Blood Diamonds

6. Aleesha

Han pasado dos semanas, sí, dos jodidas semanas, y Johann no regresa. Sinceramente, me he encontrado muy mal, pero creo que es hora de sonreír. El sol ha salido y me muestra su lado bueno, el que más me gusta. No puedo estar aquí, sufriendo, por algo que, ni siquiera yo sé.  Es patético, ridículo, tonto. No puedo permitir que mi estado de ánimo ande por los suelo por… ¿Por qué? Y esa es otra razón para no estarlo, no sé qué me tiene así, tan deprimida. Quizá Johann se encuentre bien mientras que yo, aquí, lloro desconsoladamente. Así qué hoy, he decidido, salir de casa y sonreír. Siento que soy una prisionera y la cárcel soy yo misma. Y es hora de salir, no puedo hundirme, no debo permitirlo. Ayer recibí una nota de Johann, al parecer, se está acostumbrando a mandarme notas de papel en forma de palomas. Y esa nota hizo que volviera a llorar desconsoladamente. Al principio, no quise ni verla, pero la estúpida paloma me siguió por todos lados, hasta en el baño; al parecer, es como si sintiese que quiero ignorarla, pero su deber es estar seguro que leí la nota. Y sí, la leí, y lo único que provoco es que las lágrimas bailaran en mis mejillas. No importa a quien me encuentre en el camino, yo sólo quiero verte a ti, eso decía la nota, la nota que me hizo llorar. No entiendo porque me dice eso, pero, sus palabras llegaron a lo más profundo de mí ser.  Es raro saber que no lo veré por un buen tiempo y me jode más no saber ni cuánto tiempo se tardará.

Navidad se acerca y papá ya ha comprado algunos objetos para decorar la casa. Todo el aire me huele a navidad, una navidad sin Johann. ¡Agg, debo de dejar de pensar en él! La cuestión es que, papá ya ha comprado un hermoso árbol que va decorado con lucecitas de colores y bombas navideñas. Es la primera navidad que pasare sin mamá, pero no quiero permitirme pensar en cosas triste. Es navidad y la pasaré con papá. Sólo los dos. Aunque Diamond me ha invitado a su casa, dice que su mamá cocina delicioso, al igual que Alex, que también me invito. Quizás no la pase tan mal, aunque Celeste y Anabel sí qué la pasarán mal; ellas me lo han confirmado. Es la primera década que pasan una navidad sin Johann. Y por mí culpa… Elimino todo pensamiento negativo de mi mente y funciona.

Salgo de mi habitación, después de haberme duchado, y entro a la habitación de papá; que tiene vacaciones, no muchas, una semana nada más, pero aquí está, durmiendo como si fuesen las dos de la madrugada, cuando son las diez de la mañana. Tomo un vaso de agua que se encuentra en la mesita de noche.

-¡Papá! – Grito. Papá se sacude, despertándose, abriendo sus ojos y le lanzo el agua que había en el vaso. Papá pega brinco. Corro a mí habitación.

Mientras corro, sé qué me sigue, ya que escucho sus pies descalzos resonar en el suelo. Antes de que llegue a mi habitación, me toma de la cintura y como si mi peso fuese como el de una pluma, me avienta a mí cama. Caigo y chillo, ya qué siento unas manos que me hacen cosquillas en mí pansa. Me rio a carcajadas y mientras más me rio, papá me hace más cosquillas.

-¡Para! ¡Papá, para! – Logro decir entre risas.

Aumenta las cosquillas y juro que moriré aquí, porque mis pulmones gritan ¡Aire, aire!  Pero papá se detiene y respiro profundamente, llenando todo lo posible de aire mis pulmones.

-Ja,ja,ja ¡Muy bonita tú broma! – Dice con una enorme sonrisa en su bello rostro. Se sienta en la misma silla que se sentaba Johann…

-Lamento sacarte de ese hermoso sueño, papi – Digo, con sarcasmo.-, pero son las diez y media de la mañana ¡No son horas para dormir!

-¡Estoy de vacaciones, no puedes decirme eso! Inclusive, mañana tú harás el desayuno, almuerzo y cena para mí, para los dos - Dice con una sonrisa.

-Estás loco si crees que lo haré – Me rio.

-¿No lo harás? – Se levanta y se lanza sobre mí, haciéndome cosquillas, de nuevo.