No puedo estar muerto, es seguro, pero, ¿Qué carajos me han hecho? Estoy consciente pero no logro abrir mis ojos, por más que lo intente. ¿Quién me habrá hecho esto? Porque, juro que lo mataré; disfrutare arrancarle el maldito corazón que le da vida a su cuerpo putrefacto. No sé cuánto tiempo he pasado así, ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas? Ni idea. Lo único que reina es un silencio que me jode, me asfixia, me atormenta. Los latidos de mí corazón golpean mis sienes y resuenan por toda mí cabeza. Y escucho pasos. Sin verlos pero puedo sentir que alguien me mira, me vigila, alguien frente a mí. Estoy indefenso, fácilmente me sacarían el corazón y no puedo permitirlo, he venido aquí por el diamante, no para morir; hago todo el esfuerzo que puedo y logro abrir mis ojos. Estoy en el mismo lugar y con una persona frente a mí, viéndome. Y no puedo creer lo que estoy viendo: un hombre, alto, de piel blanca, cabello negro y corto con unos ojos horribles, sus pupilas son rojas. Recuerdo como si fuese ayer lo que le hice…
-Vaya, al fin despierto. – Dice. A regañadientes, me levanto y lo enfrento.
-¿Qué haces aquí? – Se ríe.
-¿Qué crees que hago aquí? Ayudándote, claro. – Está vez, yo rió.
-¿Tú, ayudándome? – Sonrió cínicamente.
-Nunca cambias, hijo. Recuerdo lo que me hiciste… y mira, aquí estoy. Todavía siento esa jodida estaca de oro que me atravesó el pecho. ¿Cómo es posible que un hijo mate a su padre?
-Blaz, me da igual lo que sentiste, ¿vale?
-Sí, lo sé. Oh, Johann, mi querido hijo Johann, ¿Qué haces por estos rumbos, hijo?
-A ti que te importa.Y se mueve velozmente, me arrincona en la pared, con una mano en mi cuello, pero antes de que se dé cuenta, lo empujo y ahora soy yo el que lo tiene arrinconado, con una mano en el cuello.
-Querido papi, ya no eres rival para mí. – Canto.
-Te has vuelto más fuerte. – Comenta.
-Sí, lo sé. – Sonrío con sarcasmo.Me alejo de él, ya que no es amenaza. Y ahora bien, ¿Quién coños le quito la puta estaca que le metí en el pecho? ¿Qué hace aquí Blaz, mi padre, vivo? Joder, otro asunto más por el que encargarme.
-Te estarás preguntando quien me saco la estaca…– Es como si leyera mí mente. Pero aunque tenemos ese poder, él no puede leer la mía, hay barreras que lo impiden. – Nada más y nada menos que tú hermanita querida…
-Anabel. – Digo, sin pensarlo.
-Oh, sí. La imprudente de Anabel; pero, hijo, no estoy aquí para luchar contigo… sólo quiero ayudar. – Su papel de bueno yo no me lo trago. Imbécil.
-Ya, no necesito tú ayuda.
-Quizás… pero sí qué la necesitaste cuando estabas ahí, tirado en el suelo, inconsciente. Dime, ¿Por qué quieres el Diamante de Sangre?
-¿Quién te contó eso? – Y ya no soy el sarcástico, soy el serio, el amenazante, mostrando un lado que a todos les da miedo.
-Ya sabes, los rumores corren. Me has impresionado. ¿Tú, en busca del Diamante, por una chica? – Y suelta una carcajada. Y mientras se ríe, le meto la mano en el pecho, tomo su corazón en mi mano y lo presiono. Siente el dolor y deja de reírse y hace una mueca de dolor.
-No estoy para tus putas bromas, Blaz. – Y saco mi mano. Suelta un suspiro de alivio. – ¿Sabes que me dejo inconsciente?
-Quizás – Dice con dificultad, ya qué todavía siente un pequeño dolor en el pecho –, tomaste el camino equivocado. ¿No querías saber tú peor pesadilla, he? Pues, bien, yo también me he perdido aquí.Y de pronto, recuerdo un dolor pulsante en mí brazo. Me reviso el brazo, justo en el músculo, pero no hay nada. ¿Era alucinación mía? No lo sé. Y de pronto, siento un dolor punzante en mi pantorrilla. Hago una mueca de dolor y me la reviso. ¡No, joder! Cuatro triángulos empiezan a tatuarse al lado carnoso de la pantorrilla. No es qué me molesten los tatuajes, lo que me molesta, es que tendré todos los putos símbolos, tatuajes de Blaz. Cuatro triángulos, uno tras otro. El primer triángulo es norma, con la punta hacia arriba (Esté triángulo representa el fuego), el siguiente, está al revés, con pa punta hacia abajo (Esté representa el agua), el siguiente, es un triángulo norma, solo qué, lleva una línea un poco más arriba de la mitad (Esté representa el aire), y el último, el de abajo, también es un triángulo normal, solo que este lleva la línea más debajo de la mitad (Esté representa la tierra). Blaz mira los símbolos y se echa a reír. Menudo idiota.
-Mira cómo eres castigado, hijo. No quieres nada de mí, pero lo que tienes de mí es lo que te hace importante, imponente, fuerte, poderoso. Algún día serás como yo, heredaras todos mis símbolos. A mí se me veían muy bien.
Sí, Blaz, mi padre, me hereda los símbolos, claro, sin que él quiera. Ahora, estos símbolos ya no se encuentran en su pantorrilla, se encuentran en la mía. Joder, odio eso, odio que tenga razón, que algún día seré como él, claro, respecto a su cuerpo tatuado, lleno de algunos símbolos. Me repongo y escondo mi pantorrilla dentro de mí túnica.
-Ya, da igual. – Me encojo de hombros. – Tengo que seguir, no puedo perder tiempo en… ti.
-Te acompaño. – Una enorme carcajada sale de mí garganta.
-¿Para qué? – Enarco una ceja.
-No tengo nada que hacer. Ni dónde ir. ¿Qué mejor que ir con mi hijo y apoyarlo? – Y no lo soporto más, me río tanto, que me duele la pansa.
-Tú y tus chistes. – Digo entre risas. – Ya, vale, me voy. – Digo, emprendiendo mi camino. Pero, me toma del brazo y me detengo. Me volteo y lo encaro. – ¿Qué?
-Deja que vaya contigo.-¿Por qué?
-Porqué me sé de memoria el camino. Porqué qué camino tomar y que no. Porqué sé qué nos encontraremos en cada túnel.
-Pero, te advierto, que te mantengas alerta, porque en cualquier momento, si se me da la gana de matarte, lo haré. – Le advierto. Sé qué yo solo podré encontrar esa puta puerta, pero, es una oportunidad que no puedo dejar pasar. Puedo vigilar a Blaz y matarlo cuando yo quiera.
-Vale. – Y emprendemos juntos el camino.Encontramos la puerta Noventa y me pregunto, ¿Qué habrá detrás de ellas? Blaz va delante de mí, así puedo mantenerlo vigilado. Intenta entablar conversación, pero lo miro mal y se calla. Cuando vuelva, juro que mataré a Anabel. Bueno, no, no la mataré, sí soy capaz, pero su peor castigo podría ser volver a meterle la estaca de oro en el pecho a su padre. No entiendo, Anabel a pesar de todo, adora a este idiota. Yo maté a mí padre. ¿Os imaginan? Y tengo razones para haberlo hecho: Él le dio una bofetada a Celeste y le dio la peor infancia. Por eso Celeste es callada, porque su infancia no fue la mejor, Blaz me odia en parte por haberlo matado, pero sabe que yo soy el único que puede matarlo. Al igual que él, que es el único que puede matarme. Pero soy más fuerte y sus posibilidades de hacerlo son mínimas. Un ruido me saca de mis pensamientos y Blaz se para en seco al igual que yo.
-¿Escuchas? – Susurra.
Y lo escucho: cadenas arrastrándose por el suelo. Y luego, una niebla blanca invade todo el lugar, y ella va formándose en personas… en mamá, Arabelle. Nos paramos en seco y observamos como el cuerpo de Arabelle es de neblina. Aun así, hecha de neblina, sigue siendo hermosa. Su cabello es deslumbrante, cae en ondas en su espalda, su nariz tan recta y perfilada, sus labios delgados, sus ojos que un día fueron color celeste mar y su piel… que un día fue suave como el algodón. Lleva un listón en la frente y va vestida con una falda y una camisa. Toda ella es blanca, echa de neblina. Después del parto, nunca la conocimos, nunca se presento ni siquiera en sueño. Y la odio por eso. La odio por abandonarnos. Sé qué eso era lo predecible, es como una ley que las hechiceras mueren después del parto, pero ella podía presentarse aunque sea en nuestros sueños.
-Al fin juntos. – Habla, pero no mueve la boca.
Y entonces, abre la boca, pero tanto, que bien podría comernos. Y unos enormes colmillos salen de su boca. Y se lanza sobre nosotros. Claro, La izquierda, lo que anhelas… pero que jamás conseguirás. ¿Blaz anhela tener a Arabelle, nuevamente? ¿La quisiera viva? ¿O será que sólo yo veo esto? ¿Él verá otra cosa? Y lo peor: no se lanzo a mí, se lanzo hacia Blaz.
Blaz intenta mandarla una correntada de aire, para alejarla, pero es débil. Su correntada sólo hace que retroceda como mínimo un metro, pero Arabelle Niebla se le lanza nuevamente. ¿Y qué puedo hacer yo? Claro, nada. Esbozo una sonrisa para mis adentros. Ahora, Blaz intenta lanzarle un terrón de tierra y lo logra, se lo lanza y está es lanzada por los aires. Y la neblina ya no es Arabelle, es Celeste y se lanza sobre Blaz. ¿Tan arrepentido se encuentra? No lo creo. Blaz es débil y yace en el suelo, con Celeste sobre ella y empieza a succionarle los pocos poderes que tiene. Pobre de mi padre. Ahueco mis manos hacia ella, en forma de una enorme boca y le lanzo una bola celestial. Celeste se disuelve. Blaz suspira aliviado. A regañadientes se levanta y me encara.
-¡¿Porqué no hiciste nada?!
-Sí, de nada, Blaz, fue un gusto salvarte la vida.
-Jamás cambiarás, Johann, eres un monstruo.
-¿Qué puedo decirte? – Me encojo de hombros. – De tal palo tal astilla.Pero el ruido de cadenas arrastrándose sigue ahí. Nos espera algo nuevo. Algo peor.
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Blood Diamonds
FantasiAleesha ha descubierto la Maldición de Johann y se enteró que ella podría romperla. Pero Johann no está dispuesto a arriesgarse, ya que podría morir si no es la indicada. Por esa razón, Johann ha decidido buscar El Diamante de Sangre, que es lo úni...