Me encuentro en mí cama descansando, pero sin descansar. Dios, no lo puedo creer, ¡Peter muerto! Madre mía. No. Lo. Puedo. Creer. Es qué… Ag, se me es incluso difícil de creer que Pet está muerto. Sin que yo quiera, empiezo a llorar tan desconsoladamente que mí pecho brinca y brinca junto con los sollozos. No es que fuéramos grandes amigos o que fuera mi mejor amigo, no, pero él siempre estaba ahí cuándo me sentía sola. Me hacía compañía y siempre decía que yo merecía ser feliz, que no merecía vivir dentro de este mundo, lleno de mierda mágica. Y ahora sé que es verdad, porque ni siquiera yo quiero vivir más en este mundo lleno de mierda mágica. Todos se matan entre todos y al final no importa nada. Sí sobrevives, eres invencible. Y como siempre, el que sobrevive es Johann. Admito que sí Johann hubiese sido el fallecido estuviera igual: llorando su pérdida. Incluso, fuera peor, porque con sólo pensar en Johann muerto se me pudre el corazón y se me quiebra el alma. Dios, antes eran cinco hermanos y ahora… ahora son tres. Y sé qué con el tiempo la cifra descenderá y al final no quedará nada. Algo me dice eso, algo muy dentro de mí.
Papá está noche (Porque ya es de noche, las ocho para ser exactos) tiene turno en el hospital, así qué dormiré en sola en la casa. En parte, un miedo me invade, pero me gusta estar sola, poder poner música, bailar y dar mi concierto. Maldición, extraño mi vida normal, donde daba conciertos a mis fans, les dedicaba canciones que otros artistas escribían para mí y que yo cantaba sin su permiso en la sala, la cocina, mi habitación y sobre todo en la ducha… ¡Ah, como pasa el tiempo!
Sé qué sí Peter estuviera aquí, me animara a cantar, bailar y olvidar mis problemas pero no puedo. Bueno, un 50% quiere, pero el otro no.
-Vamos, Ale, levántate, baila y saca tus problemas, olvídate de mí, olvida tus problemas en este momento, es hora, porque peores cosas se aproximan, mi niña, es hora de ser feliz.
No sé cómo, pero la voz de Peter resuena en mí cabeza. Miro mi alrededor, asustada, esperando ver… ¿Qué? ¿Un alma hablándome al oído? ¿A un Peter frente a mí con una sonrisa? No lo sé. No fue mí imaginación, estoy segura, pero entonces, ¿Qué fue? Ag, ¿Pero, y sí doy mí concierto y Peter me ve y niega con la cabeza, resignado y piensa que no me importó su muerte?
No. Él sabe y sabía que era importante para mí. Sé que lo sabía. Así que pongo música a todo volumen. Pongo Waste de Foster The People y empiezo a bailar. Mi cabello baila junto a mí, salto y sacudo el cuerpo. Me subo a mí cama y salto en el colchón. Ahora, suena pumpeck up kicks. Canto tan fuerte, que mí garganta duele. Y de pronto, las puertas de cristal se rompen y vuelan vidrios por doquier. Y yo, por instinto, me lanzo al suelo. Levanto la cabeza, a la par de la orilla de la cama, dejando al descubierto sólo mis ojos, y lo que mis ojos ven es a una Samara, enojada, con un traje como de ninja. Y la cama se levanta, y es mandada por los aires.
-¡Ahí estás, amiga! – Grita Sam. Yo grito.
Me levanto rápido y salgo de la habitación como puedo. Mientras bajo los escalones, una bola de fuego pasa justo a la par de mí oído, haciendo que arda. Me tiro al suelo y en vez de permanecer ahí plantada en el suelo, empiezo a rodar en las escaleras. Llego al final y caigo al suelo en una vuelta de gato. Mientras la doy, una roca es lanzada por encima de mí, que por suerte, sólo golpea mí tobillo. Hago una mueca de dolor. La canción sigue. A regañadientes, me levanto y entro a la cocina, donde tomo una cacerola y nomas ver a Sam, se la lanzo. La esquiva con un movimiento. ¿Cuándo se volvió tan flexible y poderosa? Sam hace volar la mesa hacía mí y me escondo en el taburete. Maldición, ¿Cómo salgo de está?
-¿Qué…? ¿Qué es lo que quieres? – Mi voz es temblorosa.
- ¡Johann te ama a ti, no a mí! Y por tú culpa ¡No puedo ser feliz!
- ¿Cómo es que dejas que tú felicidad dependa de un hombre? – Exclamo.
¡Y bam! El taburete se eleva. Corro y salgo por la puerta trasera. En el intento, tropiezo y caigo de bruces en el césped. Escupo, ya que en mí boca, por alguna razón, hay tierra y césped. Ah, sí, caí y tope la boca. Tonta. Y de la nada, me elevo del suelo. Dios, maldita Sam. ¡Y bum! Me lanza al cerco de madera. ¡Mierda, mis costillas! Me desplomo, me pongo en cuclillas y en mí corto campo de visión, veo una enorme (Y con enorme, quiero decir realmente ENORME) bola de tierra, con fuego alrededor, que viene hacía mí, directamente a… bueno, toda la bola cubre mí cuerpo. Y no sé cómo, pero logro lanzarme un metro lejos de donde me encontraba. Y ahora, huelo a madera quemada. Mí cuerpo arde, como si de verdad me hubiese quemado. No sé de dónde saco fuerzas, pero corro hacía la calle. Y me paró en seco. Y una bola de fuego pasa justo un centímetro de lejos de mí cabeza, chamuscando mí cabello. ¡Puaj, ahora huele a cabello quemado! Pero eso no importa, porque frente a mí, se encuentra Johann y frente a él, un Robert McCarthy enojado. Oh, no, otro hermano de Peter… y eso no puede ser nada, nada bueno.
Sam corre a por mí, pero Johann me ve con el ceño fruncido, al igual que Robert, y Johann lo entiende: Sam me ha atacado. Y con un movimiento de mano, la manda por los aires.
-Tú mereces morir.- Gruñe Robert.- Has matado a mis tres hermanos.
Y todo mí cuerpo se congela, se tensa. Mí respiración se corta y no escucho los latidos de mí corazón. ¿Tres McCarthy muertos? ¿Qué mierda? No… no lo puedo creer… ¡Dios, no, no, no!
Tres McCarthy muertos. Matthew. Peter. ¿Quién es el otro?
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Blood Diamonds
ФэнтезиAleesha ha descubierto la Maldición de Johann y se enteró que ella podría romperla. Pero Johann no está dispuesto a arriesgarse, ya que podría morir si no es la indicada. Por esa razón, Johann ha decidido buscar El Diamante de Sangre, que es lo úni...