Pasó por nuestra casa y por la casa de mí muñeca, Aleesha, y me dirigo al palacio de Alena. Pasó como un rayo. Llegó hasta donde una vez nos ataco un troll y me detengo. Ni siquiera estoy cansado. Pero maldita sea Alena y Sam. Y lo que más me jode es que no puedo matar ni a una, ni a la otra. Mis manos están deseosos de sangre, de sangre poderosa, no de un débil humano. Odio a los humanos; sólo hay un humano en toda la eternidad que nunca, jamás podré odiar: ella. Yo jamás podría odiar a Aleesha. Antes que eso, me arranco yo mismo el corazón. Jamás pensé que me iba a enamorar de un humano; jamás pensé que el amor me joderia tanto. Y me jode, porque, al parecer, mí amor no es correspondido. Mí lado imbécil me dice que soy un estúpido al enamorarme hasta el infierno de una humana, pero mi otro lado imbécil razonable, me dice que está bien amar, lo que no está bien es tener un amor no correspondido.
Me detengo y camino cautelosamente. Giro, en busca de... sí, ahí se encuentra: una enorme entrada, hecha de raíces negras. Las raíces negras forman un enorme arco, y a decir verdad, se ven geniales, porque van entrelazadas, y el arco como mínimo, es la altura de tres metros. Las raíces forman como el umbral de una puerta de madera negra, y el palacio está protegido por un muro de esqueletos, muchos esqueletos, huesos, cráneos, y el muro es muy alto. Esto no lo puede ver un mortal, claro, sino, muchos ya tendrían que ir al psicólogo.
Yo tengo permiso de entrar, ya que cuando tuve una rara relación con Alena, era como el rey, ya saben, era su "novio" y todos me respetaban. Así que espero que todos se acuerden de mí, porque sino, seré carne frita. Una muy rica, sin presumir. Lentamente, coloco la palma de mí mano en el centro, y pequeñas venitas se extienden por toda la puerta color dorado. Excelente. Retiro mí mano y doy un paso atrás; las puertas se abren, mostrándome a miles de almas divagando en el aire. Miró a muchos elfos, duendes, trolls, centimanos, y muchos otros animales feos. Me hago camino y todos me mira, incluso las almas que divagan en el aire. Mi paso es firme, y enderezo la espalda. Trato de que mi rostro no muestre ni una sola expresión.
Aquí es como un jardín, un jardín negro, y frente a mí yace un palacio, enorme, negro y sus muros son de huesos de manos y pies. Dos enormer torres yacen a cada lado y la puerta es una enorme boca de cocodrilo. Ignoro las miradas y sigo mí camino. Entro en la boca del cocodrilo y siento un enorme olor a putrefación. Siempre odié este lugar: todo lo que se respira es muerte. Alena, el Hada de La Oscuridad, controla las almas negras, tanto como de humano y de ser mágico. En realidad, no es que sean inmortales, pero si se cuidan bien, pueden llegar a vivir miles de años. Pero yo no, yo realmente soy inmortal, no puedes ni sacarme el corazón, porque ni siquiera tengo. Así se habla de mí: Johann, el Híbrido sin corazón. Y no es que no tenga, simplemente, si metes tu mano en mi pecho, no encontrarás nada. Algunos han dado en el punto exacto, pero no pueden sacármelo. Lo mantiene protegido una burbuja, un campo, y sí das en el punto exacto, lo tocas, pero no puedes sacarlo. Sí lo intentas, mueres, ya que el campo manda ondas de oro celestial, y es horrible morir cuando oro celestial empieza a correr por tus venas.
Todo se encuentra oscuro, pero unas leves antorchas me guían. Conozco este camino como la palma de mí mano, pasé aquí durante unos dos años. La luz poco a poco empieza a ser más fuerte y de pronto, me encuentro en un gran salón, con enormes antorchas que iluminan todo el lugar, hay un gran trono al final, hecho de huesos y una que otra calabera.
¿Por qué tanta obsesión con los huesos?
Y en el trono, se encuentra Alena, con su habitual vestino negro, Dios, en un momento, eso me excitaba hasta el infinito, y al verla, mí polla regresaba a la vida. Se veía tan mala, y así es: mala. Hay una alfombra negra que va directamente al trono, y el suelo es blanco. A la par de Alena, se encuentra Sam, parada a su lado, con el ceño fruncido.
- ¡No eres la única fuerte, amiga! - Gruñe Sam.
-Ag, otra vez con lo mismo.- Murmura Alena. Mira en mí dirección y sonrie.- ¡Oh, mira! Nuestro Johann ya está aquí, al rescate.- Se burla.

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Blood Diamonds
FantasyAleesha ha descubierto la Maldición de Johann y se enteró que ella podría romperla. Pero Johann no está dispuesto a arriesgarse, ya que podría morir si no es la indicada. Por esa razón, Johann ha decidido buscar El Diamante de Sangre, que es lo úni...