Johann.- Por cierto, gracias por venir.- Su voz ahora es amigable.

- Dios...- Abre su boca, sorprendida.

Johann se planta frente a Alex y Diamond, muy serio.

- Persus morbosis reclimos.- Y esas palabras las pronuncia dos veces más.

Los ojos de Alex y Diamond se vuelven blancos. Les está borrando la memoria... miro alrededor, pero no hay obsolutamente nadie.

- No han escuchado jamás el nombre Alena ni Samara, están aquí juntos en una cita.- Bam, sus ojos vuelven a ser... normales.

Y de pronto, una risa malvada y sárcastica resuena por todos lados. Es burlona... como si se burlara... de mí.

- Hija de puta.- Susurra Johann.

Alex y Diamond se encuentran como en transe. Estarán así por unos dos minutos, su mente se encuentra procesando de que están aquí, juntos, en una cita. Miro a Johann, súper enojado. La risa es más y más fuerte que nunca.

Y se va. Johann se va a una velocidad que jamás había visto, ni siquiera se ve él exactamente, sólo un borron negro que pasa, dejando un olor... olor a Johann... y una pequeña brisa. Por instinto o algo así, corro por donde creo que ha ido. Me siento débil, pero a pesar de eso, corro y mí mundo da vueltas, siento la bilis subir, siento a un martillo pegándole a mí cabeza, escucho las voces amortiguadas. Mientras corro, empujo a la gente y en realidad, no sé ni para dónde corro, no puedo decir que voy siguiendo el paso de Johann, ya que ni pude ver adónde iba y seria tan ridículo que yo misma me reiría de mí, pero yo corro. ¿Tratando de escapar de la realidad? Tal vez. Pero no importa, no me importa, yo corro y aunque escucho como la gente se queja cuando los empujo, no me detengo. Tengo que encontrar a mí papá. No puedo permitir que la perra de Alena y la puta de Sam tenga como cebo a mí papá.

¡OH, MIERDA!

Y ahora entiendo, shit, shit. ¡Usan a mí papá como cebo! Ellas saben que Johann irá por él. Ellas quieren a Johann... pero eso es inútil, ¿no? Johann es invencible, cada vez es más y más fuerte, incluso, tiene más ceñas por casi toda la mitad de  su espalda (Lo vi una vez por la terraza) y también, que el se ha tatuado su brazo, justo en el musculo, se encuentra un enorme dragon y tiene una larga cola, que se enrrolla desde su bíceps, hasta la muñeca. Se ve genial... aunque, no sé si en realidad es un tatuaje, que el quiso hacerse, porque puede que sea una marca o algo así.

Cuando vengo a razonar, estoy en las afueras del centro comercial, respirando entrecortadamente, mí pecho sube y baja, brinca de una manera exagerada, pero mis pulmones gritan ¡Aire, aire, aire, joder! y necesito aire...

Pero también necesito a papá.

Y lo necesito a él, a Johann.

Últimamente, estoy pensando demasiado en el imbécil de Johann, que aunque disque me ama, siempre es un tonto. Dios, quisiera que fuese un chico normal... y juro que me le lanzo a los brasos y le beso. Le beso cada sentimetro de su duro y musculoso cuerpo.

Pienso que no debo quererlo. Pero ya es demasiado tarde. 

Blood DiamondsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora